Tercera parte

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Había esperado pacientemente hasta que Naruto salió de su oficina, tenía el cabello más revuelto que antes, y sin dudas parecía realmente cansado, angustiada pensó que tal vez estaba siendo demasiado egoísta al querer respuestas cuando acababa de tener un día laboral muy pesado.

- Hina – le dijo al percatarse de su presencia, había permanecido sentada en una de las sillas de algún contador – ¿también has tenido mucho trabajo?, no tienes que quedarte tan tarde – sabía que a Naruto no le gustaba que trabajara más de la cuenta.

- Estoy perfectamente bien, eres tú quien luce fatal – no quería ser grosera, pero verlo en ese aspecto le provocaba querer mimarlo y llenarlo de besos, pero aquello no era una reacción adecuada, al menos no hasta que definieran que rayos pasaba entre ellos.

- Tuve un día difícil – se sinceró – y mi única intención es llegar a casa y darme una buena ducha, y dormir por horas.

- ¿Puedo acompañarte? – sentía que era patética rogándole, pidiéndole un ratito de su compañía cuando él había demostrado en miles de ocasiones que no quería tener una relación con ella.

- No es una buena idea...

- Sabes, me he quedado justo aquí para esperarte – de inmediato observo su mueca y odio conocer sus respuestas, sabía que nuevamente él le pediría disculpas por lo sucedido en la mañana, pero ya estaba harta, era ridículo que se disculpara cada vez que le metiera mano o tenían sexo, en primera porque ella siempre participaba activamente o lo propiciaba, y en segunda porque ni siquiera podía recordar cuantas veces habían tenido intimidad como para que todavía le pidiera disculpas, definitivamente tenía que hablar con él, si no aceptaba una relación en forma, mínimo reconocer que eran amantes o amigos con derechos, así al menos ella sabría que esperar y él ya no tendría que estarse lamentando y haciéndola enfadar en el proceso.

Así que antes de que el pudiera responder algo que no quería escuchar se adelantó a dictaminar lo que harían.

- Cenaremos en tu casa – ya no era momento de postergarlo más, conseguiría respuestas, y ya que estarían en su casa, pasaría la noche con él, lo necesitaba, cada vez le costaba más trabajo su lejanía.

- No es una buena idea, Hinata – le dijo con claro a arrepentimiento – lo que ha pasado hace un momento...

- ¿Quieres que me desnude aquí mismo? – sus palabras causaron el efecto que deseaba, sorprenderlo – porque si para hablar contigo debo hacerlo con mis tetas de fuera, lo haré Naruto.

Llevó sus manos a los botones de su blusa y Naruto rápidamente se acercó hasta ella para tomar sus manos y evitar dicha acción – aún queda el personal de mantenimiento – le dijo algo molesto.

- Ah, pues no me importa.

- A mí sí, no te puedes ir desnudando donde sea Hinata, no es correcto – tenerlo tan cerca e inhalar la fragancia de su loción, le hizo querer tirarse a sus brazos, ¿en qué momento se había enamorado de esa manera?

- Bien, si no quieres que lo haga, vamos a tu casa, es momento de que hablemos – el asintió, parecía que finalmente estaba aceptando que había llegado el momento de tener aquella conversación pendiente.

- Bien – le dijo mostrando su frustración – pero vayamos mejor a un restaurante, comeremos y hablaremos, ¿de acuerdo?

Estaba segura que estaba buscando un entorno seguro, al diablo con su entorno, no se lo daría, lo conocía demasiado bien como para estar segura que se saldría con la suya.

- Tu casa, no quiero que puedas huir cuando la conversación se vuelva incomoda.

- No lo haré – frunció el ceño y luego simplemente asintió – iremos a mi casa si prometes no enseñarme tus hermosas tetas, sabes que dejo de pensar cuando me las enseñas.

La hija del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora