No es que le importara caminar, ¡Pero definitivamente sus padres debieron comprar una bicicleta para ella! Llegar exhausta a casa no era una de sus cosas favoritas, y esto sólo interfería en su escuela, a menos que Reyna o “Ray” como le gustaba que la llamasen, decidiese retirarse de las clases de baile y el voluntariado que hacía en un abandonado ancianato a las afueras de la ciudad, lo cual por supuesto no era una opción para ella.
Reyna no era “la típica” niña de nada, porque no tenía nada de típico, Reyna era la chica más popular y no de su escuela, sino de casi todas las preparatorias existentes en su ciudad, de hecho, los chicos que entraban a la universidad, esperaban ansiosamente a que ella se graduase para intentar acercarse a ella y todo porque su belleza era excepcional e irreal; sin embargo Ray no era muy sociable, no creía en absolutamente nadie, para ella todo era falso, y se asqueaba de su belleza por arrebatarle de cierta forma, su vida, lenta y sigilosamente, tenía miedo de que al final, todo en su vida resultara siendo una mentira.
Ese día Reyna salió muy tarde, era de noche y estaba condenadamente oscuro, lo que le daba una difícil decisión para tomar: Seguir la ruta habitual con atajos solitarios, o la ruta que la haría retrasar hasta casi media hora pero con bastante tránsito y por supuesto, mucha luz y personas. Reyna echó un vistazo a sus pies, y pese a que sólo veía unos converse púrpuras, decidió que sus pies gritaban pidiendo descanso, por lo que finalmente, optó la primera opción.
Hacía un frío que pelaba, así que ella se aseguró de estar muy bien abrigada antes de emprender su camino, su día había sido muy cansado, regresar de la escuela, terminar sus deberes y hacer su voluntariado hasta muy noche la habían dejado verdaderamente exhausta; tomó el primer atajo que encontró y se adentró a él, pero entre más caminaba, la luz se hacía cada vez más baja, discreta, hasta casi ser apenas una luz tenue. Joder, el sitio definitivamente daba escalofríos, sus pies no estaban ya tan agotados como para no haber continuado con el camino inicial, hubiese sido sin duda la mejor opción, sobre todo ahora, cuando veía a su alrededor y se estremecía al ver el callejón más oscuro del planeta…
Casi que empezó a trotar para acabar rápido el camino, Reyna se subió la capucha de su muy andrajosa sudadera para evitar ser reconocida como una chica por su cabello castaño y liso que llegaba casi a sus caderas, eso definitivamente complicaría las cosas.
El oscuro atajo cada vez parecía hacerse más largo, por más que caminaba, parecía extenderse, las molestas bocinas de los autos casi eran un breve murmullo, y la población parecía desvanecerse tras de ella. Tenía que llegar… rápido.
Tomó la última curva para llegar al final pero cuando pensó que finalmente tenía la salida frente a ella, dos sombras que parecían casi espíritus se posaron justo en la mitad, el pánico empezó a inundar sus sentidos, la palabra “Muerte” parecía ser ahora una opción, incluso aunque sólo fuera parte de su imaginación o sólo una sombra de cualquier maldito objeto que haya podido interferir en el camino de alguna onda de luz. Reyna intentó de ignorar el obstáculo hasta que una de esas sombras pareció adquirir vida propia y habló:
─Tiene que ser una broma… ─Reyna prácticamente pudo haber convulsionado allí mismo, maldita sea… eso era algo surrealista ¿Esa cosa realmente había hablado?─; ¿Esta es la mejor manera que se les ocurre de esconder a una diosa? Qué decepción.
─Reconocería a esa belleza donde sea que fuera… ─habló la sombra acompañante, Reyna parpadeaba intentando despertarse del estúpido sueño que estaba teniendo, pero, o había muerto, o se había tomado el frasco entero de pastillas para dormir…
─Me preocupa esta soledad… ¿Cómo es que está sin seguridad? ¿Te escapaste de tus guardianes? ─preguntó la primera sombra parlante, pero realmente Reyna estaba estupefacta en su lugar ¿Debía de responderle a una sombra viviente que le preguntaba cosas raras? ¿En qué libros podría hallar esa respuesta? ¿Y de qué guardianes le estaba hablando?
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La Reencarnación De Afrodita
ФэнтезиElla se mira en el espejo y a veces, se deslumbra a sí misma, en vez de envejecer, Reyna Hatthaway parece ser cada día más hermosa, el mundo entero podía dar fe de ello, aunque sólo tuviera diecisiete años. Proteger al mundo no debería haber sido...