Annie le sonríe a su hijo mayor, Harry, mientras este la saluda por una de las ventanas del tren en la estación 9¾ de Kings Cross.
Su mano izquierda sostiene firmemente la de su marido, que en el brazo libre sujeta a su hija menor, Ginevra. Fred tiene la mirada perdida en el pequeño niño, mientras que su mente le desea el mejor de los viajes en la mejor de las escuelas de magia y hechicería del mundo mágico. La pequeña Ginevra observa a su hermano a través de la ventana del tren y les pregunta a sus padres cuando será ella quien valla a Hogwarts, pero ellos saben que aún es muy joven.
Hermione y Ron están con ellos, despidiendo a su primer y único hijo; también los acompañan Luna Lovegood y Draco Malfoy, quienes ven partir a sus dos hijos, irónicamente gemelos. Después de siete difíciles años de estudio para todos ellos, hoy están despidiendo a sus hijos, once años después de la "muerte" de Lord Voldemort... y once años después de la muerte del niño que vivió.
La pequeña niña pelirroja que Fred sostiene en brazos llora al pensar que no verá a su hermano hasta navidad, si es que el no cambia de opinión. Annette le besa una mejilla y le asegura que no será tan mala la espera, y le recuerda que ella pasó siete años sin ver a sus padres y a su hermano; Ginevra ama esa historia.
Segundos antes de la partida del tren, Fred es golpeado amistosamente en el hombro por su hermano gemelo, que sin una oreja, sigue pareciendo realmente atractivo ante sus ojos, obviamente solo por el hecho de ser físicamente igual a él. George Weasley saluda amistosamente a Luna, Draco, Hermione y Annie, pero hasta llegar a su hermano menor, no resiste la tentación de despeinarle un poco el pelirrojo cabello.
El silbato del tren los distrae a todos, anunciando la partida de nuevas y viejas generaciones de alumnos de Hogwarts; Slytherins, hufflepufs, gryffindors y Ravenclaws se despiden de sus familiares eufóricamente. Fred, Annie y Ginevra ven al pequeño Harry, de cabellos completamente negros despedirse y perderse al igual que los demás niños en cuanto el tren da una vuelta.
Aunque el sol se asome por entre las nubes, el mal no se detiene y no puede ser destruido... No cuando aún existe un horrocrux que ni los Potter pudieron descubrir y posteriormente destruir.
Jovenes brujas y magos que me pueden leer, espero y este final haya cumplido sus espectativas y de verdad haberlos llevado a un final alternativo del libro que tantas vidas ha marcado. Espero también, y hayan disfrutado leer "mi vida por la tuya" tanto como yo disfrute escribirla. Posiblemente nos leamos luego, potterheads. Suerte en sus vidas.