CAPÍTULO 38

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Rachel

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Rachel.

Okey, ha pasado un mes desde la última vez que vi a Troye.

Y, he de admitir que no me ha venido el período. Y estoy muy preocupada de estar embarazada.

Bueno, bueno, con un poco de humor hay que tomárselo. Y todo se debe a que el chisme más grande del momento es que Sarah Cocker ha sido plantada en su boda. ¿Parezco una persona mala? No me importa, a simple vista se ve que es una mujer sin corazón. Mí Troye... Bueno, Troye Magazzani, no merece una mujer así.

Otro rumor que ha corrido por el círculo vicioso entre las chismosos es que salió a luz que la imagen de Troye sobre ser un total mujeriego es una completa farsa. ¿Era de esperarse? Sí. Puedo asegurar con mí vida que él no es así.

Pero regresando a la actualidad, no sabía nada de Troye, y eso apretaba mucho mí corazoncito.

La idea de imaginar cómo habría sido mí vida si hubiera sido clara desde un principio, hacía que mí mente se retorciera en lodo mientras mí lado racional dice "Te lo dije".

Julieta, a la distancia, me aconseja enfocarme en el presente y en mis hijos. Y en que hoy día cumplimos un mes menos para finalmente conocernos y tener en mis brazos a mis hijos. El solo pensarlo burbujea algo en mí estómago.

Y el temor.

El miedo del parto.

Pero faltaba para eso...

Solo cuatro semanas.

Los últimos días de éste mes.

Mierda, debía tranquilizarme.

Mí teléfono suena y al tenerlo a mí lado contesto de inmediato.

- Hello, it's me - me esfuerzo en que mí voz se parezca a la de Adele en la canción.

-Rachel, faltan exactamente 28 días para que nazcan mis sobrinos - suelta Stephen con la voz acelerada, lo que me hace fruncir el ceño confundida.

-¿Si? Stephen, soy la madre de ellos, ¡lo sé de ante mano! - grito lo último sonando exasperada, mientras más lo pensaba, más temía.

-¡Lo sé, lo sé! Solo que estaba en casa poniendo protección a todo para Roman, y lo recordé - se explica mí hermano, ahora que escuchaba con atención si se podía oír ruido de cajas y los gritos de mamá de fondo. Mis padres ya habían decidido el nombre de mí nuevo hermanito, Roman Culligs, con estilo, con elegancia, como todos los de la familia.

Me gustaba la idea de que iba a tener compañía y se llevarían el mismo tiempo con mis hijos. Al menos no estaría solo en medio de todo los mayores conversando de cosas aburridas. Aunque, conociéndome, yo me pondría a jugar con Roman teniendo la edad que sea.

Un desastre con un bebé adentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora