[siete]

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El sol era muy brillante. Tal vez demasiado. Aquel calor lo estaba matando. Tomó un poco más de su helado para refrescarse, preocupado de que se derritiera demasiado pronto. Menos mal que lo había pedido en una tarrina. De no ser así, ahora tendría todas sus manos pringosas y pegajosas, manchadas por el líquido del helado derretido. 

Dejó de andar cuando llegó al parque. Miró a ver si había alguien. Dos chicos se balanceaban en los columpios. A uno lo conocía de haberlo visto por los pasillos de su escuela, al otro no pero tendría que ser más mayor que él también. Iba a pasar de largo y volver a su casa para no molestarlos. De todas formas, era muy extraño que alguien fuera al parque solo. Sin embargo, el chico que desconocía lo llamó. Se sorprendió de que supiera su nombre. Aquella fue la primera vez de todas las que le llamó. La primera vez de todas las que le vio. El primer error de todos los que cometió con respecto a él: girarse y acercase.

Las horas pasaban una tras otra y los segundos parecían aumentar su nerviosismo. Miraba el reloj mientras se mordía la uña, pero eso no solucionaba a nada. Esperaba pero no sabía cuánto iba a tener que esperar. Observó la pantalla de su móvil de nuevo. Estaba ahí, el símbolo de llamada. Con solo un toque podría volver a saber de él... o podría alejarlo más. Dio un gritó frustrado y se tiró sobre la cama bocabajo.

- Es la séptima vez que haces eso en toda la tarde. Se supone que estamos disfrutando del fin de los exámenes pero parece que estás sufriendo más que nunca - dijo Hongjoong mirándolo desde su silla, con un libro en la mano.

- Yeosang lleva tres días sin venir a clase y ahora hasta que no acabe el fin de semana no podré saber qué le ha pasado. Eso si no es que falta el lunes también - le respondió apoyando la barbilla sobre la almohada.

- ¿No sabes dónde vive? ¿Ni tienes su número de teléfono? - le preguntó San sin apartar la mirada de la pantalla del ordenador, donde estaba jugando a un juego que solo el mayor de todos los amigos tenía y era muy difícil de conseguir.

- ¿Te crees tú que he conseguido avanzar tanto? - lo miró con reproche aunque el contrario no lo veía.

- Yunho, no puedes hacer nada. Lo mejor para no estar sufriendo tanto es dejar de pensar en ello y cuando le vuelvas a ver ya le preguntarás - dijo Hongjoong.

- No es tan fácil - volvió a meter la cabeza entre la almohada. Luego la sacó y miró la pared frente a él - Tengo su número de teléfono pero no porque me lo haya dado él. Si lo llamo lo asustaré seguro. Tal vez solo empeore las cosas.

- ¿Y para qué lo conseguiste en primer lugar? - San por fin terminó la partida y se giró en la silla para mirarlo.

- No lo sé. Cuando lo hice tampoco sabía que las cosas iban a ser tan complicadas. Le iba a pedir que fuéramos juntos al festival de Navidad. Le dejé una nota, como siempre. Pero no apareció. Ni a ese día. Ni al siguiente. Ni al siguiente. ¿Y si le ha pasado algo malo?

- A lo mejor solo es un resfriado. En serio. No te comas tanto la cabeza - lo aconsejó el mayor de todos.

- ¡Ya llegó su almuerzo! - en ese momento, Mingi abrió la puerta de golpe con una bandeja con refrescos y unos sándwiches hechos por él mismo. Cuando quedaban los cuatro juntos, fuera en la casa que fuera, el de cabellos rojizos siempre preparaba el almuerzo para todos.

Yunho no volvió a hablar de Yeosang en toda la tarde. Intentó no pensar en él mientras disfrutaba con sus amigos y casi lo consiguió la mayoría del tiempo. Pero estaba preocupado. Muy preocupado. Nunca había estado así antes. Obviamente si se había preocupado tanto como lo estaba de Yeosang por otros seres queridos, pero nunca de aquella manera. El sentimiento era el mismo pero diferente. No sabía cómo explicarlo. ¿Qué le estaba pasando?

My Precious Treasure: Why so shy? [YUNSANG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora