👑Capitulo 32: Recuerdos.

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Padre murió.

No pude verle, no pude despedirme de mi progenitor; solo vi su gran caja siendo llevada a la cripta familiar española.

Todos lloraban, la aldea no lo podía creer; yo tampoco aún lo asimilaba.

¿POR QUÉ EL?

¿POR QUÉ NO MI MADRE?

Me repetía una y otra vez acostada en mi cama.

Hace dos días no salía de allí.

No podía asimilar tanto dolor.

En este momento todo son malas noticias.

Primero mi padre.

Mi hija Celina no quería ceder.

Y Dupon...Dupon no quería ser arrastrado del trono, no quería ver a mi madre que es la verdadera gobernante de Inglaterra.

Y por último.

Estaba esperando un bebé.

No era el momento, pero como dice mi madre: Es mi deber.

El heredero que llevaba en mi vientre sin duda es de Felipe; pues luego de hacer una tarea exhaustiva con mis cuentas y Edward quien había llegado hoy; todo concordaba con que el padre de mi bebe era Felipe.

Tenía que idear un plan, tenia que hacerlo; Dupon no se podía salir con la suya.

Envíe a Edward para que fuese en busca de mi Lord Canciller y mis consejeros mas leales; padre, tu hubieras querido que siguiese adelante, que fuese fuerte.

Eso haré.

Pero mi concentración se va; se va para reencarnar viejos recuerdos....

—¿Por qué le dijiste a Carlos que estás en cinta si en realidad no es de él?—Preguntó lleno de cólera.

Yo solo me senté evitando que mis lágrimas rodaran por mis mejillas.

¿Quieres que le diga que es tuyo?

No lo diría, nunca lo diría; pero estaba tan nerviosa como él.

Él tomó su cabeza con ambas manos y me miró fijamente.

No—Respondió con cólera—Te enviaran a la orca junto a mi. No soportaría verte morir.

Yo al fin dejé escapar esa lágrima.

Sabes que Carlos no tomó bien la noticia, tampoco quiere creer que en una noche logre hacer que quede en cinta.

Me tomó de las manos ayudándome a levantar.

Lo creerá con el tiempo, Carlos y yo somos físicamente iguales; el heredero tendrá sus rubios cabellos y los ojos azules que hemos heredado de mi madre.

Tenía razón, ese bebé para todos en el reino es de Carlos. Y así será por siempre, este secreto se irá a nuestras tumbas.

Aram—Le llamé—No haré que te separen nunca de tu hijo.

Él sonrió.

Siempre estaré cuidado de ambos.

Y con eso se marchó.

Asimilo que caer en las garras de Aram había sido bastante; pero no me arrepentía.

Carlos no era bueno como rey y tampoco como esposo; pero necesitaba un heredero suyo, tenía que hacer lo que estuviera a mí alcance.

—¿Madame?—Alguien con tono de voz preocupante me volvió a llamar.

Reaccioné cuando vi a muchas personas frente a mí.

Yo estaba sentada en mi despacho sumida en mis pensamientos.

Antonio, Massimo, Edward, Amir, Felipe y mi madre estaban justo enfrente mío.

—¿Me ha escuchado su majestad?—Repite Edward con cara de preocupación.

Yo parpadee varias veces.

Edward tomó mi acción como un no.

—Dupon a enviado uno de sus soldados a atentar en contra de su madre; llevaba aquí varios días pero ahora mismo lo tenemos en una celda.

No. No.

No ahora Dupon.

—Haz que todo el reino se reúna; pon a ese miserable con sus pies y manos atados a una silla, iré en seguida.

Edward asintió y se marchó junto a mi madre, Massimo y mi pequeño Antonio.

—Amir, puedes retirarte, necesito hablar con Felipe—Ordené, y él con su mirada me hizo saber que tenía que decirme algo.

Ese algo tenía que esperar.

—Te escucho—Habló Felipe que estaba mirando hacia la ventana.

Me levanté de mi asiento poniendo un poco de pausa.

—Hay dos razones por las cuales quiero acabar ya mismo con Dupon.

Me miró aún sin entender.

—Quiero que mi madre se vaya a Inglaterra a gobernar; ese reino le pertenece; España es de Antonio.—Dije.

Me miró aún desconcertado.

Esperó a que dijera la segunda, pero tenía que procesarlo.

—Has dicho que hay dos razones.—Se dirigió a mí quedando justo al frente.

Tragué fuerte.

—Estoy esperando tu heredero en mi vientre.

Felipe se cayó en la silla que estaba justo en frente.

De repente se puso pálido y no hablaba.

Me preocupé, pero no sabía cómo reaccionaria.

—¿Es...es eso cierto?—Su voz estaba entrecortada.

Lo miré sin entender.

—Si, lo supe desde que viajamos de Francia; pero tuve tantos contratiempos que no hubo momento para decirte.

Felipe se quedó en su lugar unos minutos; pero me di cuenta a qué se debía.

De su rostro una gorda lágrima rodó.

Lo último que sentí fue como me abrazó tan fuerte que sentí como me faltaba el aire.

No hubieron palabras, las acciones lo dijeron todo.

También yo estaba emocionada; más aún sabiendo que si era su hijo y que llevaría sus cabellos negros y ojos grises igual a Felipe....

Así debía ser.

Pero... ¿Si no lo era?





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Dos Reyes Una Reina ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora