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La brisa otoñal que libera y sacude las melenas rebeldes

❇ La brisa otoñal que libera y sacude las melenas rebeldes ❇

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—Asher-chan —me nombró Jin. Su voz bañó el eterno silencio, tiñéndolo de un sabor dulce, henchido de sosiego y frescura. El ambiente se tornaba armonioso cada vez que sus palabras florecían como una rosa al abrir sus capullos en primavera—, ¿te gusta el otoño?

La pregunta me pilló por sorpresa.

—No lo sé. Es frío y acuoso —respondí.

Ella asintió con parsimonia y me miró como si lo que estaba diciendo fuera lo más importante que había escuchado nunca. Como si necesitara de mis pensamientos para comprender el mundo.

—Es mejor el verano —intervino Alex. Abrazó a Jin por los hombros y la atrajo hacia su pecho. Hacía tiempo que mi mejor amigo había eliminado todo rastro de su obsesión con Lisa para aventurarse en una relación con aquella muchacha risueña, aunque envuelta en misteriosos secretos—. Hace calor, pero puedes salir a la calle y disfrutar con tus amigos. El próximo verano iremos los tres juntos a la playa, ¿vale?

Jin sonrió ampliamente en respuesta a aquel comentario, no obstante, sus ojos evidenciaban que todavía seguía pensando en la pregunta formulada con anterioridad: su cabeza era como un mar repleto de peces de toda y ninguna especie. Dejó que Alex la estrechara entre sus brazos, pero no respondió al gesto de igual forma. Ella, sentada sobre la fina hierba que bailaba al son del viento, arrimó las rodillas a su pecho, apoyó la barbilla sobre ellas y las rodeó con sus delgados brazos.

—Creo que es una de las estaciones más poéticas —dije apresuradamente. Temía que se sumiera en sus pensamientos y no volviera a retomar el tema que tanto interés le suscitaba.

Me miró con esperanza.

—Poético —repitió. Era algo que solía hacer: repetir las palabras que le habían causado impresión; que le atraían por alguna razón que, en realidad, todos desconocíamos—. Sí, tienes razón.
—Los árboles se desnudan, la lluvia crea riachuelos y el viento sacude las melenas que ansían libertad —continué hablando. Quería ver hasta qué punto podía seguir manteniendo una conversación con ella; una en la que Alex no soltara cualquier tontería que provocara un cambio radical de tema—. El otoño-
—Libertad —me interrumpió Jin—. ¿Qué es eso? Las melenas buscan libertad. ¿Hablas del cabello? —acarició con ternura su largo y liso cabello color carbón, y le pidió a Alex que hiciera lo mismo—. El viento libera las melenas salvajes. La mía no es salvaje, es aburrida.

Pensé que los engranajes de su cabeza trabajaban a una velocidad diferente a la del resto, que su mente era enrevesada y que por eso formulaba teorías a las que nunca otorgaba un final íntegro. Sin embargo, no era más que el grito de socorro de una chica que se estaba ahogando en un pozo con un fondo tan profundo, que ni la más larga cuerda habría llegado a salvarla. Ni siquiera la hebra de un cabello interminable.
Ella no estaba hablando del cabello, sino de sí misma. Y no supe verlo. Ninguno, en realidad, supimos ver aquello.

Las vistas desde el corazón de JinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora