Psicología parte 1

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Una vez más Will entraba a ese pequeño consultorio el cual no tenía mucho para admirar, un escritorio, con diferentes cosas entre ellas lápices, una laptop, y sobre todo lo que más le llamaba la atención era ese pequeño florero en forma de cilindro en el que este día tenía depositadas unas bellas y radiantes margaritas, siempre había flores distintas que lo adornaban. En las paredes no había nada y eso provocaba que el ligero color crema de ellas resaltará más y le diera un toque "tranquilo", en medio de todo el lugar estaba una pequeña sala con una mesa, los dos sillones estaban uno frente al otro y casi siempre había dos vasos de té, jugo o agua en ellos esperando a ser bebidos. Se sentó en uno de los sillones, realmente no importaba que lugar tomará siempre era lo mismo.

Le había dicho a su padre que no quería ir mas, pensaba que era una total pérdida de tiempo y dinero pero su padre había insistido tanto que había decidido que si quería dejar de ir a ese lugar debía cooperar además lo que tenía planeado se complicaría si su psicología decía que era un chico inestable. Su psicóloga, llevaba unos jeans azules con una blusa amarilla, eso le hizo recordar aquella vez cuando Jessica uso esa brillante blusa amarilla que iba pegada al cuerpo, él le había ganado en una de las apuestas tontas que hacían y todo el mundo la miro ese día, de inmediato se arrepintió y termino por darle su chamarra para evitar que la vieran, se había sentido tan celoso mientras que ella solo reía sin parar por su comportamiento tan infantil.

— William, ¿quieres comenzar?

Le pregunto la mujer frente a él causando que volviera a aquel consultorio, la extrañaba demasiado y cada recuerdo era valioso para él. Asintió en forma de respuesta y ella comenzó con lo de siempre, aún no sabía exactamente lo que había pasado pero se lo imaginaba.

— ¿Hoy me dirás quién es Jessica?

Era, quien era. Pensó el mientras negaba con la cabeza.

—Bueno entonces, ¿qué te parece si me cuentas algo?, lo que sea está bien

Dudoso la miro y luego al florero del escritorio con las margaritas, comenzó a hablar.

— Mi madre murió cuando tenía 12, eso fue algo tan trágico para mí y para mi padre, ambos no sumimos en una depresión en la cual ninguno de los dos quería salir de la casa. Terminé superándolo solo y mi padre comenzó a beber, durante todo este tiempo sufrí sus abusos, insultos y golpes.

— Entiendo, pero debes saber que tu padre quiere redimirse contigo y que lamenta todo lo que hizo, después de todo está tratando de mejorar por ti

— Claro, lo hizo ahora que sabe que puedo irme y dejarlo solo. Es conveniente pero realmente no me importa él.

— Entonces ¿qué te importa?

— Ella, solo ella y nadie más. La observé por dos semanas antes de comenzar a intentar hablarle, dos semanas vi como almorzaba sola y como actuaba de manera ruda con cualquiera que se cruzará en su camino, cuando al fin logré que aceptara ser mi amiga me sentí tan bien que recuerdo que pude dormir perfectamente bien e incluso soñé con ella, mi mundo comenzó a girar en torno a ella y aunque sabía que ella no quería nada romántico conmigo no pude evitar enamorarme como un loco.

— ¿Por qué te acercaste a ella en primer lugar?

— Estaba sola, igual que yo, los chicos me molestaban, todo el mundo en mi clase me hacía aún lado y me trataban como la peste... Y aunque ella era la que hacía su soledad no pude evitar querer hacerla sonreír, siempre tenía esa mueca de seriedad y odio por todo que pensé que tanto a ella como a mí nos hacía falta un amigo con el cual aligerar el peso que cargábamos. Fue difícil y muchas veces trate de rendirme ya que me daba miedo, ella era realmente fuerte e intimidante, pero no me rendí y gracias a eso fui la persona más feliz del mundo por unos meses.

— Enserio la querías

— No, yo la amaba, hubiera hecho todo por ella, hubiera movido cielo, mar y la tierra si ella me lo hubiera pedido, hubiera saltado junto con ella pero ellos me detuvieron

— ¿Detenerte? Ella está...

— Ella fue mi ángel doctora, ella era mi cura y mi enfermedad, sus labios eran mi perdición y adicción, su risa hacia que mi corazón latiera y su sonrisa me hacía querer vivir por siempre a su lado, ella era mi todo... Ella es mi todo y nada en este mundo me hará cambiar el amor que sentía y siento por ella

— Comprendo el sentimiento Will, pero esto se está volviendo una obsesión y no es nada sano para ti, el estar apegado a alguien es... Yo pienso que ya no está aquí, estoy segura que ella no quería esto para ti, seguro quería que siguieras con tu vida y...

— Ella no estaba bien, ella quiere que la ame y que no la olvidé, a ella seguro no le agradará que yo esté con alguien más. Era tan insegura... Pero no voy a dejarla, no pensaba hacerlo aquella vez, no quería asustarla, no quería que lo hiciera, no me imaginé que haría algo como eso, no quería herirla, debí... Debí haberme quedado con ella, no debí decirle que sabía su secreto, no debí decirle esas cosas, estaba asustada y temerosa por lo que yo pensará pero a mí nunca me importó lo que hacía, esas personas se lo merecían, lo merecen... El mundo fue un asco con ella... Ella...

Se perdió, sus ojos estaban llenos de lágrimas, sus manos sujetaban su cabello con fuerza mientras decía todo aquello, se sentía impotente; cuando dejó de hablar su mirada se pidió en el suelo, se repetía una y otra vez "Deben morir, ellos son los causantes" su mente se distorsionó, la doctora lo llamo un par de veces pero el no escucho, solo escuchaba su pensamiento, solo pensaba en ella y en el daño que le habían causado. La alarma de su celular sonó sacándolo del shock en el que se encontraba, levanto la mirada tan rápidamente que asusto a la doctora.

— Se acabó el tiempo

Susurro perdido, se levantó y camino a la salida pese a las palabras de ella que le decían que se quedará un momento más para que se tranquilizara pero él en ningún momento le hizo caso salió de ahí con un solo objetivo, tenía que seguir con sus planes al pie de la letra.

Cartas de Will (Segunda parte de "Los ángeles se convierten en demonios")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora