Maldita

1: Despedida

Aprovechando la soledad del departamento y la ausencia de su amiga y el novio de esta, Hinata Hyuga se encontraba encerrada en el baño. Se desvestía para tomar una ducha, ansiando un poco de paz para dejar de pensar en algunas situaciones que habían estado sucediendo.

La palabra "estupidez" fue la primera en cruzar por su cabeza, porque no había otra palabra para definir sus actos. ¿Por qué le había fallado a esa persona que fue incondicional con ella? Sakura, al comienzo, le había dado un trato amable, pero en la actualidad se mostraba fría e indiferente. Sin embargo, lo que importaba para Hinata era el simple hecho de que su amiga estuvo ahí cuando la necesitó. No entendía por qué su insensatez había nublado tanto su buen juicio. Su respuesta a todo lo que había hecho Sakura por ella había sido una de las peores: traición.

La Hyuga reflexionaba profundamente sobre el peso de esa palabra: traición. Había traicionado a su amiga al meterse con su novio y ahora se sentía abrumada por la culpa y el remordimiento. ¿Cómo había podido hacer algo así?

Mientras reflexionaba, La Hyuga comenzó a darse cuenta de que su traición había causado un gran daño. No solo había lastimado a su amiga, sino que también había dañado la relación de esta con Naruto. La Hyuga sabía que no había excusas para lo que había hecho. Había actuado impulsivamente y ahora tenía que enfrentar las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, también sabía que quería hacer las cosas bien. Quería pedir perdón y enfrentar a su amiga diciéndole toda la verdad, pero no podría hacerlo ahora porque no contaba con la suficiente confianza.

La culpa y el arrepentimiento invadían a Hinata mientras buscaba una manera de redimirse ante sí misma y ante su amiga, a quien había lastimado sin que esta aún lo supiera. Mientras reflexionaba sobre sus acciones, otra palabra llegó a su mente: envidia. Si lo pensaba con detenimiento, tenía sentido. Puede que, de manera inconsciente, haya envidiado a su amiga y eso provocó que actuara de la manera en que lo hizo. Después de todo, Sakura era la mujer perfecta (si le preguntaban). Todo en la vida de su amiga era 10 de 10.

Si ella se comparaba con su amiga, quedaba muy claro que salía perdiendo. Mientras que Sakura tenía una vida perfecta, con una familia cariñosa, éxito académico y una relación amorosa con Naruto, Hinata se sentía como si no tuviera nada extraordinario. Era una mujer que luchaba constantemente con su propia debilidad, con una madre amable pero fallecida, con un padre estricto y frío que la despreciaba por su falta de carácter lo único bueno que destacaba en en su vida era su hermana menor. Hanabi.

Hinata sonrió con dulzura al recordar a su hermana menor, una niña de pelo castaño y ojos plata, con una personalidad alegre y una inocencia característica de las niñas de su edad. Era el único lazo fuerte que tenía en el mundo y posiblemente la única persona que realmente la amaba. Pero incluso ese pensamiento se desvaneció cuando recordó a su padre y la tristeza volvió a invadirla. Sus ojos claros se humedecieron ante un recuerdo cruel.

«Onee-chan se va a Nueva York el mes que viene. ¿No te importa padre? ¿Por qué eres tan frío con ella?

«Hanabi... ¿Cómo se puede querer una piedra en el zapato?»

Hinata se quedó sin aliento cuando escuchó la frialdad en la voz de su padre. Había pasado toda su vida intentando ganarse su amor y aprobación, pero en ese momento se dio cuenta de que nunca lo lograría. Su padre, a pesar de ser alguien digno de admiración por su fuerza, inteligencia y liderazgo, nunca había sido capaz de amarla.

La tristeza y la confusión invadieron a Hinata mientras reflexionaba sobre lo que acababa de escuchar. ¿Dónde había quedado el padre amoroso que la había cuidado cuando su madre aún estaba viva? ¿Por qué había cambiado tanto después de su muerte?