Suicide k!ller//Jane T.K

·03·

《P.O.V Jeff》

//3:01p.m//

☀️

Como quedé con Jane en salir este día, me puse un suéter, comenzaba a hacer frío a pesar de que el Sol estaba pegando. No sabía qué le iba a decir exactamente, si mi corazón se rompería de inmediato, sangraría o si simplemente aguantaría todo lo que sucediera. Mi idea era tener una charla tranquila.

Quise agarrarle la mano cuando caminábamos pero ella se apartaba un poco más a cada momento, sabía que había aceptado a regañadientes ella misma, se había forzado para esto, pero...¿Por qué?
Cada roto merece sacar cada cuerda que ya no sirve de su corazón ¿Me habría elegido para ello?
Tendría lógica en el fondo.

Y no muy fondo fue en donde nos metimos, donde en algún tiempo un lugar de descanso se mantenía entre el bosque, nos sentamos en la mesa. Sus ojos parecían algo hinchados, había llorado hace poco era lo más probable.
Buscaba ese brillo en sus ojos, no dejaba de mirarlos mientras la tensión se acumulaba.

No, no podía mirarla más de aquella forma tan triste, no podía tragarme mis palabras.

-Jane, supongo que sabes que...trato de ayudarte, y me duele verte cada día así, dime de una vez dónde está la Jane que tenía energías, aunque fueran para intentar matarme.-Arreglaba mi voz una y otra vez.

Ella bajó la mirada y suspiró, su pecho subía y bajaba como si tuviera un peso sobre este, débil y cansado.
sus manos sobre la mesa se acariciaban, sus pálidos dedos jugaban entre ellos y eso significaba que estaba incómoda.

-Jeff, esa Jane se rindió hace mucho tiempo de perseguirte, de atraparte y me tires al suelo. ¡Eran otros tiempos! Tú estabas loco, te burlabas hasta de la muerte de mis padres...Y yo te perseguía día y noche. Yo ya he visto muchas cosas...-Levantó un poco la voz, algo exaltada.

Suspiré, ¿Ver cosas es querer morir? Sé que esto no es la vida que cualquiera deseara, es una vida que algunos les toca vivir porque ya no perteneces a ningún lugar de la sociedad.
Arreglé un poco mi pelo pensando en las palabras correctas.

-Prefiero que intentes matarme a que trates de matarte a ti misma...No quiero verte con más lágrimas, solo quiero que intentes vivir como yo, mis padres también están muertos ¡Y por mi culpa! Y mírame.- Ahora era yo quien se estaba exaltando un poco, ¿Quizás?

Parecía ofendida por mis palabras, parecía que había tocado un punto sensible y era justo lo que no quería, desearía no haber soltado esas palabras. Se levantó poniendo sus manos en la mesa y yo la miraba.

-¿Quieres decir que tú deberías estar peor? La persona al que imaginaba un amigo acabó con todo lo que amaba, ¿Crees que debo sentirme un poquito mejor que tú? Vaya...Pensé que entendías mi dolor.- Su mirada de odio me dolía.

Palabras equivocadas. Se alejó un poco, saliendo de los asientos, la agarré antes de que se fuera resultando en un quejido.
Ahí el tiempo se paró, las hojas de los árboles dejaron de moverse, el viento dejó de soplar, ella de parpadear y yo de respirar, sentía que el suelo se rompía en mil pedazos y yo caía conforme la gota rojiza lo hacía.

Estaba negando una y otra vez, no quería aceptarlo, no quería aceptar algo que me rompería en mil pedazos.

-No, dime que no Jane. Por favor.- Ya estaba rogando que no fuera lo que yo pensaba, y lo que cualquiera se imaginaría.

Quería apartarme todo lo que pudiera, me pedía que no le diera importancia pero dime, ¿Cómo me tomo que la persona que amo esté intentando renunciar a su vida?
Sus mangas estaban algo manchadas y su brazo estaba brillando con los rayos del Sol, una persiana agujereada, era todo lo que veía.

El camino fue tan silencioso, no pude evitar soltar algunas lágrimas, cada día me odiaba un poco más por lo que hice en el pasado. Ahora mismo sentía que el mundo perdía su sentido pero algo me hacía recuperarlo...

Era como si se sintiera tan culpable de mi dolor que sus dedos rozaban mi mano como si estuviera buscando su calor.
Agarré su mano y la atraje a mí, no hizo falta hacerlo tan fuerte porque ella misma lo hizo.
Entendía ahora sus ojos cansados, hinchados, las pequeñas lágrimas contenidas.

Escuchaba la ducha de mi habitación, las gotas cayendo con fuerza y mis manos se acariciaban pensando. No podía soportar cada secreto que ocultaba bajo aquella ropa ancha, sus dedos escondidos y tocaba el mundo con sus yemas, si sus largas uñas había conseguido producir su propia sangre.

Abrí la puerta poco después de que dejara de escucharse el agua, se puso tan incómoda cubriendo su cuerpo semidesnudo de mí, ¿A quién le importa un físico, a quién le importa observarlo en su plena desnudez, cuando quieres ver su alma desnuda?

Podía ver sus caderas y muslos llenos de odio y tristeza, sus brazos cubiertos de dolor. La abracé con todas mis fuerzas, acariciando su espalda, saltando el broche de su sujetador y llegando a su espalda baja volviendo a realizar el recorrido.
Sus brazos me rodeaban de igual forma, estaba sintiendo un calor del que no me quería despedir nunca.

-No quiero decirte adiós por favor...Quiero decirle hola a tus cariños, a tu alma llena de luz por favor, esa oscuridad te está consumiendo.

Simplemente se separó, ¿Había soñado el abrazo? No creo estar dormido, quiero regresar a sentir ese calor.

-Solo di adiós a todo de mí, tú eres quien ha causado este dolor, tú fuiste el que pronunció palabras tan dolorosas.-Sentía mi corazón roto en pedazos.

No pude, no pude conciliar el sueño para ofrecerle una pequeña siesta, ella sí y era como tener a una estrella junto a mí: Era hermosa, brillante y simplemente quería observarla todas las noches pero me estaba quemando, de cerca es todo un peligro.

Me estaba matando el verla dormir junto a mí.
No quería despedirme de ella, no quería tener que guardarla en recuerdos.

Zalgo...¡¿Por qué tienes que llevarte todo lo que amo?! Maldición.

Hemotoxin-.