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Capítulo cuarenta

Había una vez una adolescente bajita, gordita, calladita, estudiosita, que no se metía con nadie y creía que tenía problemas de esquizofrenia. Esa era yo y joder que mi vida era perfecta así.

No me quejo del ahora, porque todo pasa por algo, pero que me pongan dos inyecciones en mi trasero con una especie de agua rara que una bruja recomendó por una semana, eso no es lo mejor del mundo.

Y se preguntarán, ¿pero qué ha pasado?

Bueno...

Flashback

Escucho las voces de los demás y trato de levantarme, pero mi cuerpo no reacciona a mis impulsos, abro los ojos poco a poco acostumbrandome a la luz y lo veo tendido sobre la cama a mi lado.

Miro el panorama y observo al mismo doctor que me atendió cuando él me había marcado, con un objeto punzante pincha ciertas partes de su cuerpo y niega hacia la señora Sara quien yace a un costado de Amir.

¿Qué? ¿Qué pasa con él?

Cierro mis ojos y me dejo caer en un sueño profundo.

...

—Tiene que ponerle esto a los dos en una inyección, es la única forma de que despierten, ya que su hijo está batallando contra la maldición. Es cierto que él no las rechazó, pero al matarlas el vínculo desapareció por ende el veneno en su cuerpo no sabe que hacer e irán muriendo lentamente los dos, y digo los dos porque él la está arrastrando a ella, la parte híbrida de la futura luna es una conexión que tiene con el señor Amir.

Escucho la voz del señor Wade—¿Cómo es esto posible? Hace siglos que nadie experimenta algo así.

—No había vuelto a ver un caso así de extraño, pero es lo que ellos dos tienen y si no le colocan este veneno morirán.

...

Despierto de golpe gracias a un pinchazo en mi trasero y llevo mis manos a este —Auch, eso duele —abro mis ojos de par en par y siento unos brazos rodearme.

—¡Oh por Dios! Despertaste.

—¿Y Amir? —digo al sentir la cama vacía a mi lado. Ella me suelta y giro en la cama, tomo asiento como puedo al borde de esta y me señala detrás de mí, asiento y abro mis ojos como platos al acordarme de mis bebés —¿los niños, dónde están? —me levanto y corro hacia la puerta.

—En tu habitación —escucho el grito de la señora Sara y reconozco rápidamente el lugar donde estoy, corro por el pasillo y bajo las escaleras, me apresuro a llegar y abro las puertas de par en par.

Mis ojos viajan a Tina quien duerme plácidamente en el piso con ellos. Me acerco lentamente con cuidado de no despertarlos y observo fijamente a mis hijos.

Y pensar que estuve a punto de morir por ellos.

Sonrío y mi vista se va a Tin, definitivamente ella será la niñera oficial.

Está decidido.

Salgo y cierro la puerta detrás de mí, en el pasillo siento un extraño frío envolverme y recuerdo los sucesos pasados antes de irme de aquí. Me abrazo a mi misma y camino hacia las escaleras, las bajo con paso cuidadoso y voy directo a la cocina, me asiento en un taburete y paso mis manos por la cara.

¿Ahora que hago con mi vida?

—¿Ya te has visto en un espejo?

Ruedo mis ojos —¿Eso es un insulto?

—No, sabes que a mi me encantas como sea—me tira su móvil por la isla y lo agarro —solo digo que deberías mirar tu aspecto —saca un galón de agua de la nevera y toma directamente.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora