Cap. 7

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Deje que Ezequiel me condujese hasta su coche, un Aston Martin negro, me abrió la puerta y condujo por la aún maltrecha ciudad, al llegar a un oscuro barrio aparco en una plazoleta y bajamos, me paso la mano por el hombro y nos metimos por unos callejones hasta que se paro ante una puertucha, pico con los nudillo y espero un momento hasta que se oyó una voz. Ezequiel le dijo algo al hombre y entramos en una casa pequeña de una sola estancia, levanto una estera y Ezequiel me guió a lo largo de una escalera metálica hasta llegar a un pasillo estrecho, al final había una puerta metálica y un ¿segurata? le hizo una seña y este nos abrió.

¡Dios había una disco clandestina increíble! Y la música me encanto, Ezequiel me miraba divertido apoyado en la barandilla mientras yo repasaba el local con la mirada, era circular, o eso creía, en la parte de arriba había algunas mesitas con reservados hechos en agujeros de roca, los asientos de una sola pieza estaban tapizados y las mesitas eran troncos de árbol con una pequeña lamparita. Abajo estaba la pista y en la aparte más alta la cabina del Dj, desde arriba de esta se dispersaban las luces de colores, por los lados de la pista había un pequeño pasillo que separaba más reservados iguales a los de arriba.

Menudo negocio tienes aquí montado.

¿Te gusta? – me pregunto mientras me cogía del brazo y me llevaba hacia abajo.

¡Si!

¿El reservado de siempre Señor? – pregunto un hombre trajeado.

Ezequiel no tuvo que decir nada, nos dejaron pasar y enseguida nos metimos en un amplio reservado y nos trajeron bebidas, nos sentamos.

Vaya… ¿así que es a estos negocios a los que te referías el otro día? – sonreí

Bueno, en parte…

¿Lo saben los otros?

No tiene por que conocer todos mis negocios Urd.

Cogí la copa y la olí, parecía manzana verde, sorbí un poco, estaba bueno y helado!

Manzana verde con cava – dijo, pensé que podría gustarte – También hay de frutos del bosque

Veo que lo tienes bien organizado – le miré, estaba  apoyado con ambos brazos a un lado en el respaldo. Llevaba unos pantalones oscuros y una camisa liliácea.

¿Quieres bailar?

¡Si! Me encanta bailar – grite emocionada y me levante de un salto tendiéndole la mano - ¿vamos? – sonreí, no se si la euforia era por la bebida o que pero hoy no me sentía tan reticente con él aunque tenía ese no se que en el estomago.

Avánzate tú, enseguida te alcanzo – se levanto y se dirigió a uno de los gorilas me pareció entender algo así como “ que nadie toque a esa chica o que no le pase nada” pero no preste atención, me lance a la pista y empecé a bailar dejándome llevar por la música, ahora sola, ahora con más gente, con unos chicos, con una chica, cuando vi acercarse a Ezequiel yo estaba bailando con una chica morena, desprendía fuego, y no se por que, al verle avanzar hacía mi entre la multitud con el pelo ondeando a su paso y la camisa abierta y esos ojos… una idea me cruzó por la cabeza, sonreí juguetona, tenía ganas de ser mala, acaricie a la chica, nos besamos y empezamos a bailar de una forma más provocadora y sensual, estaba sudando y estaba disfrutando con aquello, hacía tanto que no me divertía así que me deje llevar por el ambiente, habíamos formado un corro a nuestro alrededor hasta que Ezequiel me agarro del brazo y me giro hacia él y me apretó contra su cuerpo, reí y me giré de modo que quedé de espaldas a él y empecé a moverme algo separada de su cuerpo hasta que me atrajo a él haciéndome sentir su cuerpo caliente al rozarme contra él, empezamos a bailar, me gire, sus ojos brillaban de un modo indescriptible, sonreí y me mordí el labio juguetona, bailamos un buen rato hasta que sentí que un calor inmenso me recorría todo el cuerpo, estaba de espaldas a Ezequiel y delante tenía otro chico, estábamos bailando los tres juntos hasta que cuando volví a mirar al otro chico vi a Azrrael, os juró que a quien tenía bailando frente a mi, pegado era Azrrael, gemí de placer cuando Ezequiel me mordisqueo la oreja desde detrás y allí estaba yo bailando con aquellos dos volcanes hasta que Ezequiel susurro algo en mi oído mientras su mano acariciaba de forma ascendente mi brazo erizándome la piel y vi que Azrrael no estaba en ningún sitio ¿lo había imaginado?, asentí a Ezequiel y fuimos de nuevo al reservado y apuré mi copa. Él se había sentando un poco detrás de mi, me recogí el pelo hacía arriba para que me diese el aire con una mano y lo ladeé un poco. Entonces sentí sus labios soplar sobre mi nuca desde detrás y sus labios rozar mi cuello, cerré los ojos, sentía el latido de mi corazón golpearme en las sienes, entre abrí los labios pero no me salió nada de ellos, un escalofrió de placer me recorrió la espalda.

De vuelta a la Tierra - IntroducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora