Capítulo 70.

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continuación...

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Marizza.

El agua caliente se sentía maravillosa después de una noche tan agitada. Se relajaban mis músculos bajo el calor que la ducha me proporcionaba, aliviando el cansancio de mi cuerpo, el cual había terminado exhausto después de tener mi primera vez con Pablo.

Salí de la ducha envuelta en una toalla, me puse un pijama negro cortito, cepille mis dientes y fuí a la habitación donde Pablo me esperaba dormido sobre la cama. Se veía tan tierno, tan lindo. Tenía sus ojitos azules cerrados, su boca levemente abierta, y sus piernas desparramadas por toda la cama.
Me acerqué intentando no hacer ruido, hasta llegar a los pies de la cama. Me arrodille sobre ella y me senté a horcajadas sobre Pablo.

- Marizza: Amor, despertate

Comencé a darle besitos en la cara y bajé por su cuello, continuando con mi tierna forma de despertarlo. Él abrió sus ojos lentamente y al verme sobre él sonrió.

- Pablo: ¿Qué hacés ahí?

- Marizza: Te quedaste dormido. ¿No te querías bañar?

- Pablo: Mmm si. Tenés razón, mi amor

- Marizza: Bueno entonces báñate y vení a dormir conmigo

- Pablo: ¿Abrazaditos?

- Marizza: ¡Si mi muñequito! - dije con una absurda voz de bebé

- Pablo: Te amo - rió

Juntó su ropa, una toalla y desapareció de la habitación. Yo sonreí recordando su "te amo". Aunque me lo diga todo el tiempo, y ya es algo normal en nosotros decirlo, siento mariposas en la panza. Nunca unas simples palabras habían causado tanto en mí, pero precisamente esas que salen de sus hermosos labios, ocasionan mucho más que un terremoto, derribando cada estructura que yo pueda tener. Él es capaz de hacerme la mujer más feliz del mundo con una sola palabra, pero también podría hundirme en el peor de los sufrimientos, también con una sola palabra. ¿Qué loco, no?
Que alguien pueda causar tanto en vos. Pero así es.

Pablo me brindaba amor, cariño, confianza, respeto, apoyo, contención, libertad. Todo eso y mucho más, convirtiéndome en una mujer mucho más felíz de lo que era antes de conocerlo, antes de conocer el amor. Y eso me asusta, porque él tiene poder sobre mí, no porque él lo imponga, sino que porque yo se lo doy. Él tiene el poder de hacerme feliz o miserable, tiene el poder de tenerme en la palma de su mano. Aunque no lo sepa, claro. Por eso me da miedo, tengo terror a que con un sólo movimiento por parte de él me vuelva frágil. Pero todo eso sale de mi mente en el instante que estoy junto a él, siendo extremadamente felíz como nunca lo fui. ¡Te amo tanto Pablo, la puta madre!

En este momento Pablo está saliendo de el baño con una toalla amarrada en su cintura, viéndose completamente sexi ante mis ojos.

Que bueno estás, mi amor

Sonrió seductoramente y soltó la toalla. Sujetó un bóxer negro y se lo puso, bajo mi atenta mirada. Mis mejillas estaban rojas, mis ojos estaban viendo fijamente la entrepierna de Pablo, y mi boca está levemente abierta. ¿Quién no se quedaría así viendo a su novio, y más si está tan fuerte como el mío?

- Pablo: ¿Qué mirás, amor?

Me tomó desprevenida. ¿Qué le iba a contestar? "Oh si Pablito, estaba mirando tu pija." NO.
Tragué saliva, mientras levantaba mi mirada hasta encontrar la suya. Él me veía con una ceja enarcada y una expresión divertida. Se estaba burlando de mí el muy hijo de puta. Sin embargo, yo podía ser más hija de puta que él.

Dale Marizza, molestalo un poquito.

Me levanté de la cama rápidamente, ocasionando que mi pijama se suba un poquito dejando ver parte de mi trasero y mi ombligo. Pablo me miró de pies a cabeza.

- Marizza: ¿Sabés qué miraba? - me acerqué lentamente a él, y negó con la cabeza - Algo que... - pegué mi boca a su oreja - Quiero sentir

Él tragó saliva, dándome señal de que mi plan estaba funcionando. ¿No?

- Pablo: ¿Q-qué?

- Marizza: Vos sabés, mi amor.

- Pablo: ¿Me estás dic... - lo interrumpí

- Marizza: Te estoy contestando lo que me preguntaste, Pablo

Me miró confundido, pero entonces yo actúe sorprendiendo a Pablo, pero más a mí, ya que no esperaba hacer eso. Simplemente lo hice. Bajé mi mano hasta su entrepierna y apreté levemente su pija por encima del bóxer.

- Marizza: ¿Ahora sabés lo que miraba?

- Pablo: Mi amor - jadeó

Sonreí. Mi trabajo ya estaba terminado.
Lo solté y me di la vuelta con intención de irme a dormir, pero Pablo lo impidió tomándome del brazo. Me estremecí ante el contacto de su piel con la mía, mientras un calor, que ya había sentido antes, invadía mi cuerpo, seguido por un hormigueo extraño en mi piel.

- Pablo: ¿Pensas dejarme así?

Bajé mi mirada y, efectivamente, Pablo tenía una erección con el simple apretón que mis dedos habían hecho a su miembro.

- Marizza: No. Pienso que... podríamos hacer algo, ¿no?

- Pablo: ¿Qué querés hacer, mi amor?

No sé cómo había pasado, pero realmente me sentía atraída, quería hacer el amor con Pablo de nuevo. Mi plan había fallado, me había ido en contra, aunque poco me importaba. Lo único que quiero es tener a Pablo conmigo en la cama, volver a sentir todo lo de anoche, repetir los movimientos, sentirme así de bien mientras los gemidos se hacen presentes en la habitación ensordeciendo mis oídos.

Me acerqué a él, ignorando su pregunta, hasta estar a centímetros de su cara, lo agarré del cuello y pegué nuestros labios con fuerza, mientras cada centímetro de mi piel deseaba ser besada y acariciada por Pablo Bustamante.

- Pablo: Mi amor, ¿estás segura? - preguntó entre besos

Me daba ternura que lo siga preguntando aunque ya no sea vírgen, él es un amor siempre y eso me da más seguridad para seguir y confiar en él.
Asentí

- Marizza: Si, amor

Me levantó rápidamente, sin cortar el beso, en su torso, yo enredé mis piernas en su cintura por acto reflejo y él me apretó más a él provocando que un gemido escape de mis labios. Eso le dió el "okey" al parecer, porque bajó sus manos hasta mi trasero y lo apretó fuertemente contra él. Yo sentí como su miembro, que estaba totalmente durísimo, chocaba contra mi feminidad, provocando que surja una humedad entre mis piernas.
Solté un gemido.

Caminamos hasta chocar contra una pared, donde me apretó más contra su erección. Yo seguía en su torso. Me separé de sus labios y lo miré, tenía la boca roja e hinchada, sus ojos estaban más oscuros, se veía jodidamente sexi. Busqué su cuello y comencé a besarlo, dejando marcas notables por toda su piel. Él comenzó a sacarme el pijama, por lo que ahora yo sólo estaba en ropa interior al igual que él. Lo besé nuevamente en los labios.
Me bajó de su torso y comenzamos a caminar hasta la cama, todavía besándonos. Caímos en ella uno encima del otro, más precisamente yo arriba y el abajo.

Ahora ya no hay miedos que te detengan, Marizza.

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¡A partir de ahora si se viene lo bueno, eh! O eso voy a tratar de hacer.

Marizza y Pablo, como ya dije en algún momento, van a ser un fuego. 🔥

Gracias por todos sus comentarios, apoyando la historia y halagando los capítulos. De verdad que no esperaba que les guste tanto y tenía miedo de que, por alguna razón, los desilusione. ¡Muchas gracias!

Ah, y antes de que me olvide... ¿Les gusta la nueva portada?

Ahora si, sin más, les mando un beso y nos leemos en el próximo capítulo. ♥️

Eterno amor.  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora