- Señor Blake. - dijo Smith. - Tome asiento.
La brigada de homicidios de Nueva York estaba en un quinto piso de cierto edificio perdido entre los miles que hay en Manhattan.
El capitán Smith era un hombre calvo, con un poco de pelo negro y rizado en la nuca. Y, tal vez para creerse del siglo pasado, fumaba una pipa de madera, echando un desagradable olor a tabaco.
Dylan Blake se sentó. Su jefe echó una bocanada de humo, y Dylan se tuvo que aguantar para no toser descaradamente en frente de su jefe.
- Buenas tardes, capitán. - saludó el policía.
Blake era un hombre alto, rubio oscuro, nariz recta y ojos claros; con la sombra de la barba incipiente. Era ese tipo de hombre que las mujeres codiciaban, y él hacía lo posible para "darles a todas su oportunidad".
Su superior tamborileó la mesa con sus dedos, mirándolo fijo. Trataba de intimidarlo, claro. Eso no funcionaba demasiado en él, a decir verdad, en nadie, pero el capitán de policía estaba seguro de que sí lo hacía, y miraba fijo a todo el mundo, provocando a veces unas cuantas carcajadas.
- Espero que haya tenido una buena mañana, Blake. - respondió éste. Tomó unos expedientes de su mesa, y (¡Oh, Dios, no!) lo miró fijo otra vez. Dylan intentó mantener la compostura, a pesar de la patética mirada.
- Sí, señor, lo he tenido. Ya sabe, un buen café ayuda.
- No estamos aquí para debatir su desayuno, Blake. - soltó Smith.
- Oh, desde luego que no, sólo que como usted preguntaba... Y además de que casi no dormí, usted entiende... - Dylan miró a su jefe con complicidad.
- Tampoco estamos para conversar sobre su vida sexual.
- Desde luego. - volvió a decir Dylan a su jefe.
- Tenemos un testigo. - comentó éste, dando por zanjado el asunto anterior. - una tal Teresa Philips. Dice que vio a Sátiro la noche del último incidente.
- ¿Y cómo sabe que era él?- preguntó Dylan.
Sátiro era un asesino en serie, pero no de cualquier tipo. Asesinaba únicamente a grandes personalidades, entre ellos, el ministro Palm, el senador Woods y la intendenta Peterson, todos ellos del partido republicano, por lo que se sospechaban ya las ideas políticas de Sátiro. Tenía una forma particular de matar; tras pegarles un tiro en la frente, los dejaba con los brazos cruzados sobre su pecho, al estilo faraón egipcio. Luego, firmaba con sangre en la pared. SÁTIRO.
Habían enviado a varios expertos a analizar los escritos, los forenses habían mirado y estudiado una y otra vez a los cadáveres, y tanto Blake como su equipo habían ido millones de veces a examinar los escenarios. Nada. A veces, había habido algunos avances, que retrocedían en cuestión de segundos. En las cámaras se producía un extraño apagón a la hora exacta del crimen, las puertas estaban intactas.
Blake a veces hasta se preguntaba si el criminal era humano.
- No lo sé, aún no la hemos interrogado. - respondió el capitán Smith.
- Sabe que un testigo, de ser verídico, sería algo crucial en esta investigación.
- Así es.
- Pero el último incidente fue hace doce días. ¿Por qué acaba de hablar?
- Tampoco lo sé. La citamos para ésta tarde. Espero que tú puedas hacerte cargo, Blake.
Dylan carraspeó.
- Ésta Teresa... ¿Cómo es? ¿Lo sabe?
- Lo único que sé es que tiene sesenta años.
- Lástima.
- No seas pervertido, Blake. - respondió Smith. - Eres un profesional.
- Y uno bueno.
- Yo juzgaré eso. Ahora vete. Tienes que hablar con el forense.
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Agentes de Prueba
Mystery / ThrillerDylan Blake es agente de policía, de la brigada de homicidios, NY; donde tienen un caso bastante difícil. Una día, recibe una sorpresa: lo llaman de FBI, le ofrecen un puesto, el que tendrá que ganarse, ya que hay otro candidato, un tal J. Dixon. L...