3.─ LOLO

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Caminó.

Trajeado con la ropa del trabajo y por encima su gabardina verdosa, se paseaba por las tumbas de cientos de personas que no conoció y algunas que por más que quisiera no podría volver a ver.

Con un ramo de flores en mano que no significaba nada y poco hacía para aminorar su dolor, sintió como el pasto se hundía debajo de sus pies y las lágrimas se acumulaban en sus ojos soltó un suspiro, llegó a su primera parada.

La tumba ya con rastros de humedad se encontraba cerca de la entrada se arrodilló ante esta y colocó una de las flores en el centro.

─Hola... no sabes lo difícil que es seguir sin ti, alegraste mis días mientras nos fue posible, gracias por todo Raulito, nos veremos luego.─ beso dos de sus dedos y los paso por el nombre de su difunto esposo.

Continuó el camino hacía la tumba representativa que tenían en el medio del lugar, ahí estaba el espacio reservado para cada uno de los héroes del pueblo y la primera tumba puesta era la de su desaparecido prometido.

Él mismo se había ido algunos días y cuando volvió, su única misión era pasar sus días con el pelinegro de lentes y ahora, no estaba.

Todos los demás creían que estaba muerto, él no podía aceptarlo.

─ Mangel, mi niña... no estás aquí, está tumba vacía no representa nada, sólo me queda tu bandada y... la esperanza de encontrarte, algún día te volveré a ver, no importa en que vida, no interesa en cuanto tiempo, te encontraré... vivo o muerto.─ dejó el ramo de flores en donde correspondía, arrodillandose quitó la suciedad de la placa que tenía el nombre del chico y está vez, dejo un beso en su nombre y se colocó de pie.

Sin sacudir su ropa comenzó a caminar hacía el fondo del cementerio, leyendo alguno que otro nombre hasta que llegó a una zona vacía, con algunos árboles que decoraban en fondo, tomó asiento debajo del más cercano y se dejó llevar por sus pensamientos.

Todas las personas que había amado ya no estaban.

Todo lo que tocaba y le rodeaba terminaba rompiéndose o pereciendo y no podía más.

Le dolía.

Había causado mucho daño queriendo y sin pensarlo, tal vez este era su castigo, era lo que se había ganado.

A punto de quedarse dormido, le recordó.

El único que no se había ido, no estaba herido y seguía con una sonrisa.

─¿Lolo?.─ su voz se hizo presente, asustandolo.

Auron estaba trajeado de igual manera, le barrio con la mirada y estaba claro que había salido de alguno de sus múltiples trabajos, probablemente de juez.
Los últimos rayos del sol rodeaban la figura del contrario, haciéndolo ver aún más increíble de lo común.

─Mano derecha, hola.─ saludó con normalidad, haciendo que el rostro de Raúl contraer en un mueca.

─¿Qué diablos haces aquí?.─ su amigo no sonaba feliz al respecto, la luz del día desaparecía con cada minuto y comenzaba a ponerse frío.

─Vine a verlos... ¿y tú?.─ aún sabiendo la respuesta, necesitaba que Auron lo dijera más seguido en voz alta, que aceptara su pérdida.

─También... también vine a verlo.─ el amigo y potencial amante del pelinegro había desaparecido hace algunos meses, una tumba en su memoria también permanecía vacía en algún lugar del cementerio.

El de traje se sentó a su lado, recostandose levemente contra su cuerpo.

─Estaba pensando.─ comenzó con tranquilidad, soltando una pequeña risa cuando su compañero susurro un "milagro", se apego más al cuerpo ajeno.─ eres el único que no me ha abandonado.

─¿Qué dices? Los demás chicos también est─ interrumpió rápidamente.

─Sabes que no es lo mismo, eres mi persona Raúl... me quieres apesar de saber como soy, me apoyas siempre que puedes, te preocupas por mi y lo más importante... estas aquí, puedo tomar tu mano, recargarme en tu costado, respirar tu mismo aire, aún puedo hacer todo eso... gracias por seguir aquí.─

─Bueno, hierba mala nunca muere, ¿no? Me vas a tener que aguantar por un rato más.─ soltó una entrecortada risa a la vez que un lamento quería salir de sus labios.

─Encantado de estar juntísimos, eh, que soy el alcalde, mejor compañero no podrás encontrar.─ mencionó, aligerando el triste ambiente que les rodeaba.

─Algo de razón tienes, vámonos de aquí Lolo, da muy mal rollo estar hablando entre tumbas.─ susurro con diversión su mano derecha.

Auron se puso de pie y le extendió una mano, la tomó sin dudarlo.
El pelinegro aplicó fuerza para levantarle, pero cuando se impulsó, hizo como si lo soltara.
Asustado ya de pie y con el contrario riéndose entre dientes, le miro con fingida molestia.

─Muy gracioso, don comedia.─ mencionó mientras comenzó a caminar, a la salida.

─Lo sé, soy un maestro de las bromas, puedes llamarme Arthur o Joker, elige tú.─ con el último comentario raro del chico, siguieron andando hasta que se toparon con la tumba de Raulito, con la flor roja que dejó en el centro.

─Una pena lo de Raulito.─ comentó su amigo con seriedad.─ buen chaval.

─Bueno, aunque sea tú sigues vivo, ese día los pude perder a ambos.─ Raúl era el psicólogo de su fallecido esposo, un día alguien les asaltó en el consultorio del contrario, asesinando al paciente y dejando lastimado a Raúl, nunca se enteró muy bien de que había pasado, pero no pregunto más, después de todo, su mano derecha debía estar traumatizado.─ Nunca me dijiste exactamente que pasó.

─Bueno, es pasado Lolo, no deberíamos hablar de eso, sólo abrirá heridas.─ el contrario pasó un brazo por sus hombros, apurando sus pasos.

─Tienes razón Raúl, anda, vamos a mi casa a cenar.─ cedió a la par que salían del lugar, dio una última mirada de reojo al lugar donde estaban los que alguna vez le hicieron sonreír y se alejó.

Tenía que centrarse, enfocar toda la frustración al no poder hacer nada por ellos y dirigirla al chico de alegre sonrisa que le rodeaba aún con un brazo, alegando que su día había sido pesadísimo y que un buen filete con patatas le caería genial.

Lo protegeria, como no pudo proteger al de lentes.

Después de todo, era el último rayo de cordura entre todo el mal que le quería absorber.


























Ay Lolooo:(

Espero os guste el capítulo, gracias por leer, votar y comentar.

Un abrazo.♡

The Good Demon                                       ⌈AuronBowl⌋   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora