6.─ BRETT

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Era el día, por fin, lo había descubierto.

La respuesta a por qué lo siguió incondicionalmente todo este tiempo, a como su personalidad se suavizaba tanto al escuchar su voz, lo preocupado que se sentía cuando salía a misiones ó lo rápido que su corazón palpitaba al escuchar su risa inundando sus sentidos.

Estaba enamorado.

Y había sido inevitable, el sentimiento se había colado en el poco a poco desde que lo conoció en las profundidades del pueblo, Raúl le robaba los suspiros desde entonces.

Y ahora que había entendido la realidad de sus emociones, no podía quedarse callado, a pesar de saber que... Raúl pensaba en alguien más cuando se reía con fuerza, que el sonrojo en sus mejillas eran provocados por un tercero y sus tristezas también.

No importaba, le tenía que decir.

Hace ya un par de meses había abandonado la vivienda del de cabellos negros, consiguiendo una pequeña caballa en el pueblo a buen precio, prestando sus servicios a la biblioteca del lugar cada tarde logró pagarla.

Salió con los pensamientos claros y una meta fija en dirección a la gran casa de su amado.

A pesar de la determinación en su corazón, sus pasos tambalearon un poco cuando llegando al jardín del que solía ser su hogar, le vio despedirse del vecino de cabellos cafés y sonrisa brillante.

Se recompuso de inmediato y continuó caminando hacia ambos.

─Buenas tardes.─ llamó la atención de los chicos.

Nunca lo había podido apreciar de tan cerca, pero los rumores que corrían entre las señoras del pueblo eran reales.

El joven héroe Borja no tenía ojos para nadie más cuando estaba en presencia del ojinegro.

Y desgraciadamente para él, pudo ver el característico brillo en los ojos de Auron.

Ambos le dedicaron una mirada, el pelinegro avanzó un par de pulgadas para saludarle con un medio abrazo.

─¡Brett! ¡Hace mucho que no nos veíamos!.─ correspondió la muestra de afecto sin dudarlo bajo la atenta mirada del castaño.

─Bueno Auroncito, me voy, nos vemos luego.─ un guiño de ojo y el claro sonrojo del chico entre sus brazos fue suficiente para soltarlo.

Espero a quedarse a solas con el más bajito de altura, cada segundo que pasaba le hacía dudar más, pero ya era tarde para eso, si se iba a casa sin decirle de frente la verdad, seguiría con insomnio.

─¿Quieres pasar?.─ le preguntó con ánimos su compañero, sin forzarlo, una sonrisa se dibujo en su rostro apenas sus ojos se encontraron.

─Por supuesto Raúl.─ la casa estaba desordenada como cada tarde que recordaba, antes hacían la limpieza juntos, básicamente el recogía todo, barria, fregaba y el resto, el pelinegro le animaba y bromeaba con él en el proceso.

Siempre que en algún punto comenzaba a pesarle, bastaba con insinuarselo a Raúl para que el contrario se ofreciera a preparar su platillo favorito para cenar, extrañaba eso.

─Sin ti esto es un desastre.─ mencionó su amigo mientras caminaba a la cocina, le siguió con cautela de no pisar nada.

─No está tan mal... pero sí.─ una risa fue la respuesta y el sonido de la cafetera, apresuró el paso.

─Uno sin azúcar y cargado en camino.─ camino sin preguntar a la alacena y sacó endulzante natural junto a leche en polvo.

─Otro con leche y dos de azúcar en proceso.─ sacó las tazas con experiencia de un mueble y colocó con cuidado las cantidades exactas.

The Good Demon                                       ⌈AuronBowl⌋   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora