C A P I T U L O 1 2

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- No creo que sea necesario cortarlas todas.- Dijo Vanya al ver a la mujer acercarse a ella con las tijeras.

- Corazón, están maltratadas y sucias, hay que cortarlas.- Vanya suspiró y asintió.

Llevaba con esas rastas tanto tiempo que ya no recordaba y le era difícil soltar ese estilo.

Estaban en la habitación de Emily y su esposo, frente a un enorme mueble que desbordaba utensilios de belleza por todos todos lados y que contaba con un espejo igual de gigante.

- El crecimiento de raíz llega hasta tus hombros así que creo que no quedará tan corto después de todo.- Dijo comenzando a cortar.

Un rato estuvieron en esa situación, cortando y desechando cabello hasta que las rastas estuvieron completamente cortadas y el cabello caía disparejo en sus hombros.

- ¿Qué te parece?- Preguntó la mujer al ver a Vanya tan concentrada observándose.

- Me veo extraña.- Dijo y pestañeó con fuerza.

Si bien es cierto que no tuvo las rastas toda su vida, jamás llevo el cabello tan corto, parecía otra persona, sus facciones se veían definidas en incluso con el cabello disparejo lucía elegante.

- Aún no estas lista, vamos al baño, hay que lavarte el cabello por fin.- Ella asintió y empujó la silla de ruedas hasta donde Emily le indicó.

En otro lado de la casa, la enorme sala de estar, los tres hombres yacían sentados frente al televisor mientras dos de ellos conversaban energéticamente sobre quién sabe qué. Tanner, por otro lado, yacía pensativo en el abrazo de hace un rato atrás.

Llevaba ya casi una hora desde que su madre había llevado a Vanya consigo a su habitación y estaba ansioso por ver el cambio.

La sensación que el cuerpo de Vanya le otorgó era inexplicable, fue increíble la forma en la que sus cuerpos se aferraron el uno al otro; fue como si todo de ellos irradiara paz.

Le hizo dudar, ¿Qué puede estar ocurriendo en su interior como para que un simple abrazo lo ponga de esta forma? ¿Habrá Vanya sentido lo mismo o fue sólo él?

¿Para qué mentir? El chico sabía lo que era sentirse atraído, no gustar de alguien, ya lo había sentido antes con Vanessa, quien definitivamente no era nada fea. Pero... nunca un simple abrazo lo había hecho sentir tan a gusto.

- Y es así como descubrí que estoy enamorado de Vanya- Esas palabras de Tim hicieron a Tanner salir de su ensoñación.

Los ojos de Tanner volaron hacia Tim haciendo a los dos reír como locos mientras el chico se mantenía serio.

- Esa sí fue reacción inmediata.- Mofó su padre haciéndolo fruncir el ceño aún más.

- Es broma, hermano, no es mi tipo.- Dijo Tim levantando las manos en señal de rendición.

- ¿Y cual es tu tipo?- Preguntó Bruce frunciendo el ceño con una sonrisa divertida.

- No tengo uno en específico pero me gustaría una chica que no fuera capaz de dejarme inconsciente de un golpe.- Contestó con diversión Timothy.

- Entonces definitivamente Vanya no es para ti.- Dijo Bruce y una sonrisa brotó de los labios de Tanner.

Le causaba risa que ella fuera tan tierna pero tan dura al mismo tiempo.

- ¿Y tú, Bro?- Tanner enarcó una ceja en su dirección.- ¿Crees que Vanya es tu tipo?

- Lo veo díficil, luego de haber estado con Vanessa no creo que esté con alguien como Vanya.- Eso hizo confundir a Tanner.

Ni siquiera le gustaba Vanessa realmente.

- Pero las personas cambian y lo de esa chica fue hace mucho, además, ni siquiera a mí me agradaba Vanessa ¿Y sabe qué es díficil? Que a mí no me agrade una persona.- Tanner asintió dándole la razón.

La verdad no comprendía porqué alguien como Timothy era amigo suyo, a sus ojos, él era increíble y alguien de excelencia pero la verdad es que nunca ha sido alguien muy sociable, o que disfrute conocer gente nueva... Todo lo contrario a Tim.

- Pues en realidad, papá, me agrada Vanya.- Habló por primera vez Tanner haciendo que su padre lo mirará sorprendido.

- Yo creo que comienza a gustarte.- Dijo Tim haciendo que sus palabras se incrustaran en la cabeza de Tanner.

- Es muy rápido para sacar esa teoría ¿No crees?- Cuestionó el castaño más como una duda para si mismo que otra cosa.

- En realidad, hijo, no importa el tiempo sino la química, lo que conozcas a esa persona.- Comenzó el padre.- Y tú conoces mucho de ella, prácticamente la salvaste y pasan mucho tiempo juntos... Es cuestión de tiempo.

- ¿Crees que sea posible?- Preguntó su hijo dando vueltas al asunto.- ¿En tres semanas?

- Pues hay atracción por lo menos, y no lo veamos como semanas, calculemos en horas.

- De las veinticuatro horas del día estás junto a ella 17, solo porque el resto estás durmiendo.- Continuó Tim

- Quizás podrían ser más, si sumamos cuando te levantas temprano o cuando se quedan despiertos hasta tarde...- Y Tanner interrumpió a su padre.

- Basta, basta, van a enloquecerme.- Dijo con cierto tono de fastidio exagerado echando su cabeza hacia atrás.- Me están confundiendo.

- Bien, solo puedes hacer una cosa.- Solucionó Bruce mirando a su hijo.- Espera un poco, un mes más, quizás, y ahí tendrás más claro lo que pasa.- Entonces el chico asintió y centró su atención en otra cosa mientras ambos comenzaron a conversar sobre cosas que a Tanner no le interesaban.

Hasta que su padre no lo expuso, Money no había notado todo el tiempo que pasaba junto a ella. Que incluso dejó de asistir a clases por eso.

En realidad la preparatoria no le presentaba ningún problema, aunque suene mal, su padre daba donativos anuales y tenía al director en la suela de su zapato, solo hacer una llamada pidiendo ser evaluado desde actividades en el hogar era suficiente para que se hiciera su voluntad.

Él sentía que tenía al mundo en sus manos, podía hacer lo que quisiera con él.

Un llamado de su madre a su padre para ayudar a bajar la silla de ruedas lo alejó de sus pensamientos. Vanya estaba lista.

Cuando la silla ya estuvo abajo no podía creer lo que veía.

Su cabello ondulado naturalmente hasta la altura de sus hombros, un hermoso moño que recogía la parte delantera de su cabello en una coleta en el centro de su cabeza con un pequeño tocado de mariposa lleno de brillo como cereza del pastel. Su rostro lucía pulcro, sin una sola imperfección, todas las pequeñas cicatrices que habían en su rostro fueron escondidas cuidadosamente con maquillaje, sus mejillas sonrosadas y brillantes, sus ojos con un simple delineado y sus largas pestañas, sus labios desbordaban un precioso color rosa pastel que lo hacía dudar que esa fuera la chica que vio y escuchó meterse en tantos problemas y peleas.

Ella realmente estaba hermosa y, la verdad, se sentía muy hermosa. Jamás se había lavado la cabeza con un shampoo que oliera tan bien, ni había sentido su cara tan suave, ni sido tan bien cuidada y tratada en un solo día.

Ella estaba viviendo exactamente lo que soñó cuando esperaba que su padre y su madre volvieran por ella.

Su ropa era una pijama de seda sencilla de color rosa pastel, corto, que le daba un toque relajado y sensual. Se sentía toda una mujer.

Y la sensación mejoró al cruzar vistas con Tanner, quién estaba impactado con la transformación.

Era imposible negar que ella lucía hermosa, casi tanto como él, sin exagerar.

Caos PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora