Capitulo 20 (Editado)

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Capítulo 20



¿En qué momento cambió tanto? ¿En qué momento dejó de ser el hombre tan poderoso, para terminar así? Recordó su reencuentro. Lo que sintió en ese instante al verlo de vuelta, luego de tanto dolor. Recordó sus ojos azules observándola fijamente, acusándola sin parar. Su rostro perfecto y su cuerpo atlético en un traje hecho a medida, cómo nunca lo había visto. Dimitri era un hombre muy apuesto y se notaba poderoso, pero esa noche no se lo parecía.
Maya observó con mucha claridad cómo le temblaban los hombros. Notó en él una muy clara angustia y una clase de dolor que brotaba de su pecho. Sintió compasión, sintió un poco su dolor.
Tenía muchas ganas de acercarse a él, rodearlo en un abrazo y consolarlo. Quería acariciarle el cabello y decirle que todo estaba bien, que ella estaba ahí. Sin embargo, no lo hizo y no lo haría, de eso estaba segura.

—No, Dimitri. —dijo la mujer con lentitud queriendo ser clara. —Ni siquiera hay lugar para dormir, mi cama es muy pequeña.

Los ojos del hombre se abrieron un poco ante su respuesta, y fue capaz de deducir por sus expresiones que buscaba alguna excusa ante ella.

—Ya hemos dormido juntos. —respondió él como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Maya no creía lo que escuchaba. Debía de estar bromeando o realmente ya había perdido la cabeza completamente.

—Estás muy borracho. —soltó sonando tranquila mientras daba un paso lejos de él. —Mejor dime, ¿a quién llamo? Se está haciendo tarde y debo descansar.

Él negó repetidas veces.

—No tengo a nadie.

Y ante sus palabras algo se activó en ella. Algo que guardaba para sus adentros desde hacía bastante tiempo.

—¿La rubia que vino a buscarte la otra vez? —soltó con mucha brusquedad está vez queriendo ser lo suficientemente grosera al decirlo. —Se nota que se preocupa mucho por ti. —dijo antes de meditar lo que decía, aun así, no creía que Dimitri se acordaría de algo al día siguiente.

Para su sorpresa, él hombre soltó una dulce carcajada. Con ello sus ojos claros y peligrosos se tornaban brillantes y mucho más expresivos.

—Estás celosa. —era definitivamente una afirmación.

En el rostro de Maya se formó una expresión de sorpresa. Le era imposible creer que él en ese estado dijera tales cosas.

—¡Claro que no! —se apresuró a decir. —Estás totalmente loco. Se nota que no sabes lo que dices.

—Sí sé. —le sonrió. —Estás celosa de esa mujer. —dijo mientras pasaba sus manos por su cabello repetidas veces. —Pero no te miento, Maya. —su voz se apagó al igual que el brillo se desvanecía de su mirar. —No he tendido a nadie desde que te perdí. Tú más que nadie sabes que eras lo único que me importaba, lo único que me hacía querer ser mejor.

Maya suspiró al escucharlo. Sabía que se iba arrepentir, pero Dimitri no se iría y a ella le comenzaba a dar mucho frio estar ahí parada en medio de la noche.

—Te dejaré pasar solamente para que llames a alguien y te recoja. Nada más.

Él asintió repetidas veces como un niño pequeño ante eso.

Entró detrás de ella, con pasos firmes. A Maya le fue imposible no ponerse un tanto nerviosa ante el gesto. Se dirigió con rapidez al cuarto de baño una vez dentro con la intención de pensar un poco mejor las cosas estando alejada de él. No encontró algún pensamiento que la convenciera de que estaba haciendo las cosas correctas. No después de todo lo que él le había causado, aun así no quiso correrlo. Se veía muy mal y ella a pesar de todo era una mujer bondadosa, y el pensamiento de que algo malo le pudiera pasar gracias a su estado, la terminó de convencer.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora