°|Prólogo|°

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Otra vez volvía a suceder, Kiersten era abusada por Homero su patrón, ya llevaba 6 meses de está manera, Juliun, no veía el momento para sacar a su amada de tales garras, pero ¿Qué podía hacer él? Si tan sólo era un peón más de aquella casona.

Kiersten llegó a parar a manos de Homero, pues su tío, debía saldar una deuda que tenía con aquel hombre.

-¿Qué mejor manera de deshacerme de aquella mocosa?- Fué lo que su tío pensó, mataba a dos pájaros de un tiro, deshacerse de aquella niñata que llegó a parar a sus manos por culpa de que -el idota de su hermano- tuvo un accidente junto a su esposa y, quitarse al intenso de Homero de su camino y poder desaparecer para siempre.

Kiersten fue entregada a Homero con tan sólo 16 años recién cumplidos, llegó hacia aquella casona llorando, desesperada sin saber el porqué aquel hombre se la llevaba y su tío no objetara.

El día que Kirsten pisó por primera vez aquella casona que se encontraba en un paraje muy lejano a muchas horas de la ciudad más cercana, pues a su alrededor todo era bosque y más bosque, Juliun se encontraba barriendo, él era uno de los tantos encargados de caballos pero aun le quedaban algunos minutos de descanso, cuando de repente, el sonido de carros llegando a toda velocidad lo hizo voltear, curioso vio como una chica de cabello color chocolate, ojos grises y de mirada pérdida pero furica pedía a gritos que por favor la dejarán libre, que ella no tenía la culpa y no sabía por qué estaba en aquel lugar.

Juliun sintió como el corazón se le detuvo por un instante y reanudo su marcha, al ver tanta belleza, fue como amor a primera vista. Él no lo vio de esa forma, pero se sintió muy mal al ver que aquella chica de piel blanca había sido llevada a la fuerza como a muchas chicas les pasaba y terminaban siendo sirvientas en la casona o la proxima diversión de Homero, Juliun sintió terror por aquella muchacha pues temía que ella cayera para segunda opción.

Kiersten por su lado, lanzaba patadas, puños, arañaba a tantas personas se le cruzara sin ver a quien. Tuvieron que inmovilizarla, pues tanta fue su desesperación que en un vago intento por librarse, quitó y apuntó con una pistola a Homero y disparó.

Parecía que la suerte no estaba esta vez del lado de Kiersten, pues tal pistola tenía puesto el seguro. Homero al ver el intento de asesinato que aquella muchacha intentó cometer, se volvió loco, le ordenó a sus trabajadores que la llevaran al cuarto negro, cuarto en el cual Homero solía castigar a quién lo desobedeciera o se portara mal.

Juliun al ver lo que aquella muchacha hizo sintió tanto terror por primera vez pues ella no sabía que al hacer eso peores consecuencias serían las que tendría que soportar, Juliun sintió un nudo en su estómago al ver a donde dirigían a la chica.

Kiersten fue encadenada de ambas manos y ambos pies, su ropa fue rota por los trabajadores quienes solo la dejaron en ropa interior, mientras ellos se burlaban y le propinaban algunos golpes ella lloraba a mares, suplicaba que la liberaran, pero todos hacían oídos sordos cumpliendo las órdenes de su patrón, hasta que llegó Homero para darle según él su merecida lección.

Homero entró hacia aquella habitación que se encontraba lejana de la casona, arrastrando una correa en un mano y una fina hojilla en la otra, Homero en su mente retorcida estaba fascinado con aquella muchacha puesto que nadie lo había desafiado de aquella manera, sintió emoción por tener a alguien no solo que le diera placer sino también que fuera su nuevo juguete de entretenimiento.
Pero mucha más emoción sintió al saber que con ella desafiandolo podría empezar a prácticar nuevas tácticas de tortura. Algo por lo que el muy enfermo Homero le encantaba.

Kiersten entró en pánico cuando las personas que la amarraron y desvistieron desaparecieron dando lugar a Homero, el verlo no fue lo que le dió tanto miedo, sino los objetos que en cada mano sujetaba y aquella mirada siniestra que le brindaba.

Kiersten sin poder contenerse más gritó, con esperanza de que alguien la sacara de ahí, Homero tratando de no reírse ahí mismo observaba como la estúpida pedía auxilio, y lo que ella no sabía es que nadie iba a hacer nada por más que ella pataleara, gritara o llorara. Homero sabía que, una vez al traerla aquí, pasarían dos cosas, o la mataba o envejecía obedeciendo.

Homero siendo un hombre orgulloso, con furia pensó en ser cruel, enseñarle de una vez que a él nadie le iba con juegos ni subestimación, mucho menos con intentos de asesinato hacia él, le iba a enseñar que él era la ley, y que si ella no se adaptaba pues... tendría que aguantar las consecuencias.

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Y bueeeno ya le damos inicio a esta dramatimagica novela... Diganme que opinan los estaré leyendo.

Agradezco mucho sus votos y comentarios.

Crónicas De Un Grito (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora