Parte única

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    En medio del confinamiento en mi propia casa pocas cosas me entretienen. En nuestro día a día todos en algún momento deseamos tener algo de tiempo libre, ya sea para simplemente disfrutar de un cómodo silencio con una taza de agradable café humeante en las manos o para poder levantarnos tarde alguna que otra vez. En mi caso, es totalmente lo contrario.

    Cuando cierro mis ojos, de pie en la sala de estar, puedo ver con claridad dónde está ubicado cada mueble o mesa de la casa, cómo si mis párpados fueran transparentes, y aunque constantemente los muevo, de alguna u otra manera vuelven al mismo lugar. Todo está limpio; los trastes de la cocina, la ropa. La cama está tendida. He leído todos y cada uno de los libros de mi extensa biblioteca (incluyendo los atlas y los educativos), y me sé de memoria todas las canciones que suena la radio, hasta las que no me gustan. He bailado y hecho tanto ejercicio que creo que ya bajé una o dos tallas.

    Abro la puerta del refrigerador  y no se me antoja nada de lo que hay allí, aunque esté llena y pueda escojer que llevarme a la boca, ya no le queda espacio a la ansiedad en mi interior. Sólo duermo unas tres horas por las noches mientras escucho el ruido de la ciudad.

    Me siento en el suelo de mi balcón, aunque tenga un cómodo sillón al lado, y miro a la gente caminar en la calle, todos apurados en hacer quien sabe qué. Algunos hablan asorados por el móvil y otros sonrien mientras se hablan en vivo y en directo; los perros caminan junto a sus dueños moviendo sus colas, mientras que los ancianos, en un intento por mantenerse activos, le dan quien sabe cuantas vueltas a la cuadra.

    Algunos en la vía conducen sus camionetas como condenados, mientras otros, más ecológicos, van en sus bicicletas. Extrañamente siempre son las mismas caras, las mismas risas, los mismos perros con los mismos dueños, los mismos ancianos con mallas corriendo por las calles donde transitan las mismas camionetas.

    A veces siento que lo que diferencia cada día se me escapa entre los dedos como el agua. Todo me parece monótono y repetitivo. Nisiquiera sé que día es. Perdí la cuenta de los días al llegar a las dos semanas de encierro, solo sé que es domingo cuando ella viene.

    Una vez a la semana, una jovencita de unos veinte años que me parece la única capaz de volver mi vida diferente dentro de estas paredes, aparece para hacer su trabajo de llenar la alacena y los quehaceres correspondientes.

    La puerta se abre y es ella quién aparece (hablando de la reina de Roma..) oculta tras sendas bolsas de papel con algo de prisa. Tras acomodar sus zapatos en el mueble junto a la puerta, deposita con un suspiro cansado las bolsas en el comedor. Liberó su larga melena castaña que traía recojida en un moño y masajeo su cuello, acto seguido colocó un celular en la mesa y tomó las pesadas compras con dirección a la cocina. Seguí todos sus pasos con mis ojos.

    Para mi, Rin era algo nuevo dentro de la cotidianidad de mi vida; aunque era la misma, cada vez que aparecía tenía una ropa distinta, un peinado distinto y una expresión distinta. A veces aparecía muy alegre, como otras pocas cabisbaja y triste; siempre había una historia diferente en el porqué de sus expresiones y sin que yo le preguntara, terminaba contándome casi todo después de haber hecho el amor aún acostados en la cama. Ahora estaba algo triste, ya me enteraría porqué.

    Seguí viendola fijamente. Ella parecía no notar que yo estaba allí. Y después de corroborar absorta las fechas de vencimiento en los empaques y las latas, y desinfectar hasta los huevos, por fin se dió media vuelta y me miró.

-- Hola-- saludó ella fríamente
--Hola -- contesté de la misma manera
-- No va a usar el teléfono?
    Miré el celular que había dejado antes en la mesa pensativo. Las únicas veces que usaba un celular eran cuando ella venía. Las únicas personas con las que podía hablar eran mis padres, no había nadie más a quien quisiera hablar, o mejor dicho, escuchar. En la soledad de mi encierro no tenía mucho que contar.

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⏰ Última actualización: May 29, 2020 ⏰

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