13.

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Manuel.

Salí de mi casa a mi encuentro con Bia, todo iba bien a excepción de que en lo poco que estaba con ella sentía que siempre nos observaban, nuestra relación seguía en secreto más que nada por mi madre. No sabía que Bia era aquella niña de cuando éramos chicos y no pensaba decírtelo por ahora.

El clima estaba un poco frío agradezco por cargar una sudadera la brisa se ponía cada vez más fría, el viento me daba directo en la cara haciendo levantar mi cabello.

Camina y camina llegue al parque fuera de la casa de Bia. En lo que llegaba veía a todas partes esperando verla.

No estaba.

Mire el reloj, ya era la hora, pero no estaba. Que raro siempre es puntual. Busque uno de los asientos vacíos y me senté a esperar, pasaron algunos minutos y nada. Tuve en impulso de ir a buscarla a su piso, pero recordé que aquí no estaba, ¿se habrá atrasado? O ¿estará allá?

Decidí esperar mientras jugaba uno de los jueguitos celulares, el cielo se había cubierto de nubes grises iba a llover, de eso estaba muy seguro.

Estaba perdiendo un poco la paciencia cuando a lo lejos la vi.

La parte de cabello que no estaba cubierto por su casco venía en el aire; con su bolso y su bicicleta a toda rapidez. Pensé que al llegar se caería pero no pasó.

—Hey —exclamó bajándose de la bici y quitando su casco de protección.

Sonreí—. Hola.

—Lamentó la demora, Mara me detuvo fuera del Fundom y no pude negarme a escucharla.

Mara...Tiempo que no se de ella.

—Valla, ya decía yo que no eras de las "impuntuales"

—Claro que no tonto, trato de llevarme bien con ella, pero no me creo el cuento de que quiere ser mi amiga. Por eso no cambia nada.

—En fin, ¿Quieres ir por un café?

—Me encantaría, pero deja guardar mi bici.

—De acuerdo. Te espero.

***

Llevábamos un rato caminando —últimamente eso se da muy bien— hasta que encontramos una cafetería. Entramos y buscamos una mesa vacía.

—Justo a la ventana como me gusta, —murmuró.

—Igual a mi.

Pedimos los cafés.

—¿Que hiciste hoy? —preguntó bebiendo de su café.

—No mucho —hable—. Solo practicar el piano y ayudar a mi madre en algunas cosas.

—Es raro que no me reconozca. Aún no me lo creo.

—Ni yo, pero creo que es mejor así.

—¿Crees que algún día se entere, o nosotros le diremos?

Estire mi mano y agarre la suya con un suave apretón.

—Eso lo sabremos en un futuro, por ahora a disfrutar. —le sonreí y ella también.

Do you still love me? [binuel] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora