Ichi; 一.

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―Dango... Dango... Dango, daisakuko. –una cachorra de oso cantaba a la vez que sorbía de su chocomilk, sus pies se mecían levemente en el aire.

―Torpe Taeoh, no es daisakuko– el niño de tez morena le ofreció un mordisco de su emparedado. ―Es daikazoku*, ya ni en tu propio idioma sabes hablar. –Sujeto una de las servilletas que se encontraban en la pequeña mesa de madera y posteriormente limpió sus mejillas de manera brusca, repitiendo el acto pero en los mofletes de su hermana.

―Taehyung, no le hables así a tu hermana, vas a hacerla llorar. –El gran cuerpo de su tío le hablo desde la gran cocina, se había percatado de la conversación de sus pequeños, también de cómo la menor había comenzado a sollozar porque su hermano le había dicho "torpe".

―Pero no lo está cantando bien, además de que no me dejó ver Sailor Moon. Yo debería estar llorando.

Jiyong suspiró rendido ante los reclamos de su sobrino, aquellos oseznos definitivamente habían cambiado su vida por completo. Cuando su hermana había llegado a darle la gran noticia de su embarazo nunca se imaginó que acabaría de esa forma; con su hermana mayor difunta y a cargo del cuidado de sus pequeños oseznos, nunca le molestó el hecho de que tuviera que cuidar de ellos, en cambio se sentía feliz de por lo menos ayudar de esa forma a su ausente hermana, criarlos como los hubiese criado Dara. Él realmente los amaba tanto como su corazón de oso le permitía y daría todo por ellos.

Vivía solo en su casa por lo que la compañía de esos pequeños revoltosos lo único que lograban era llenar el vació casi permanente en su corazón. Sabía que nunca se había propuesto ir por el amor de alguna osita, simplemente iba de una cama en otra sin ningún tipo de ataduras tal y como él prefería, y ahora que las cosas cambiaron no tenía tiempo para pensar siquiera en volver a su antigua rutina en épocas de celo.

― ¡Buenas tardes!

La campanilla de la puerta interrumpió sus pensamientos captando la atención no sólo de Jiyong sino la de sus pequeños también. ―Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarle joven?

A Taehyung le causaba gracia como su tío quién recientemente había cumplido 27 años hablaba como un señor muy mayor. Taeoh aún seguía llorando silenciosamente y no por la forma grosera en la que su hermano le había dirigido la palabra, sino porque su personaje favorito había sido olvidada por los que la habían estado acogiendo. ¿Cómo una pequeña de tan sólo ocho años podía amar aquel anime tan deprimente?

―Mis pequeños querían un pastel y me habían recomendado esta cafetería, ¿podría mostrarme su menú?

Jiyong dirigió su mirada hacia abajo, notando recién los cuerpos de dos cachorros, ambos con sus orejitas de lobeznos aún adornando sus cabecitas. ―Claro, permítame un momento. Tae, ¿me ayudas con los clientes? Llévalos a una de las mejores mesas.

Ambos cachorros habían volteado hacia su tío, un gran dilema que les llame Tae a los dos, pero sin decir nada ambos se levantaron de sus asientos y dirigieron sus pies hasta dar con la mujer. ―Por aquí.

Hablaron ambos al unísono.

―Mira Jiminie, Yoonie, podrían ser amiguitos. –La joven loba les sonrió a los pequeños que aparentemente eran mellizos. Taeoh se cohibió en su lugar, nunca podía hacer amigos porque se sentía intimidada. Su zona de confort era su hermano y su tío, nadie más podía salir ni entrar.

La pequeña osita se alejó inmediatamente y corrió hasta subir las escaleras que daban con la casa. ―Uh, perdonen, a Tae le dan miedo... ¿las personas?

El niño los llevó hasta la mesa que daba con la gran ventana, desde esta se podía apreciar el lago y el enorme bosque. ―No te preocupes pequeño, Yoongi y Jimin son iguales. –Habló su madre al notar como sus pequeños tampoco hacían esfuerzo por acercarse ni voltear a mirar al niño, debía rendirse. ―¿Son gemelos?

―Sí, ambos nacieron del mismo vientre el mismo día. –Respondió Jiyong llegando a la mesa llevando consigo el menú de su cafetería. Le tendió la carta a la joven y acarició los cabellos desordenados de su sobrino indicándole que podía ir a rescatar a su pequeña hermana. ― ¿Ellos también son gemelos?

La omega negó con una sonrisa plasmada en sus labios achicando sus ojos en una linda eyesmile, tenía una larga melena castaña que se ondulaba en las puntas, su tez era un poco morena y sus mejillas eran adorables. Sí, Jiyong estaba seguro de que era una loba joven. ―No, Yoongi nació un año antes que Jimin. –le comento a la vez que señalaba al mayor que suponía era Yoongi y al menor, Jimin. ―Aunque Yoongi no parece mucho mi hijo, es gracias a mi pareja que salió así de pálido.

Soltó una dulce sonrisa jugando con el cabello de su niño. Jiyong asintió con una sonrisa mostrando sus perlas. ―Perdona que parezca una entrometida pero, ¿Los crías sólo?

―Sí, su madre murió cinco años después de que nacieran.

―Oh, lo lamento mucho, ¿llevaban mucho tiempo juntos?

Jiyong negó con una sonrisa débil. ―No era mi omega, era mi hermana mayor. La última vez que la vi con vida fue cuando aún andaba con una gran barriga demostrándome su embarazo, luego simplemente una noche llegó una llamada y con ella entraron los pequeños a mi vida.

Chaerin de pronto sintió la necesidad de brindarle un abrazo al joven. Debió suponerlo ya que se veía relativamente joven, como si fuese su hermano mayor y no su tío. Aún que ella no le superaba en edad, su embarazo fue algo de lo que su madre no se enorgullecía ya que era muy joven. ―De verdad lo lamento. Pero ellos tienen la suerte de tenerte a ti, se ve que son dos pequeños increíbles.

―Gracias. Casi no los veía ya que mi hermana se mudó a Japón, pero ahora están conmigo, no de una manera que me hubiese gustado pero algo tiene que salir bien de todo lo malo, ¿no?

La loba asintió con una triste sonrisa en sus labios terminando así la frágil conversación, la omega le indicó que pastel querían y Jiyong se retiró para ponerse manos a la obra.

Luego de unos cuantos minutos Jiyong apareció nuevamente con el postre en manos y se los situó delicadamente en la mesa.

― ¡Oh santa Luna! Este pastel es el mejor que he probado en mi vida.

Jiyong sonrió con orgullo al mirar a la joven saboreando el pastel con una expresión de satisfacción, siendo imitada por sus hijos que no paraban de comer. ―Señor, muchas gracias por crear un pastel así de delicioso, ni mi abuela cocina tan rico.

Dijo el mayor de los cachorros sorprendiendo a su madre, ya que Min Yoongi nunca daba halagos por nada. Pero ciertamente los tres coincidían con las palabras del mayor de los cachorros.

–Me alegra que les guste. ¡Vuelvan pronto!

Se despidió el gran oso de sus clientes una vez ellos terminaron su comida y pagaron.

Lo que nunca se espero fue que el pequeño cachorro pálido y de pocas palabras volviera a la cafetería años más tarde, sólo para probar de su comida nuevamente.

Porque Yoongi se había enamorado de su repostería.

¡Horonigai kuma! ;myg. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora