Shipp de Cochi x Secuaz, esta historia como todas las que publicare, son cosas que me llegan ala cabeza de la nada xd si les gusta bien y si no, también esta bien
El sol comenzaba a salir, iluminando así el pueblo de Karmaland, el cual era liderado por el ahora alcalde Luzu, donde una parte del pueblo no estaba conforme con ello, otros estaban bien con ello, mas eso no le había sentado bien a una persona en particular. Los días pasaron y la alcaldía de Luzu, se había vuelto una tiranía o una especie de imperio para el pelicastaño, dicho por algunas personas del pueblo y los héroes de Karmaland, más sus fieles secuaces estaban a su leal servicio, sin importar lo que la gente dijera o hiciera, porque debido a esto, se dio paso a lo que más adelante se convertiría en una revolución por Karmaland, comandada por el ex candidato y a quien le arrebataron la alcaldía, Alex Quackity o Don Quackity, como ahora se le estaba llamando por quienes apoyaban su causa.
- ¡Esto no puede seguir pasando! En serio que no entiendo como esto pudo llegar tan lejos... No tenía por qué salir así... Quacks- la impotencia, como la tristeza se podía notar en el pelicasaño, que se encontraba reposando en su silla.
- Mi alcalde, podría dejar de fantasear con el líder de la rebelión y seguir con su trabajo, si no es molestia- con una voz calmada, pero con un ligero tono de molestia, provenía del asistente.
- Eh... si si, lo lamento -un ligero color carmesí se hacía presente en el rostro de Luzu- A lo que les llame, me llegaron fotografías e información de los culpables que atacaron a sus compañeros que traían el cargamento de armas.
- Esos malditos... ¡Tienen que pagar por lo que hicieron! - decía con furia uno de los secuaces, uno de los cuales encontró los cadáveres de sus compañeros.
- Esto fue... una sorpresa para todos nosotros, pero nos encargaremos de que paguen por sus crímenes- dijo el asistente.
- No conocemos los nombres exactos de los responsables, pero sabemos que se estaban hospedando en la iglesia, así que mande algunos de ustedes a cerrarla temporalmente, lo más seguro es que estén rondando por ahí, mantengan los ojos abiertos y si los encuentran, tráiganlos ante mí - todos los presentes asintieron ante la orden de su jefe, dando por concluido la reunión y volviendo a sus puestos de trabajo.
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La oscuridad de la noche había llegado, a pesar de los problemas y atentados en contra de la presidencia estos últimos días, la noche era serena, la brisa era agradable y el sonido de los insectos eran tranquilizadores, una hermosa vista y un lugar relajante era donde se encontraba uno de los secuaces que estaba en la misión de buscar a los responsables del atentado contra sus compañeros, más la inmensa tranquilidad y belleza del lugar lo atrapo, fue hasta que escucho unos ruidos y gritos no muy lejos de ahí.
