Prologo

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Londres, septiembre de 2011

Estaba parado frente a la mesa, temblando como si fuera la hoja de papel que se encontraba frente suyo. Ese pedazo de papel en cuya superficie las letras se organizaron para formar las más letales palabras que podía imaginar. Ese pedazo de papel que significaría su ruina emocional, que atentaba contra él, contra sus sentimientos, contra su bienestar, contra su estabilidad emocional. Contra su libertad. Ese pedazo de papel que debía firmar, en el cual debía autorizar y establecer su consentimiento frente a algo que lo mataría internamente. Algo que jamás hubiese preferido, algo que lo destruiría y lo debilitaría hasta consumirlo.
Pero no tenía otra opción, simplemente estaba atrapado en un callejón sin salida cuyo único consuelo eran unos brillantes ojos esmeralda y el deseo de seguir viéndolos brillar. Haría todo por él, se sacrificaría y se inmolaría siempre y cuando eso lleve aparejado la reducción del dolor para su sol, como él lo llamaba. Porque para Louis, Harry era su eterno amanecer, aquel que le traía calidez y lo iluminaba con su inocencia.
Sí, definitivamente haría todo por seguir viéndolo sonreír, incluso si eso significaba dejar de lado sus propios deseos.
-Señor Tomlinson, debe firmar.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la grave voz de Jackson, el director ejecutivo de Sonic, la empresa discográfica que representaba a la banda. Levantó su vista y lo miró profundamente, sin recelo, sin importarle la incomodidad que le generó a este. Al contrario, disfrutándola.
-Louis, ¿podes firmar, por favor?- Samuel insistió, su propio manager hablando en este momento.
Suspiró y tomó la lapicera. Se inclinó y apoyándose sobre la fría mesa leyó: "El Sr. Tomlinson y el Sr. Styles tienen prohibido demostrar cualquier tipo de afecto en público, sin excepción. Deberán, de ahora en adelante, mostrarse antipáticos o indiferentes frente al otro."
Aquel era el primer párrafo del contrato, las primeras líneas que daban paso a una serie enumerada de cláusulas de deberes y obligaciones. Que le cortarían la libertad y que debía mostrar su "consentimiento" con su firma.
-Louis- Samuel volvió a pronunciar su nombre, exasperado. Llevaban más de veinte minutos en el escritorio viéndolo deliberar y luchar con sus pensamientos. 
-Ya voy- dijo finalmente y le quitó la tapa al bolígrafo.
Casi sin pulso lo acercó a la sección donde se suponía debía dejar su sello personal, donde avalaba su propia ruina. Cerró sus ojos y tomando una bocanada de aire, firmó.
-Excelente, con esto estaríamos entonces- sonrió Jackson, satisfecho. Samuel asintió.
-Louis- lo llamó. Este levantó su mirada del piso. -Podes irte, cualquier cosa que necesitemos vuelvas a firmar te avisamos.
Asintió, aún aturdido por lo que acababa de hacer. Pensó que jamás los dejaría manejarle la vida de aquel modo, pero en el fondo no le importaba si eso significaba que su joven amado no sufriera tanto. Con sus cortos dieciocho años no se merecía tanto dolor, no, él haría todo para alivianarle el peso. Aunque no era mucho más grande que él, con sus veinte años lo único que sabía era que jamás amaría tanto a alguien como amaba a Harry, y que estaba dispuesto a todo si se trataba del bien de su amado.
Lo encontró fuera, en el pasillo. Sentado en una silla, con la cabeza entre sus manos y sus codos en sus rodillas. A unos metros de distancia pudo notar su espalda contraerse y casi que podía oír su llanto silencioso.
Se acercó lentamente, con respeto y comprensión, y se agachó frente suyo.
-Lou...- susurró levantando su vista.
Él le sonrió y asintió, mientras le sacaba las lágrimas con el dorso de su mano.
-Sí, mi sol, acá estoy.
Con una mirada desesperada le transmitió todos sus miedos, le desnudó sus temores y sus preocupaciones y se dejó consolar por aquellos ojos zafiro que sólo querían ver brillar a los esmeralda, incluso si eso significara que ellos mismos se apagasen.
-¿Firmaste?- dijo en un tono consternado.
Louis le sonrió de lado y dejó un beso en su mejilla.
-Firmé, amor. Ahora vas vos- declaró suspirando.
Harry explotó en llanto nuevamente y no pudo evitar soltar un grito desgarrador.
El mayor se bloqueó con el dolor que manifestaba su amado y comenzó a decir palabras sueltas de consuelo, intentando calmarlo, acariciando sus hombros, tomándolo del rostro; pero anda parecía calmarlo.
Lo refugió en su pecho y lo arropó, hasta que su llanto se tornó en espasmos y su respiración se regularizo poco a poco. Mientras tanto, le susurraba las notas de una canción que tiempo atrás le había dedicado.
-Bebé, yo te dije que no firmaría así porque sí- Louis dijo en un bajo tono de voz.
Harry lo inquirió con la mirada.
-Antes de hacerlo, me asegure que incluyeran la posibilidad de vernos siempre que quisiéramos, el tiempo que quisiéramos y donde quisiéramos. Por supuesto, siempre que no sea en público.
Lo apretó más en su pecho. Él estaba destrozado por dentro, pero más le importaba que su amado se tranquilice. Era muy joven para pasar por aquello, no se lo merecía. En verdad, el tampoco, pero aunque fuera tan sólo dos años mayor, estaba dispuesto a dar todo por él; a quien veía como un pequeño niño que a los dieciséis años audiciono para un reality show persiguiendo sus sueños y se había enamorado. No era culpa de él haberse enamorado. Suya tampoco, por supuesto, pero al menos él tenía diecinueve años y creía comprender más como se manejaba el mundo homofobico-capitalista.
En cambio, ¿como le decía a un niño de diecisiete años que estaba mal que ame? ¿Que no podía amar libremente? ¿Que debía esconderse detrás de las puertas para demostrarle a su novio el amor que le tenia? Siendo que el primer amor es el más intenso y el más fuerte, ¿cómo le afectaría?
Eran preguntas que a Louis lo atormentaban y por eso había decidido tomar las riendas de la situación, haciéndose cargo de revisar el contrato punto por punto y de incluir otros que podrían hacerlo sonreír a su pequeño Hazz.
Lo que Harry no sabía era que dentro de esas cláusulas obligatorias, Louis había expresado su consentimiento sobre futuras relaciones que encubran su homosexualidad. Es decir, la discografía podía obligarlo a salir con una chica y mostrarse junto a ella frente a los medios, para erradicar rumores sobre su romance.
Sabía que lo mataría y destruiría, que no podría verlo con alguien más que no fuera él; sí, lo sabía perfectamente. Pero Louis no dejaría que se lo hagan a él, al menos no mientras fuera menor de edad. Debía procesar los hechos primero, era un adolescente que sólo quería amar y demasiado tenía con la obligación de ocultarse.
-Señor Styles- una voz resonó del salón de reuniones de la discográfica.
Harry volvió a enlazar sus esmeralda junto a sus zafiro; y estos centellearon en respuesta.
-Suerte mi amor, te espero acá afuera- dijo el mayor intentando animarlo, encubriendo con una voz alegre la verdadera angustia que sentía en su interior.
-Gracias. No me dejes- le rogó tomándolo de su mano.
-Nunca bebe. Nunca.
Y lo vio alejarse y caminar cabizbajo hacia la puerta de vidrio, en donde los carceleros del mundo homofobico-capitalista en el que vivían lo esperaban para colocarle sus cadenas y quitarle el bien más preciado de toda persona: su libertad.

Si el barco pudiera volar a la brújulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora