Romeo y Julieta

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Estaba conmocionado, en verdad lo iba a matar, estaba dispuesto a hacerlo; la desesperación por obtener su libertad lo había cegado, de no haber sido por esas dos palabras.

¿Cuántos años habían pasado sin haberlas escuchado? No lo sabía y tampoco quería recordarlo.

No sabía siquiera si lo había dicho de verdad, no sabía si lo había dicho desde el fondo de su corazón o simplemente salió por su garganta. Le encantaba pensar que así era, pues cada vez que recordaba la voz de Harry diciendo esas palabras su corazón daba un vuelco y deseaba con todas sus fuerzas regresar el tiempo y cambiar la situación, tal vez hacer el momento un poco más romántico, más normal.

Nadie había ido a verlo para pedirle explicaciones y si lo hicieron él no lo noto, cuando el rizado atravesó la reja del jardín se volvió a encerrar en su propio mundo; justo como lo hizo cuando su madre se fue, solo que había una diferencia esta vez, no tenía nadie a quien culpar; solo a sí mismo.

Pensaba en cómo arreglar aquello porque comenzaba a extrañarlo y solo habían pasado unas cuantas horas, tal vez habían sido días y él no lo había notado.

Quienes sí lo sabían eran los sirvientes, en especial el señor Hardy y el señor Dumont quienes entraron determinado números de veces durante el día en la habitación de su amo; cada una de las veces encontrándolo en la misma posición; su espalda sobre el ventanal, con la misma mirada perdida en algún punto del jardín y con el cuchillo a su lado. Louis ni siquiera se molestó en echarlos de allí como anteriores veces lo había hecho.

Sabían que pronto haría más frío y se preocupaban por él, no se movía un ápice y dudaban que lo hiciera. Les dolía verlo apagado, por lo menos cuando se enojaba estaban seguros de que sentía algo, pero hora no había señal de sentimiento alguno en sus ojos.

Se culpaban a ellos mismos; habían dejado que pasara de ser un niño travieso corriendo de un apunta del castillo a la otra, a ser un muchacho enojado con todo el mundo, reprimiendo sus emociones. No permitirían que se convirtiera en un recipiente sin relleno, no iban a permitir que con el más mínimo roce de la más débil ventisca se rompiera en mil pedazos. Cuidarían de el cómo debieron de haberlo hecho diez años atrás.

Por primera vez en diez años ya no estaban preocupados porque se rompiera el hechizo; se preocupaban por el rey Louis, ahora rogaban para que no se rompiera porque ellos no tenían idea de cómo lo volverían a unir, y su única salvación había salido por esas rejas hace unas cuantas horas.

-Amo... -Liam le hablo bajito, la preocupación notándose en su voz.

-Se hace tarde Louis -Niall se sentía más confiado de llamarlo por su nombre debido a los años trabajando para él. Ninguno de ellos dos y el piano que se encontraba en el gran salón lo llamaban bestia. Simplemente no podían hacerlo.

-Se congelara aquí afuera señor -volvió a insistir el señor Dumont.

-No sirve de nada, es inútil -Niall miro con preocupación a Liam, todas las veces que habían ido allí habían obtenido silencio en lugar de palabras.- Louis, te entendemos. Ya no importa -eso pareció funcionar, porque los orbes azules se dirigieron por primera vez hacia ellos.

-Sí, es inútil señor Hardy. Yo soy un inútil. Lo siento tanto -no le importó más y se soltó a llorar, todo lo que estaba sintiendo en esos momentos era mucho para poder retenerlo, para fingir que nada ocurría.

-Señor Doucet descuide, después de todo ya estamos acostumbrados a ser decoraciones con vida -se acercó un poco más al amo. Nunca lo había visto como un cachorro indefenso.

-¿Eres inútil o qué? -golpeo de lado al reloj.

-¿Qué? Oye, no me insultes.

-Nada de esto es por el encanto -Louis de nuevo se había encerrado en su mundo, podía escuchar sus voces a lo lejos pero la verdad era que no le interesaba y no le estaba poniendo atención a su plática de cambiar las decoraciones del castillo o algo así.

🥀EL ENCANTO DE LA BESTIA {LARRY STYLINSON}🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora