Escuché un ruido. Tenía la mente en negro, como si estuviera a punto de
despertar de un largo sueño. Me sentía pesada al principio, me costaba
moverme y entender lo que había sucedido. La cabeza me daba vueltas. De
pronto, las imágenes del incendio volvieron a mi mente. Vi las llamas cerca
de mí, a punto de consumirme, y entonces di un salto, asustada.
¿Podría ser?
¡Sí! ¡Sí, tenía que ser eso!
Seguía viva. Mi corazón latía, sentía las pulsaciones en el pecho. Todavía
no comprendía qué había sucedido. Pero seguía aquí. Estaba segura. Abrí los
ojos con una media sonrisa, esperanzada. Para mi sorpresa, había despertado
en la mansión de los Crowell con un fuerte dolor de cabeza; sin embargo, no
había despertado en una cama, ni la luz del sol me bañaba el rostro, no estaba
en una habitación blanca, y mucho menos tenía conectada al brazo una bolsa
de suero. Todo lo contrario; cerca de mí no había nadie.
Estaba sola, como siempre. No había ruido.
La sonrisa se esfumó.
Me miré los brazos y las piernas. Lo último que recordaba eran las llamas
acercándose peligrosamente hacia mí. Después de eso, nada más. Tenía la
sensación de que algo muy raro me estaba pasando, es decir, me sentía
extraña, mi cuerpo parecía ligero y no tenía sed ni hambre. Solo me dolía la
cabeza y el pecho. Las tripas no gruñían para reclamar comida, no tenía la
boca seca, y sentía que podía flotar en el aire. De hecho, era como si fuera
parte del aire. Mi cabello estaba reluciente como nunca, podía verme las
puntas y eran de un color oro. Estaba sorprendida.
No pude evitar sentirme emocionada de nuevo.
Había sobrevivido. Estaba bien. Estaba viva y eso era lo que importaba.
Tenía una segunda oportunidad, lo sabía. Ahora podía hacer las cosas bien,
podía empezar de cero. No importaba dónde había despertado, estaba bien y
eso era lo que me animaba.
Me observé las manos; estaban pálidas, no parecía que hubiera estado en
un incendio, mucho menos que me hubiera quemado. Era como si aquellas
llamas nunca hubieran existido. Pero yo lo recordaba, recordaba las heridas
en mis brazos y piernas, todavía tenía muy presente el olor a gasolina, y, sin
embargo, ahí estaba, tendida en el suelo en posición fetal. El cabello me caía
en la cara como una cortina. Intenté levantarme, pensando que las piernas me
arderían, que el hormigueo volvería y que esta vez sería peor. Llevaba unos
vaqueros limpios, no estaban quemados como una hoja de papel, ni rasgados,
y tampoco notaba ninguna quemazón. Contuve los nervios y vacilé, no sabía
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El regreso de Anna Crowell
Teen FictionY tú, ¿qué eligirías? ¿Vivir o amar para siempre? Anna Crowell murió en un incendio. Pero su espíritu sigue en el mundo de los vivos. Necesita resolver el misterio de su muerte y dar con su cuerpo para irse en paz. Pero lo último que esperaba encont...