8. El bosque misterioso

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―¡¡Esperame maldita sea, que a mi no me entrenaron como a ti!!

Los últimos rayos del sol se comenzaban a ocultar tras los altos arboles que se encontraban frente a ellos. Nathaniel comenzó ha apartar varias ramas del camino, mientras Daliah le seguía completamente agotada de tanto caminar. Derrotada, la castaña se dejó caer sobre el húmedo suelo junto a unas hojas secas. El rubio al darse cuenta de que su compañera se habia detenido, suspiró y se giró a mirarle al tiempo que se cruzaba de brazos.

―Daliah, si nos detenemos esas criaturas podrían alcanzarnos.

―Maldita sea, si nos persiguieran a estas alturas ya tendrían que habernos alcanzado ―Daliah se incorporó y comenzó a estirarse la espalda― Ademas, parece que ese maldito castillo está muy apartado. Es imposible, antes vine de ahí y no tardé tanto en llegar a Walschbronn.

El rubio le miró asustado y le cogió por los hombros.

―¿Que quisiste decir con eso?

―Pues que antes de llegar a la aldea y encontrar todo destrozado, Giselle me habia traído para estar a salvo por aquí.

―¿Y fuiste así como así a un castillo alejado de Walschronn con una completa desconocida?―Soltó a Daliah y se alejó de ella mientras se revolvía el pelo frustrado. La castaña se puso frente a el y le golpeó en el hombro enfadada.

―¿ACASO PREFERIAS QUE ME HUBIESE VUELTO APERITIVO DE LOBO?Puede que sea temeraria, pero no estúpida.

Nathaniel suspiró derrotado sabiendo que su amiga tenia razón, y de la funda para cuchillos que tenia en el cinturón de su pantalón sacó un pequeño puñal de plata. Lo observó detenidamente y tras eso, se lo entregó a una muy confundida castaña.

―¿Y esto?― Con miles de preguntas pasando por su cabeza, Daliah aceptó el arma y miró fijamente a los ojos ámbar del chico.―¿Porque me das este puñal?

―Necesitas algo para poder defenderte, te repito....―La castaña notó como de repente el aire al rededor de ellos se tensaba y un escalofrio le recorrió de pies a cabeza, ante el odio con el que dijo aquellas ultimas palabras antes de continuar la marcha― No puedes confiar en los vampiros.

El sol se habia ocultado por el horizonte al tiempo que habían logrado alcázar las escaleras, las cuales conducían al camino serpenteante hacia la parte superior de la montaña. Podía observarse rastros de batalla y sangre fresca en el sendero que iba de vuelta hacia el pueblo, pero lo que mas les llamó la atención fueron las marcas de quemaduras, que se encontraban formando una linea fina en una de las rocas cercanas.

Arboles destrozados se encontraban en el camino de subida al castillo, volviendo complicado el ascenso y haciendo que el rubio estuviera alerta. Daliah se detuvo junto a uno de los arboles derrumbados, y observó que habia varios pétalos de rosa quemados junto al tronco. Con la mirada intentó mirar alrededor pero debido a la oscuridad que habia en el bosque, no conseguía averiguar de donde provenían.

―Nath, aquí hay algo raro.

El joven de ojos ámbar regresó tras sus pasos y se colocó a su altura.

―¿Que viste?

―Aquí... ―Señaló hacia el rastro de pétalos; Nathaniel suspiró y se llevó una mano a la cabeza― Daliah, si un par de rosas aplastadas se te hace extraño, en medio del bosque, tenemos un problema... ese es el menor de nuestros problemas ahora mismo y deberíamos continuar.

La castaña le miró mal.

―si digo que es raro es por algo, este tipo de rosas no crece en esta región. La única a quien he visto con estas rosas a sido a mi....― Daliah miró asustada a Nathaniel― ...tia... y cuando nos atacaron los animales salvajes las destrozaron.

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