"Para aprender a reír, hay que saber llorar. La sonrisa más sincera viene detrás de una lagrima"
Era un sábado por la tarde, y Camilo estaba debajo de ese árbol que tanto le fascinaba. No era el más colorido ni el más alto de su casa, pero hacía que su mente volara y se alejara de aquel lugar. Ese día no tenía nada de peculiar, así que tomó su pluma favorita y una libreta roja. Con la pluma, había escrito mil poemas y su libreta era testigo de sus ilusiones, sueños y esperanzas. Si algo no le faltaba, eran palabras. La pasión por escribir era tanta que inició un proyecto de pequeñas dimensiones. En su mente soñaba con alcanzar la fama en la literatura, pero como todo gran sueño, comienza por algo más chiquito.
En la facultad, él dejaba siempre una cantidad importante de fotocopias de sus poemas con autor anónimo sobre una mesa. Él sabía que alguien cuyo amor por la lectura sea igual a él, preguntaría por el autor. Los meses pasaban, y él iba siempre de noche a contar las hojas y la misma cantidad permanecía siempre. Con los sueños apagados, publicó un último poema, pero esta vez dejó sobre el escritorio, el original. Era el único que decidió escribir a mano, y sin guardar una copia, decidió entregarlo. Su escrito decía: "un poema sin sentimientos no es más que tristes palabras juntas que desean escapar de un cazador que las quiere herir, escribiéndolas".
A la mañana siguiente se dirigió a la mesa, y no vio la hoja. Rápidamente fue a hablarle a la bibliotecaria, quien señaló a una joven que había preguntado por el autor. Ella lo estaba esperando, y parecía muy interesada en el escrito de Camilo. Él, lleno de papeles en la mano y ella llena de preguntas, decidieron ir a tomar un café. Ella se presentó bajo el nombre de Sofía, quien provenía de otra universidad, pero solicitó una beca como estudiante de intercambio en esa pequeña ciudad remota. Él le contó su pasión por escribir, sus ideas, sus sueños y todo lo que no le contaríamos a nadie. Ella generaba confianza, parecía deslumbrar a donde quiera que iba. Sofía le gustaba leer, ella soñaba con editar libros de grandes autores. En ese momento ambos supieron que tenían mucho en común, y quedaron en verse al día siguiente.
Llegado el momento, el café de la mañana los esperaba en el restaurante. Al encontrarse, pasaron horas hablando de proyectos y sueños no tan alejados de la realidad. Sabían entenderse ellos, tenían algo más que solo una misma pasión por algo abstracto. Claramente eran dos desconocidos, pero no sabían que el destino siempre juega con un poco de magia para los que saben amar correctamente
Luego de charlas, planificaciones, reuniones en ese mismo restaurante, llamadas telefónicas y tantas locuras vividas; ambos se propusieron escribir un libro. Era el proyecto de sus vidas, podía hacer que dos pasiones se conviertan en algo más que solo hojas y tinta. Ese mismo día, el proyecto se puso en marcha. Los días pasaban y las reuniones eran más frecuentes, las llamadas también. Ellos sabían que requeriría de un gran compromiso y esfuerzo, pero a ninguno le faltaba esos valores.
Llegado el otoño, trayendo nuevos vientos de cambio, ellos finalizan su producción de más de cien poemas de veinte versos cada uno, porque así lo determinaron ambos. El libro llevaba de título "Sueños, canciones y poemas". Éste sería publicado en la biblioteca de la ciudad el día viernes a última hora. Convocarían a muchas personas, y podrían ver la creación de estos adolescentes jóvenes.
Llegado el gran día, Camilo y Sofía estaban emocionados al ver la gran aceptación por parte de los otros alumnos. Dando a conocer las veces que el libro fue retirado de la biblioteca, Camilo le propuso a Sofía llevarlo a una editorial. Ella accedió rápidamente y esa misma tarde fueron a la editorial más cercana. La respuesta tardó 2 semanas, pero fue un "sí" accediendo a financiar la impresión y el repartimiento de las copias.
Pasaron los años y ellos siguieron escribiendo libros, pero lo que Sofía no esperaba era un escrito que Camilo había publicado a sus espaldas. Ella al ver el nombre de Camilo en un libro, decidió comprarlo y leerlo, ya que no lo había visto. El titulo hizo recorrer una lágrima por sus mejillas. "Tu felicidad, mi felicidad". Camilo narraba de forma anónima hechos que había vivido, los momentos más lindos junto a Sofía, y cada instante desde que él la vio con su poema entre las manos. El jamás la nombró, pero los hechos coincidían con cada momento de ellos juntos. En la contratapa detallaba la personalidad de ella, y cada particularidad. Ella se había enamorado, y Camilo también.
Llegado el fin del ciclo lectivo, Sofía tendría que volver a su universidad. Camilo lo sabía, pero desde ese momento ambos decidieron amarse sin importar cuantos sean los kilómetros o las horas que los separaban.
El día de la despedida, Camilo acompañó a Sofía al aeropuerto. Ellos entre lágrimas se dieron su primer beso. Jamás lo iban a olvidar. Eran niños por dentro que se soltaban físicamente, pero sus corazones permanecían entrelazados cada segundo. Durante el viaje Sofía pensaba y miraba la ventana, todo lo veía distinto sin él. Camilo dejaba ganar a su tristeza todas las noches. Pero de eso, sacó poemas para Sofía, como también así miles de cartas que tenía pensado entregarle.
Era julio, el mes favorito de los dos y Sofía salía de su escuela muy abrigada. Ella lo vio a Camilo con una hoja: era el poema que ella había recogido en la mesa y había dado inicio a su destino juntos. Él sin dejarla hablar, tomó de su bolsillo una cajita roja. Dentro de ella contenía un anillo y Sofía sabía bien qué era. Camilo tenía las mismas intenciones. Sin preguntar, solo con la mirada ellos se entendieron y entre besos ellos sellaban su destino para siempre.
Ellos acordaron verse siempre en julio hasta terminar sus estudios, y así fue. Cada noche él pensaba en ella al ver el cuervo negro posado en su árbol. Nada malo era, sólo que a ambos les gustaba leer libros de género gótico, en especial de Alan Poe.
"El amor es una palabra, un pedacito de utopía" - Mario Benedetti