Maldición eterna (Boku no Hero academia)

Prólogo: Reinicio

La noche era iluminada por el fuego, ambientada con los gritos, sirenas y explosiones constantes, una serenata a la destrucción y el caos, una balada a la desesperación y un cruel cántico a la malicia putrefacta de la muerte. 

El aire estaba cargado con el aroma de la sangre, el polvo se alza como una espesa niebla, los edificios caen desde el cielo en una lluvia de muerte y fuego. 

Un llanto suave que reclama por su madre se oye a la lejanía, un disparo después el llanto a sido silenciado. 

Por un segundo el silencio abruma los alrededores, como si el tiempo se hubiese detenido y luego una explosión y una onda de choque estremecen la tierra, reanudado el pandemónium. 

En el epicentro del caos dos fuerzas opuestas se enfrentan, uno es el héroe número uno de Japón conocido como "Ground Zero" y el otro es el mayor villano que el mundo una vez pudo ver, heredero del Kosei "All for One" y usurpador del "One for All" llamado el rey de los demonios "Ravana" Pero para su adversario, un nombre más simplón era el mejor:

—¡Deku! —grita a todo pulmón, empujando su poder al límite, tratando inútilmente de que su enemigo jurado perdiera esta batalla, pero la diferencia de poder era claramente evidente. 

—¡Vamos, Kacchan! ¿¡Dónde quedó tu Plus Ultra!? —dice con una amplia y desquiciada sonrisa, mostrando sus dientes antes de empujar un poco más de poder, haciendo retroceder lentamente al rubio —. Si eso es todo lo que puedes hacer, alargar más esta pelea no vale la pena —murmura con burla. 

—¡Maldición! —Deku detiene el intercambio de poder durante un instante para lanzar un puñetazo con todas sus fuerzas en el abdomen de Ground Zero, y aunque fue debidamente bloqueado por el héroe la potencia de aquel ataque lo proyecta hacia atrás hasta ser detenido por el muro derruido de un edificio cercano. 

El blondo tose gravemente ante el impacto y un quejido de dolor escapa de sus labios al sentir uno de sus brazos completamente roto. Su traje está hecho jirones por la batalla que se había extendido por casi una hora ya, pero sabía que eso se debía solamente a la retorcida diversión que su enemigo quería tener, si por el peliverde fuera, esta pelea hubiese terminado antes de empezar. 

Su poder era inconmensurable, no tenía rival en un uno contra uno y apenas podías abrumarlo atacando en grupos. 

¿Te preguntas por qué entonces Bakugō se encontraba enfrentando a un enemigo así solo? La verdad no había iniciado de ese modo, ahora él era el único que quedaba de todo el equipo que se escogió para emboscar a ese monstruo, pero obviamente sus esfuerzos fueron inútiles. 

Escucha unos pasos acercarse, una risa desquiciada y un par de aplausos cargados de sarcasmo. 

—¡Espléndido, increíble como siempre Kacchan! —parece divertirse más que nunca, con su esmoquin negro apenas cubierto de polvo y su capa rojo sangre sobre sus hombros, ondeando tras su espalda al compás del viento — ¡quería acabar contigo con ese golpe, pero nuevamente has sobrevivido! ¿¡Que clase de dios está cuidando tu espalda!? —es una pregunta retórica, el pecoso no cree en dioses y la persona que idolatraba como a uno hace mucho tiempo le traicionó. 

Un gruñido es lo único que le da el rubio en respuesta, cargado con el odio más salvaje e intenso que alguna vez pudo sentir. 

—¡No debes Kacchan! —reprende el villano frunciendo ligeramente el ceño e inflando sus mofletes como un niño — Muchas veces te he dicho que esa no es la expresión que un héroe debe hacer. —con sus pulgares levanta la comisura de sus labios —. ¡Sonríe, sonríe. Un héroe siempre sonríe ante la adversidad! —dice con entusiasmo comenzando a cargar el poder del OFA en su brazo derecho — sonríe aunque te enfrentes a la muerte.