"Demasiado cobarde"

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Semanas más tarde

En aquellos días la Hacienda de Tepotzotlán se había convertido en escenario de dolor y muerte, de una venganza tan cruel como justa. La primera, de las cinco que reclamaban sus espíritus y que necesitaba su atormentada alma para sanar. Miguel Preciado ya era solo un recuerdo, no podría volver a hacerle daño ni a ella ni a nadie. Y aunque eso no bastaba para borrar todo el mal que hizo y para devolverle a Altagracia la sonrisa y la fe, era mejor que saberlo libre, disfrutando de su impunidad y burlándose del recuerdo de tantas vidas que, como la de ella, había cegado.

Los gritos ya habían cesado y en medio del silencio, una visita había llegado como la primavera para inundar de risas aquella casa normalmente solitaria. Saúl Aguirre, había despertado una parte de Altagracia que ella misma creía muerta desde hacía mucho tiempo. La había hecho sentir y le había devuelto la ilusión. Saúl era el único hombre que se había interesado realmente en conocerla, que miraba a través de sus ojos y parecía descubrir sus heridas. Pero también sus secretos. "¿Qué es lo que le hicieron en la vida para que sea así?". El amor la había hecho bajar la guardia y Saúl había estado a punto de descubrir el sótano donde había torturado a Preciado.

— Saúl, tenemos que irnos, olvidé que hoy es el día que vienen a limpiar – mintió Altagracia, cuando Saúl llegó a la habitación con unas naranjas pensando que pasarían el día juntos.

Saúl no se creyó del todo su excusa, pero se dispuso a retirarse. Altagracia lo acompañó hasta la puerta. Pero antes de despedirse Saúl recibió un mensaje en su celular que lo hizo empalidecer.

— ¿Qué pasa Saúl? – preguntó Altagracia preocupada por su reacción.

— La policía estuvo en mi departamento buscándome – dijo Saúl con la respiración acelerada –Miguel Preciado está desaparecido.

Altagracia guardó silencio. Nadie podía relacionarla con esa desaparición.

— Miguel Preciado desapareció justo después de que tú y yo nos vimos en Veracruz – dijo Saúl mirándola desconcertado.
— ¿Y por qué me ves así? – preguntó Altagracia.
— Siempre me pareció una casualidad demasiado grande verte en Veracruz justo después de que conocieras a Margarita– dijo Saúl– dime la verdad, ¿viste a Preciado durante ese viaje?

Altagracia lo miró con desaprobación. Otra vez su desconfianza. Otra vez esa maldita manía de querer descubrirlo todo, de querer arruinarlo todo.
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"Por eso fue que te interesaste tanto por Margarita cuando supiste que habían abusado de ella ¿no?, porque a ti te hicieron lo mismo..."

Un terrible puzle comenzaba a formarse en la cabeza de Saúl. Contempló con temor que había tenido entre sus brazos minutos atrás. Con la que había vuelto a sentir y se había dado la oportunidad de amar. La idea de que conociera a Preciado, la idea de que ella pudiera ser responsable de su desaparición y sobre todo la motivación que podría tener para haberlo hecho. Preciado no acostumbraba a dejar víctimas vivas y se jactaba de ello. Solo Margarita había conseguido sobrevivir y claro está, aquella joven del Carnaval de Veracruz. Pero Saúl no quería armarlo, se resistía a hacerlo.

— Por favor, Altagracia, necesito saber... –le imploró Saúl tomándola por los hombros y mirándola fijamente a los ojos. No le importaba lo más mínimo la vida de Preciado. Iba mucho más allá de eso.

Altagracia no lo reconoció, pero sus ojos verdes, tan idénticos a los de su recuerdo, le dieron una respuesta que él no estaba preparado para aceptar.

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Durante los días siguientes Saúl se aisló del mundo. Se negaba a aceptar que Altagracia fuera la misma joven a la que él destrozó la vida años atrás. El destino no podía ser tan cruel. Ella no podía ser su castigo. Tenía que buscar la forma de demostrarse a sí mismo que estaba equivocado. Que todo eso era ridículo. Una paranoia fruto de la culpa que sentía por haberse dado la oportunidad de ser feliz junto a una mujer después de lo que había hecho en el pasado. No podía borrar aquello, por más que hubiera borrado el tatuaje de su pecho.

La justicia tiene nombre de mujerWhere stories live. Discover now