nueve

1.7K 127 14
                                    

"Para el auto" dije con miedo, no debería estar aquí. Su mirada era seria, con la mirada fija al camino. Estábamos en medio de la nada y por obvias razones eso no pintaba bien.

"Me van a buscar" hablé segura "y si me haces algo... te prometo que te vas a arrepentir"

"No te haría daño" dijo "tienes que saber que yo jamás te dañaría, mucho menos permitiría que alguien te pusiera un dedo encima. Si algún cabron te toca, con mis propias manos lo mato" de algún modo esas palabras me tranquilizaron, le creía aunque tal vez no debía. "Conmigo siempre vas a estar segura"

"No debería estar aquí, contigo" de reojo lo miré.

"Pues no. No deberías  pero ¿apoco no te gusto?" dijo burlón y en mi mente pensé que si, mucho.

"Claro que no" respondí "sabes porque vine" el auto se detuvo. "¿Donde estamos?"

"Haces demasiadas preguntas, reina" salió del auto y me abrió la puerta."Estamos en mi casa"

Admiré el lugar, era algo pequeño pero desbordaba lujo. Tenía buen gusto.

"Es hermosa" le dije algo atontada. El hecho de que el lugar estuviera en medio de nada y a cientos de kilómetros de todo... lo hacía más atractivo.

Escuché su risa y al girar me sonrojé, me veía con los ojos iluminados. "Ven, te va a encantar por dentro" tomé su mano. Ya adentro quedé más que encantada, todo era precioso.

"Tengo que admitir que tienes buen gusto" inspeccioné hasta el más mínimo rincón.

"Pues claro, me gustas tú" me miraba como cachorro.

No sabía qué decir así que simplemente me reí. Él estaba de pie a una distancia considerable, observándonos.

Quería besarlo hasta que me dolieran los labios. Pero no podía, podría ser alguien distinto a quien decía ser.

Retrocedí un paso a la vez que el daba dos, así hasta quedar yo contra la pared. "Muero por besarte desde la primera vez que te vi" llevó una de sus manos a mi cintura.

Todo lo que me dijo en el auto acerca de ser el enemigo se fue a la chingada cuando mis ojos pararon en sus labios. No le dije nada ni esperé a que él me besara, como si mi vida dependiera de ello atrapé sus labios entre los míos.

Mis manos se aferraron a su nuca y las suyas a mi cuello. El beso era rápido pero tenía un ritmo perfecto.

Les juro que ni se en que momento llegamos hasta una cama, me dejó caer y ya sobre mi, volvió a besarme, más lento que antes. ¿En serio me iba a acostar con una persona que apenas conozco?

¡Sí! ¡Claro que no! Tal vez... no debería pero lo quería.

No. No lo haré. "Nata" me ignoró y con sus labios aún en mí se deshizo de su chaqueta. "Tengo que decirte algo" titubee puesto a que sus labios en mi cuello me causaron cosquillas.

"Yo también" siguió besando. "Pero no es momento de decirte que estás secuestrada o ¿si?"

Siempre tú: Natanael CanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora