Me arregle la chaqueta de mezclilla y el top negro debajo de ella y tome la mochila de donde colgaba y me encamine hacia el elevador. Me despedí de Nick y fui poco a poco hacia la estación del autobus y espere 5, 10 hasta 15 minutos a que el autobus finalmente llegara. Un chico se poso detras de mi, pero a los pocos minutos se sento en la pequeña banca que había detras de mi. Resultó que ambos subimos al bus del instituto, pero no tuve ganas de hablarle o platicar con el sobre si era nuevo o simplemente, nunca lo había visto. Pero su gorra color vino y los lentes negros daban la apariencia de no querer hablar con nadie, y el hecho que tenia los audifonos puestos y podias, literalmente, escuchar la música que escuchaba debido a lo alto que la tenía.
Arctic Monkeys. Sonreí. Al menos tenía buen gusto de música. Me quedé callada todo el camino a casa, pasando las páginas de una revista de música que había encontrado el día anterior. El camino se me hizo eterno y justo cuando llegamos y yo lentamente guarde mi revista, el chico misterioso ya había bajado y se dirigía a la escuela rápidamente. Jamás había conocido a alguien que tuviera tanta prisa por llegar a la escuela. Bajé lentamente los escalones del autobus y me dispuse a caminar. Había gente por todos lados, a algunos los conocía y había una que otra cara nueva. Gente vestida como si fueran a algun tipo de competencia de quien se vestía con ropa de marca o que tipo de cosas usaban.
Rodé mis ojos y fui a recoger mi horario. Ya que lo tenía me encaminé al salón en el que en pocos minutos tenía que estar. Cálculo. Genial. No lo odiaba, pero no tenía ganas en ese momento. Y no es que fuera mala, al contrario, siempre era la mejor de la clase, pero no me gustaba que los profesores siempre me expusieran y después toda la clase me odiara.
Todos entraron corriendo al salón segundos antes de que el timbre sonara y el profesor entrara. Casi me atraganto al ver quien era. Oh dios no, no, no y no. Debe dejar de seguirme. Debe dejarme vivir mi vida, demonios. ¡Dejame en paz Evan!
Mi hermano mayor estaba frente a toda la clase con la típica sonrisa burlona que siempre tenía y cuando sus ojos se posaron en mi ceño fruncido, su sonrisa se hizo mas amplia. Maldita sea, Evan. Trate de decirle con la mirada que no lo quería aquí. Había tenido suficiente con los primeros quince años de mi vida junto a el y justo cuando finalmente pude mudarme, el me sigue. Mierda, mierda, vete de aquí Evan. Pero el no se iría, no importaba cuantas veces se lo pidiera, lo conozco y sabía que no se iba a ir de aquí tan fácil. Pero necesitaba saber que hacía aquí, justo aquí.
Me perdí tanto en mis pensamientos que casi caigo de mi silla cuando la puerta se abrió abruptamente. Dejando ver a un director cansado y con una sonrisa mas falsa que las rubias del salón que venía a dar un aviso.
-Señor Peters.- dijo con su gran voz autoritaria. Genial, claro, usa el apellido de mi padre Evan. Cuando quieras.- Aquí le traigo a un nuevo estudiante que acaba de ingresar. Señor Hemmings, este es su profesor de Cálculo, Evan Peters. Señor Peters, su nuevo estudiante, Luke Hemmings.
El chico de la gorra color vino, lentes negros y chaqueta negra salió de detrás del director y se presentó con un apretón de manos. Al voltear, guiñó un ojo a la primera chica que estaba ahí y provocó un montón de suspiros en todo el salón. Como si estuviera tan guapo. Sus brillantes ojos azules se posaron en Alex y destellaron por un segundo, antes de darlo un guiño y una sonrisa de todo un conquistador. Ella rodó los ojos y posó su mentón en su puño, antes de resoplar el cabello que caía en su cara. Y el frunció el ceño. Ninguna chica le hacia esa clase de desprecios. Se sentó al fondo del salón a lado de un grupo de chicas mas maquilladas que algún payaso de feria y Evan finalmente siguió con su clase, preguntando a todos y a cada uno, algo de su vida, y ellos tenían derecho a preguntarle otra cosa.
-¿Es usted soltero, Señor Evans?- Pregunto Jessica Crawford. Si, es soltero, pero probablemente acabarás en su cama antes de que acabe el año. Su pregunta causo pequeñas risas en todo el salón antes de que todas las chicas le pusieran mas atención a mi hermano, el cual también soltó una pequeña risita.
-Si, soy soltero, señorita..... Crawford. Ahora, el siguiente estudiante.... usted, señorita....- Me señaló. Demonios, Evan. Podrías ahorrarte eso.
-Me llamo Alex.- dije cortante.
-Srta. Alex. Me gustaría saber su apellido.- Me dijo mientras reía discretamente. Lo que hizo que me alterara.-Maddox.- Le respondí de mala gana. Su sonrisa desapareció por un momento y frunció el ceño, pero solo duró un momento, luego su expresión coqueta volvio y me miró.
-Alguna pregunta para mi, Srta Maddox?
-Paso.- le dije de mala manera. No estaba de humor como para jugar este tipo de juegos. Pero al final, me di por vencida y decidí jugar con el un rato.- De hecho.... si. ¿Tiene familia Señor Peters?. El me sonrió, dandose cuenta de mi juego.
-De hecho, tengo una hermana. Es bastante rebelde, esa pequeña Lexie. Nunca logre que se quedara en algún lugar. Tal vez debería ponerle una correa o algo por el estilo.
Lo fulmine con la mirada y deje que siguiera hablando con los siguientes estudiantes. Estaba enojada porque odiaba que me dijeran Lexie y porque yo no era rebelde. Segura. Alex?. Maldita inconsciente, dejame en paz.
-Luke Hemmings. No, no me han arrestado. Aún.- Dijo divertido.- Y usted profesor, lo han arrestado alguna vez?
-No, pero si a mi hermana pequeña. He tenido que ir a sacarla de ahí mas veces de las que quiere aceptar.
Mis mejillas tomaron un color rojo increíble y comenzé a frotarme las manos en los jeans negros y esconderme lo que podía en las ondas de mi largo cabello castaño. No había tenido que ir a sacarme tantas veces. Trataba de convencerme de que no habían sido tantas y suspire. Mi querido hermano mayor no iba a dejarme en paz. Y tenía todo un año por delante con el. Me pregunto cómo iba a pasar ese año y todas las cosas que pasarían. Porque una cosa sabía. Nada, nunca nada, es aburrido cuando estas con Evan Peters.
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My Disaster
Teen FictionLuke y Alex son el típico cliché, solo que no como lo piensas.