El Rescate

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Era la madrugada del 1 de enero estaba temblando de frío.

- ¿Qué hago desolada en este ajetreo? Me pregunte con lágrimas de decepción.

LLame aquella persona que disfrutaba su año nuevo, aquella persona que respondería sin ninguna negación. Las barandas con escarcha de la lluvia de la madrugada, la neblina espesa que apenas se notaba en la profundidad de la mañana se prestó perfectamente para la ocasión.
El medio ebrio y yo con el corazón roto, sentados en el vaivén de mi alboroto, en el lugar que es solo de nosotros vino para consolarme y abrigarme como ningún otro.
Y no se trata de amor, se trata de algo que aun no comprendo del todo, ese día me dijo entre sollozos:
¡No te alejes de mí!, promete que siempre estarás, eres la persona que más quiero y no puedo perderte, Eso jamás.

- ¿Cómo podría no quererlo? Lo mire a los ojos tomándolo de su rostro frío (era la tercera vez que lo veía llorar) le dije – Te quiero no sabes cuánto, siempre estas, desde hace 6 años que te conocí, ¿Enserio habría esa posibilidad que me alejara algún día?, la respuesta es ¡No!, estuviste a mi rescate miles de veces y yo nunca rompo una promesa.
Se acurruco en mi hombro por más de 5 minutos, abrigándonos con el calor de nuestros cuerpos y tomados de las manos, olvide el motivo de mi tristeza en vez de eso me dio paz, me dio un inicio de un año satisfaz.

Esta no es una historia de amor, es la realidad de dos almas que siempre se querrán y no hay excusas, no hay peleas, lo que hay es: caminatas de extensas conversaciones, brindis con la mirada, y estar sentados en las barandas de nuestro lugar secreto bajo una neblina de algodón que es testigo de toda nuestra historia de amistad-amor.

notas de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora