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IV
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El almuerzo fue definitivamente una mierda.
Lo aceptaba, él tampoco estaba en la actitud para "compartir" ese día. Ni mucho menos para prestarle atención a la eufórica reciente esposa, que alegraba la mesa con su voz efusiva. O a las continuas conversaciones que toda la mesa establecía al narrar hechos, para ponerse al tanto de lo que había sido su vida en ese periodo de tiempo separados. Berlín, no estaba en lo más mínimo interesado, en cómo Tokio y su mascota Rio, habían pasado una calientes vacaciones en una isla caribeña, cómo los demás en la mesa.
No, su atención no estaba puesta en Nairobi ese día, por más que la considerada una diosa digna de su atención o en cualquier otra persona en esa mesa enorme. Sino que al contrario, se encontraba posada perfectamente en el sujeto frente a él, que al lado de su cuñada escuchaban atentamente la historia que ahora Denver les comentaba sobre su hijo.
Sin mirarlo, sin ni siquiera, posar sus ojos sobre él. Martin, simplemente sonreía con tranquilidad, acompañado de cerca por Raquel, que para su sorpresa, parecía llevarse bien con él. De cierta forma, la complicidad y amenas conversaciones, que había presenciado entre ellos, era sorpresiva, pero no imposible ante sus ojos.
Su cuñada era una mujer de carácter fuerte, dominante y activo, que contrarrestaba a grandes rasgos con lo pasivo y tranquilo que tendía a ser su hermano. Pero sobre todo, era una mujer inteligente, con un carisma autentico que daban cuenta de que Raquel parecía desenvolverse más en un ambiente de hombres que de mujeres. Rasgos que sin darse cuenta, la hacían resaltar entre las mujeres alrededor de la mesa. Y conociendo a Martín, no era sorpresa que ese tipo de personalidades, le resultaran completamente interesantes aún a pesar de provenir de una mujer.
Eran similares. Dos personas inteligentes, de carácter fuerte y con una personalidad carismática, que invitaban a darles más de una mirada lo desees o no.
Y de cierta forma, Andrés se podía reír del destino, al recaer en esas similitudes. Al recaer, de que tanto su hermano cómo él no eran tan diferentes en cuanto a gustos se refiere. Pero no lo hizo, ninguna sonrisa cayó en sus labios en ese momento.
No porque no quisiera, sino más bien porque notó la manera en la que esos ojos azules se corrían a un lado, para apartar la mirada de Denver y posarla sobre Nairobi y Helsinki que ahora hablan de su alegre visita a Argentina. Berlín, estaba más que interesado de escucharlo.
—Con Nairobi, la pasamos estupendo. ¿Verdad?— preguntó con su acento marcado y denso, mirando a la compañera a su lado que simplemente sonrió dichosa.
—¡Por supuesto mi amor, que hasta me he conseguido esposo y todo!— exclamó, tan efusiva cómo ella Nairobi, mirando a Bogotá a su lado. Robando un par de carcajadas por parte de la mesa, pero no de él. Su mirada estaba puesta en el rostro de Martín que no apartaba la mirada de Helsinki, que comentaba algo sobre un tatuaje.—¡Si hombre!— escuchó que dijo Nairobi, de pronto, al ritmo en que el rostro de Martín se desfiguraba en una mueca inexpresiva. Atentó, con un rasgo de cierta emoción que él no supo identificar a la primera.— ¡Vamos a presentarles a la mascota!¡Enséñasela!— grito divertida Nairobi, dándole un pequeño golpecito cariñoso en el brazo.
—¿Qué?— escuchó que pregunto Raquel interesada y curiosa, al escuchar cómo tanto Bogotá como Nairobi, lo incentivaban a mostrar.
—Queda en familia— aseguró Nairobi sonriente, sin ni siquiera darse cuenta de la leve comisura del labio de Martín que se alzó por debajo de esa mano que había llevado a su labio, de manera inconsciente.
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Ciao [Berlín x Palermo] [+18]
RomantiekRechazar a tu mejor amigo gay, no era fácil. Él mismo lo había sufrido y se había arrepentido de eso, por la brusquedad con la cual lo hizo. Ahora, tres años después. Casado en un matrimonio que había perdido su encanto, junto con su magia hace muc...