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- Octubre de 1981 –


Apretó aún más la capucha con sus manos enguantadas, de forma tal que su perfil quedara oculto; volvió a llamar a la puerta, con timidez, mientras mantenía la cabeza gacha, con sus negros ojos clavados en las puntas de sus zapatos, rehuyendo a los magos y brujas que pasaban por la calle cercana.

Se sintió observado desde una de las pequeñas ventanas que se encontraban en los lados de esa puerta, un destello breve de ojos celestes apenas escudriñándolo.
Severus dedicó una rápida mirada hacia esa dirección, permitiendo que su nariz se asomara por un momento, para luego volver a rehuir la vista y apretar nuevamente la capucha de su pesada capa de viaje.
La puerta se abrió y Severus no esperó una invitación para adentrarse y cerrar la puerta con suavidad.

- ¿No te siguió, verdad? – una voz calma le llegó desde el otro lado de esa pequeña pero reconfortante sala; paseó sus negros ojos por las múltiples anotaciones desparramadas en la mesa ratona: algunos diagramas astrales, intrincados cálculos matemáticos y textos rúnicos - ¿Severus? – llamó la atención ese hombre provocando que el aludido tragara saliva y asintiera mecánicamente, mirando los ojos celestes de su interlocutor detrás de sus lentes de medialuna.

- No, profesor... no me siguió – contestó con voz suave mientras esquivaba su mirada y juntaba sus labios – Es decir... no lo sé... - se corrigió con una pizca de temor mientras se quitaba la capucha, develando su pálido rostro enmarcado por suaves y brillantes hebras negras.

Albus Dumbledore asintió quedamente y continuó en su labor de quitar de la arcada que separaba el hall de entrada del comedor lo que parecían unas guirnaldas y globos desinflados de algún festejo.

- Utilizamos este lugar para reunirnos a fines de Julio... - murmuró Albus estirándose para quitar una guirnalda con la punta de su varita; Severus lo observó extrañado por el hecho de que no estuviese utilizando magia para hacer eso – El medimago me aconsejó que haga algunas tareas sencillas, sin utilizar la magia; como puedes ver, ya soy un hombre bastante mayor... - dijo entre risas suaves, como si leyera los pensamientos de Severus – Si... a pesar de lo de los McKinnon, no había motivo para no festejar el primer año de Harry... - retomó el hilo de la conversación.

- ¿Harry? – preguntó Severus con curiosidad - ¿Ese es el niño de los Longbottom o de...?.

- Es el hijo de Lily y James... - lo interrumpió Albus agachándose para meter la tira de papel colorido en un cubo de basura – El ahijado de Sirius – agregó elevando sus cejas y empujando sus lentes hacia el puente de su nariz, para dedicar una mirada al muchacho delgado que se encontraba observándolo, retorciendo nerviosamente su capa - ¿Por qué no me das una mano, Severus? – sugirió sonriendo mientras el aludido asentía a modo de disculpa y se acercaba para agacharse a recoger los globos desinflados mientras el hombre a su lado continuaba estirándose para arrancar los pedazos de cinta pegados en la pared – Si estuviese Antonin no le habría costado despegar esto...

Severus se tensó y mordió su labio inferior.

- Sé que no me va a creer, profesor... pero no fue Antonin - dijo en un susurro, notando que Dumbledore detenía su tarea, expectante – él no torturó a los Longbottom – susurró con vergüenza.

Dumbledore asintió y chasqueó su lengua, despegando la última guirnalda y haciendo que ésta cayera suavemente sobre la cabeza de Severus.

- Lo siento – se disculpó Albus con una sonrisa mientras apartaba la cinta de papel del suave cabello de Snape, para dar un resoplido y juntar sus labios – A esta altura no tiene mucha importancia lo que yo crea ni quién lo hizo... si no que preocupan los motivos, Severus – agregó con cierto pesar observando los ojos negros que lo miraban desde abajo.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora