Sentires en diferentes tonos...

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FLUFF 3. Dazatsu

Kunikida-san me ha encargado comprar unos ramos de flores para adornar la agencia, ya que vendrá una cliente distinguida y no quiere que parezca un lugar de salvajes. O al menos eso es lo que nos dijo por la mañana, mientras regañaba a todos y les daba otras órdenes, como comprar comida o bañarse. 

Como Dazai-san iba a escaparse, me pidió que lo llevara conmigo para comprar los arreglos, y eso es justo lo que hacemos, aunque, desde que llegamos a la florería, lo único que ha hecho es intentar convencer a las dependientas de que comentan suicidio doble con él, y quizás esta vez si logre convencer a alguna, porque las cinco no le despegan el ojo.

—Su compañero no deja trabajar a mis empleadas —me dice la dueña del lugar, mientras acomoda mis ramos de flores de diferentes tonos, tendidos sobre una mesa. 

—Lo siento, es que...

—Bueno, no puedo culparlo, es un joven sumamente apuesto. Si yo no estuviera casada hace veinte años, seguro estaría allí también.

Sonrío tímidamente y cargo los ramos de flores, listo para irnos, mientras observo el cuadro a lo lejos: Dazai-san sigue coqueteando con esas chicas y yo solo puedo pensar que la dueña tiene mucha razón...

Él es sumamente apuesto. Aunque agradezco que sea lo único que saben, porque si lo conocieran más allá de su físico, seguro estarían perdidamente enamoradas de él... así como lo estoy yo.

Lo irónico es que, pese a ello, solo puedo estar a lo lejos, como un espectador de las acciones diarias de Dazai-san donde daría lo que fuera por ser una de esas jóvenes que le pueden mirar tan cerca, sonreirle y tocarlo, sin temor a perderlo. 

—Esto, Dazai-san, es hora de irnos o llegaremos tarde —le digo, cortante, porque toda esta situación me tiene algo molesto.

—Si, si, vámonos. Señoritas, vendré nuevamente a visitarles. 

Y dicho eso, salimos del lugar. Comenzamos a andar entre las abarrotadas calles, apenas para llegar a tiempo a la Agencia. 


—Atsushi-kun, ¿seguro que puedes con esa cantidad de flores? 

—Si —digo, aunque el follaje de los arreglos es tan frondoso que apenas si veo mi camino, pero no pienso pedirle ayuda.

—No sé por qué siento que te has molestado por algo.

—¿Y por qué tendría que molestarme? —reclamo, chocando con algunas personas al paso.

—Tal vez por toda la atención que recibía en la florería —Lo miro de reojo mientras arregla su cabello y eso me enfurece, porque ¡es tan creído!

—Como si eso me... —le respondo, pero siento como soy empujado y termino trastabillando varios pasos hasta que me detengo al ser sujetado entre los brazos de... ¡Dazai-san!

—Sabía que no podías con todas esas flores. —Me mantiene entre sus brazos, mirándonos sumamente cerca. Escucho que la gente sigue pasando, pero a la vez, es como si no oyera nada más, porque el ramo enorme de flores tapa de la vista de los demás nuestras caras y al parecer, también el sonido.

—Solo no me fije y choqué con... — y ya no digo más, porque noto que su rostro se aproxima al mío, tanto y más y... Me besa.

¿En serio no es un sueño? ¿Dazai-san me está besando?

Tras breves segundos, separa sus labios de los míos.

—Yo tampoco me fijé y choqué con tus labios. —Me suelta, toma algunos ramos de flores y comienza a caminar de nuevo. 

Retomo igual el camino, a un par de pasos tras él, porque no quiero que vea mi cara que debe estar muy roja ahora mismo.


Cuando llegamos a la agencia, Kunikida-san está absorto en su libreta, afinando los últimos detalles.

—Ya te trajimos tus flores —le dice Dazai-san, dejando los ramos en un florero gigante mientras yo cierro la puerta tras entrar a la estancia.

—Gracias. ¿Tuvieron algún problema con ellas? —responde Kunikida-san, sin voltearnos a ver.

—No, claro que no, solo chocamos un par de ocasiones con la gente, ya sabes —dice, y me mira a mi, lo que me hace sentir mariposas— pero en general, deberías de mandarnos más seguido a comprar flores. 

—Lo dudo, pero, ahora vayan a arreglarse.

Dazai-san se dirige a la puerta, se aproxima a mi oído y me susurra:

—Prometo que a la próxima no haré que te enceles, Atsushi-kun...

Y así me deja, mientras lo veo perderse en el pasillo y volteo a ver las flores, aún anonadado de lo que acabo de escuchar, pero notando que ese choque y abrazo entre los dos ha dejado las flores, pues... ¡MALTRATADAS!

Tal vez es el momento de huir de Kunikida-san.

¿O a lo mejor nos manda de nueva cuenta por flores?

Eso...

—¡¿QUÉ LES PASÓ A MIS FLORES?!

FIN.

Nota de la autora: Sorry not sorry Kunikida, pero tus flores se tenían que apachurrar con ese abrazo sí o sí. =D 

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⏰ Última actualización: May 28, 2020 ⏰

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