Incluso si su instinto le mandaba a huir de ese alfa carnívoro, él obedecía ciegamente a esa vocecilla que le susurraba que él era por quien estaba esperando.
Yuri Katsuki es un omega de la especie de los herbívoros. Despreciado incluso entre su mi...
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Luego del incidente, Viktor se volvió mucho más sobre protector conmigo. Sí, podía ser aún más receloso en mi cuidado y quedo claro.
Él no era alguien que lo demostrar abiertamente, ni siquiera me limitaba o decía algo. Lo dejaba entre ver con su actitud, mezclando mi ropa con la suya para que adquiriese su aroma, llenando la madriguera de provisiones para que no necesitara salir y buscando contacto físico conmigo, aumentando la frecuencia de sus besos y posesividad de sus caricias.
Al inicio dormíamos en posición de cucharas, algo típico entra las parejas alfa-omega. Compartíamos la misma almohada, pero él se acomodaba de forma que su nariz estuviese cerca de mi cuello. Con el paso de los días, amanecía boca abajo, con él recargado en mi espalda mientras una de sus manos apresaba la mía entrelazando sus dedos y tenía la otra en mi vientre y la cama. De este modo controlaba cualquier cambio en mí.
Fue así que una mañana me despertó con múltiples besos en el cuello, provocándome cosquillas.
—Yuri, despierte—rogaba.
Restregué mis ojos sintiéndome aun cansado.
— ¿Qué sucede?
—Aquí— dijo apretando suavemente mi vientre, con una voz que para nada escondía su entusiasmo mientras restregaba su cabeza contra mi espalda, eufórico—. Aumentó tu temperatura. Y tu olor es más dulce. ¡Vas a entrar en celo! ¡Mi Yuri precioso! ¡Tu cuerpo me eligió para ser el padre de tus bebés!
Sucedía algo entrelas parejas alfas-omega y era que a modo de seducir a sus alfas y decirle que lo había aceptado, el cuerpo del omega libera un tenue aroma muy dulce que solamente el alfa elegido como compañero podía sentir. Bastante romántico, de no ser que esto sucedía pocas veces. En general los omegas eran enlazados con otros alfas sin que ellos pudiesen elegirlo ni mucho menos amarlos.
Yo tenía suerte, o algo como eso. Estaba con una persona que claramente me amaba incluso si esto iba en contra de su naturaleza. Sabía que lo que deseaba era un hijo, pero había un problema y eso era que si bien mi cuerpo estaba alistándose para entregarse a él y mi corazón guardaba el recuerdo de haberle amado, algo escondido en algún rincón de mi memoria me llenaba de temor.
Un temor que era incapaz de expresarle y que me llevaría a tomar una mala decisión.
—Yuri, ¿qué vamos a comer hoy? —preguntó divertido apresando mi cintura mientras yo pelaba algunas papas.