Candace:
Era el cumpleaños de Marshall.
Ese día me levanté temprano y, sin hacer mucho ruido, salí de la casa para comprarle un pequeño pastel. Fue difícil regresar y moverme con cuidado por la casa para armar la sorpresa que tenía en mente, lo bueno era que mi amigo tenía el sueño algo pesado. Dejé el pastel en la mesa y fui a mi recámara y saqué de mi armario el regalo que había comprado desde hacía un par de meses.
Ya teniendo todo lo que necesitaba, puse manos a la obra. Aunque no hice la gran cosa, solo acomodé el pastel y le coloqué unas cuantas velas —sin encenderlas todavía—, puse el regalo cerca e inflé algunos globos que habían sobrado de la última fiesta.
Y esperé a que se despertara.
Mientras lo hacía revise mi celular, pensando si era buena idea hacer una pequeña reunión con los demás para celebrar el cumpleaños de mi roomie. Le di un par de vueltas al asunto mientras observaba los estados de Arvel en WhatsApp. En eso, él mando mensaje, lo que provocó que me asustara.
Pero traté de tranquilizarme, y eso solo lo conseguí cuando noté que fue en el grupo.
"Hey..." decía "hoy es cumpleaños de Marshall, ¿qué tal si hacemos una reunión? Claro, si Candace está de acuerdo".
Lo que hacía Facebook... En fin, ¿este hombre leía mentes o qué? No quise sacar conclusiones cursis y raras al respecto y contesté al mensaje, agradeciendo que Marshall todavía no fuera agregado al grupo.
"Me parece una increíble idea 😉"
"Genial" escribió Benjamín "Cuando salgamos del trabajo estaremos allí".
Escuché un par de ruidos en la casa, bloqué mi celular y tomé el encendedor para prender las velitas. Los pasos se fueron acercando a la cocina y entonces empecé a cantar el feliz cumpleaños.
Nota: Mi voz no es la mejor del mundo, pero la intención es lo que cuenta. Supongo.
—¡Feliz cumpleaños, Marshall! —dije cuando terminé de cantar y lancé confeti hacia donde él estaba—. Ya estás viejo.
—Muchas gracias, Candy.
Se acercó y me dio un gran abrazo. Era maravillosa esa sensación de festejarles el cumpleaños a las personas que más quería, en especial a Marshall, le brillaban los ojos cada vez que le daba un regalo en ese día especial.
—Bueno, basta de abrazos —dije rompiendo el abrazo—. Abre el regalo.
Mi sonrisa crecía con cada movimiento que Marshall realizaba para romper la envoltura del regalo, también porque en poco comeríamos el rico pastel que había comprado. Antes de que hiciera algo más y faltara poco para que esta se rompiera por completo, saqué mi celular y grabé la escena, quería guardar ese momento para los próximos años.
Su boca se abrió en una enorme o.
—No es cierto —susurró—. No debiste.
Era un control remoto a modo de disculpa del que rompí en enero de ese año, y una foto en su propio marco del primer día que nos fuimos a vivir juntos.
—¿Te gusta? —pregunté, ya que su rostro no me daba ningún indicio.
—Me encanta.
Algo menos de que preocuparme, solo faltaba el regalo de Bob.
—Uff —Un momento—. ¡El deseo! Rápido, pide un deseo.
Hizo lo que le dije, cerró los ojos y luego sopló las velas. Aplaudí y volví a abrazarlo, después tomé unos tenedores.
—Ahora si —Le pase uno—, a comer pastel.
Él negó mientras sonreía, aun así, se puso a comer conmigo.
. . .
Arvel:
Me sentía algo incómodo. Volteaba la mirada a cualquier lugar del departamento, sin embargo, mi vista regresaba ahí; con Candace y Marshall.
Mi idea ya no parecía ser tan asombrosa como en el principio.
Su voz venía a mi memoria: "Solo compartimos el departamento". Pero el verlos tan cerca y ver a Candace sonriendo por sus palabras, era más de lo que podía soportar. Lo peor de todo, no podía pedirle explicaciones porque solo éramos amigos. Y siempre lo seríamos.
Rox dio un ligero apretón a nuestras manos unidas, lo que provocó que regresara a la realidad. Dirigí mi vista a ella.
—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó, llamando la atención de Candace.
—Nada, ¿por qué?
—Te noto algo distraído.
Miré a Candace, quien rápidamente rompió el contacto visual y continuó con su conversación con Marshall.
—Es por el trabajo, ya sabes.
—¿Quieres que nos vayamos a la casa?
—No, todavía no.
—Como tú digas —me dio un beso en los labios—. Ahora vengo, iré por algo de beber.
Asentí y la observé irse. Rory no tardó mucho en acercarse a mí.
—Arvel, debemos hablar.
Más malas noticias.
—Claro, ¿qué pasa?
—Necesito que mi hermana y tú terminen con ese asunto que tienen pendiente de una vez por todas. Y, como sé que Candace no lo hará, te lo pido a ti.
—No entiendo de qué hablas.
—Bienvenido al club, porque yo tampoco entiendo que pasa con ustedes. Solo, hablen, bésense, cásense... No sé, pero terminen con esto de una buena vez. Si no, Rox comenzará a sospechar, o ya lo hizo. Nadie es estúpido para no darse cuenta de lo que sucede entre los dos.
—¿Qué pasa entre los dos, Arvel?
Cerré los ojos al escuchar su melodiosa voz. Prefiriendo unas mil veces que nos hubiera escuchado Candace y no Rox. Ahora por culpa de ambos debía responder una pregunta que estuve evitando desde el regreso de Candace.
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Siempre fuiste tú ✔
Teen FictionCandace Delaney y Arvel Winslow han sido amigos casi toda su vida, ambos pueden deletrear sus aventuras o callar cuando se trate de sus travesuras. Candace está enamorada de Arvel, y Arvel está enamorado de Candace. Solo que ninguno sabe sobre dich...