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Preguntamos por todos lados; a mujeres, a guardias que patrullaban, niños, hombres que se encontraban en las afueras, pero nadie sabía su paradero.

-Disculpen señoritas- escuchamos una voz que nos llamaba, era la de un anciano -¿Están buscando al príncipe?

Me sorprendió, entonces la gente debe conocer los rostros de la familia real

-Si abuelo- conteste esperanzada

-El paso por aquí. Me preguntó cómo podía llegar a las afueras sin ser visto, le enseñe el camino que lleva a los pasadizos-dijo el abuelo mientras se mecía en una mecedora

-Si sabía que era el príncipe ¿Por qué no lo reporto?- dije. Pude notar que descargue todo mi enojo en el señor

-Se veía desesperado, yo solo quise ayudarlo- se levantó y se acercó a mí –Desde que los anteriores emperadores murieron la vida en el castillo no ha sido muy grata para los hijos, y menos para el menor-

Pude notar en sus ojos lastima, como si anhelara los buenos tiempos. Comprendía muy bien su sentimiento, si yo fuera él, creo que también hubiera ayudado a Nyx a escapar.

-Señor ¿Puede decirme como llegar a los pasadizos?- dije amablemente

-Claro, vaya a la plaza central. Detrás del Ángel encontrara una puerta que lleva a los pasadizos- dijo. En cuanto termino la última frase se metió a una pequeña casita y luego volvió a salir –Toma linda, allá abajo está muy obscuro

Me dio una lámpara con una vela encendida. Sofí y yo nos dirigimos a la plaza rápidamente, con la esperanza de encontrarnos con O'Brien, pero aún era temprano y no queríamos esperar a su llegada, así que decidimos aventurarnos por nuestra cuenta.

Cuando llegamos a la plaza pude contemplar a la estatua que estaba en el medio; era un ángel semidesnudo, su postura estaba derecha y en guardia, portaba una espada en su mano derecha y la izquierda parecía estar herida; su mirada era dura pero a la vez triste, tenía heridas por todo su cuerpo, el cabello despeinado; se veía agotado.

Sofí me hizo una señal para indicar que había encontrado la puerta. La puerta estaba hecha de mármol como todo lo demás, y al abrirla unas escaleras descendían hacia la obscuridad. Sofí y yo nos pusimos en marcha.

Gracia a la linterna que nos dio el abuelo pudimos recorrer el pasadizo fácilmente, este estaba hecho de cemento blanco, aunque estaba sucio y lleno de telarañas estaba en muy buenas condiciones; en la paredes había grabados de frases en un idioma que no me resultaba familiar; el pasadizo tenía varios caminos, pero gracias al eco que provocábamos podíamos saber cuál camino tomar.

-¿Señorita jade?- susurro Sofí

-Dime- dije sin detenerme

-¿Es verdad que despues de encontrar al príncipe usted huira?- voltee a verla asombrada –Lo escuche en el camino-

-No lo sé Sofí, no estoy segura si podré hacerlo, pero- dije con poca confianza

-Antes de que diga algo quiero mencionar que el Emperador Ángelos no es tan malo como usted cree, quiero decir, él puede ser cruel a veces pero si haces bien tú trabajo o respetas sus órdenes él...-

-Es bueno- interrumpí las últimas palabras de Sofí. Ella solo asintió –Yo no quiero vivir de esa forma-

-Eso lo sabe perfectamente el emperador- dijo murmurando pero asegurándose de que yo la escuchara –Todos temíamos por su vida la primera vez que hablo con el emperador, nadie hacia eso, y el que se atrevía, siempre terminaba siendo castigado como usted vio con Gnomeo-

Me quede inmersa en sus palabras

-Desde que usted llego, el Emperador se ha comportado de una forma diferente- dijo como ultimo

Yo no sabía que decir, ni siquiera me gustaba lo que acababa de escuchar. Era como si una parte de mi deseara regresar al palacio en ese mismo instante, como si quisiera ser parte de la vida del emperador; una llama de esperanza nacía en mí. Pero tenía que ser realista, la vida no es un cuento de hadas, ni siquiera en este mundo.

Estaba a punto de decir algo cuando se escucharon unos pasos provenir desde la obscuridad del pasadizo, provenían desde la dirección hacia donde íbamos.

La concubina del demonio de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora