Pág 6: Konohagakure no sato

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Él día llegó...

Llevo cosas que se que me harán falta a la época que voy. No sé si llegaré en el momento que me marché o mucho después... no estoy segura de eso. Pero esta vez voy mejor preparada.

Cuando estoy ya en la puerta de la Aldea encuentro ahí a Obito y Shikamaru, Naruto estaba demasiado ocupado como para acompañarme en esta vez.

Es tan extraño que Obito sea ahora como un amigo después de haber peleado contra él en la guerra. Todos al verle pasar le tratan con respeto y él con una sonrisa radiante siempre es muy amable. ¿Ese es el Obito que no pudo ser? Pregunté para mis interiores viendo lo brillante que parece ese hombre. Y que decir de su esposa... Rin realmente es hermosa. Son tal para cual. Creo entonces que he hecho bien mi trabajo si he unido a dos maravillosas personas.

Cuando llegamos al mismo campo donde me marché aquella última vez ellos se despidieron fijamente. Bueno, al menos Shikamaru lo hizo. Obito en diferencia me abrazó fuertemente y dejó un sonoro beso en mi frente dedicándome mucha suerte.
Obito en esta realidad es algo así como un   tío/hermano mayor que me cuidó de pequeña y aunque me trate cariñosamente es para mi aún muy extraño todo aquello.

Cuando traspasé el agujero me encontré de nuevo con el mismo lugar. Pero esta vez no buscaría la civilización, esta vez utilizaría el sello que dejé en el hombro de Madara para poder encontrarle. Esperando, claro, que me recuerde y no me mate.

Cuando aparecí nuevamente en un lugar específico noté que era una habitación...  realmente muy espaciosa la habitación, con un estilo por completo culto y cuando me fijé en Madara casi muero...
No literalmente. Pero es que él está... durmiendo. Y duerme como...
Como cualquier humanidad en el mundo me atrevería a decir.

Se supone que saldría temprano para que llegara en este tipo de situación y no en una donde él esté con demás gente y esta me pueda ver aparecer de repente cuando el jutsu aún no ha sido creado o divulgado.

Me acerqué lentamente a el futón donde Madara Uchiha dormía boca arriba sin inmutarse de mi presencia.
¿Debería despertarle y contarle que volví o salir sin que me note y no invadir su espacio personal?

Me hubiera marchado pero no sé lo que pase si yo salgo de la habitación y estamos en el clan Uchiha y no me recuerdan... no creo que sea la mejor idea que me vean salir del cuarto del líder.

Me senté y dejé mi maleta por un lado.
Madara realmente no parece que halla cambiado mucho. Sigue exactamente igual a como le vi la última vez.
Pero mi emoción de saludar fue mucha entonces moví su hombro bruscamente para que abriera los ojos y me viera por fin y que notara que cumplí la promesa de regresar.

Madara no tardó en abrir los ojos. Y vaya que se ve sorprendido. Yo muy sonriente moví mi mano frente a él.

– ¿Eres tu sanadora? – dijo con la voz ronca que le caracteriza al levantarse.

𝑳𝒂 𝑽𝒊𝒂𝒋𝒆𝒓𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora