Mentiras

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Habían pasado un par de días, para Harry había sido extraño no despertar en la enorme cama de su habitación en el castillo. Ya no había razones para emocionarse al despertar, su mente ya no trabajaba en las posibilidades de en qué momento se encontraría con Lou.

Ahora lo llamaba así, llamarlo bestia le hacía recordar el filo de ese cuchillo sobre su piel, cerca de su corazón y lo hacía temblar. Anne lo notaba extraño, dejo de preguntar, ya tendría tiempo después para saber; Harry acababa de pasar quien sabe cuántas cosas dentro de ese castillo y ella no lo obligaría a hablar hasta que se sintiera listo.

-Darcy, ¿puedes abrir cariño? -la mujer se encontraba preparando el desayuno cuando alguien llamo a la puerta.

-¡Colette! -grito emocionada la niña.

-Hola bonita ¿puedo entrar?

Anne se extrañó por su presencia, a pesar de que había tratado de tomarle cariño a esa chica ese presentimiento no abandonaba su pecho cuando la tenía al lado. Era cierto que todos los días en los que su hijo estuvo atrapado en ese castillo ella se quedó en casa por si Anne necesitaba salir de prisa, era cierto que había demostrado cuan encantadora podía llegar a ser; pero aún así algo no encajaba.

Las niñas parecían adorarla pero Anne no podía hacer tal cosa.

-Buenos días Anne.

-Buenos días señorita Colette -dejo su desayuno a medio preparar para ir a recibir a la visita.

-Supe que Harry regreso –era inútil el que quisiera esconder su emoción por volver a ver al rizado, cada parte de su cuerpo emanaba un rayo de felicidad pura, sus ojos brillaban mientras trataba de saber dónde se encontraba el amor de su vida.

Ella podía asegurar que así era, Harry había nacido para estar con ella, para ser marido y mujer, Harry nunca se había portado ineducado con ella, podía asegurar que así era porque lo sentía en su pecho, era un sentimiento precioso y cada vez que lo sentía deseaba sinceramente que todos pudieran encontrar a su Harry Bonette algún día.

Pero lo que ella desconocía era que Harry había nacido para ser libre, para estar con alguien que lo dejara ser el mismo, Harry trataba con amabilidad a todo en el pueblo porque eso le enseño su mamá, incluso a veces los trataba mejor de lo que se merecían. A ella solo le gustaba ver lo que quería que pasara. Lo mismo que sentía ella al estar con el ojiverde él también lo sintió, pero con cierta bestia de ojos azules que se encontraba lejos de él. Lo que ella no sabía era que cada vez que Harry estaba con ella deseaba con todas sus fuerzas poder salir de su vista.

-Así es. Regreso hace un par de días -asintió mientras miraba a la chica frente a ella y limpiaba sus manos en el delantal que traía puesto.

-Que dicha Anne ¿Dónde está? ¿Puedo verlo? -comenzó a caminar hacia la habitación de Harry pero Anne se puso frente a ella, bloqueando su paso poniendo sus manos frente a ella.

-No lo creo, el... está cansado aun, prefiero que lo dejemos dormir. En otra ocasión lo puedes ver.

-Oh... seguro -miro sobre el hombro de la mujer la puerta de la habitación del rizado- ¿Me invitas a desayunar? -le dio la sonrisa más grande que pudo.

-Por supuesto, ven. Siéntate -tardo unos segundos en responderle. No iba a ser grosera y decirle que no. Se contuvo de poner los ojos en blanco, su desayuno se había arruinado.

Colette había ido a esa casa con un único propósito: ver al rizado.

No se iba a ir de allí hasta cumplir con él.

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-¿Volviste a soñar con eso?

-Sí, es lo único que veo cada vez que cierro los ojos, y su voz esta en mi mente todo el tiempo.

🥀EL ENCANTO DE LA BESTIA {LARRY STYLINSON}🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora