Único

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Killua había creído que sería buena idea tomarse un descanso en medio de su ajetreada vida universitaria, por eso decidió visitar un momento una cafetería famosa entre sus compañeros por su delicioso café y exquisitos dulces.

El lugar era elegante y tranquilo, con un fino estilo minimalista impregnado en cada rincón. Lámparas colgaban del techo, brindando luz tenue hacia las mesas que brillaban pulcramente haciendo contraste con los floreros de cerámica posados sobre el centro de cada una. Modernos cuadros lucían en las paredes de madera que lograron cautivar a Killua en su totalidad.

Sintiendo como finalmente empezaba a relajarse después de tantas noches en vela haciendo tareas y estudiando, se sentó en uno de los taburetes mientras observaba el menú. Optó por un pastel de chocolate con una taza de leche.

Mientras se deleitaba con el dulce sabor, su mirada enfocó a la persona sentada unas mesas más adelante a la suya. Un chico que se mantenía atento a la pantalla de su celular, aparentemente tecleando en el con una sola mano y con desinteres palpable, ajeno a la taza humeante frente a él.

"Es lindo" Killua sonrió sin poder evitarlo.

Era un chico de piel bronceada, poseedor de unas brillantes orbes color miel resaltadas por unas largas pestañas, su cabello negro y con una terminación verdosa en las puntas. A simple vista se notaba su atlético cuerpo. Sus finos labios estaban apretados en una línea recta.

Chicos así no se encuentran todos los días, pensó. Ni siquiera fue consiente que no le quitaba los ojos de encima, sin molestarse en disimular.

¡Es que era guapísimo! Pero le avergonzaba tan solo acercarse, mucho menos se atrevería a articular palabra a su alrededor y respirar cerca de él. Aún así, no quería dejar de mirarlo...

Con una ladina sonrisa dibujada en su rostro, sacó su celular del bolsillo, para luego dirigirse a la aplicación de cámara. Con sumo sigilo e intentando disimular lo más que podía, apuntó con la cámara al desconocido y enfocó su silueta.

El chico, ignorante a las acciones del albino, le dio un sorbo a la taza, sin despegar la mirada de su celular. Todos sus movimientos eran captados por la cámara del celular del albino, quien al no sentirse satisfecho con una simple foto, quizo empezar a grabarlo.

Pero, después de unos breves segundos, Killua sintió sus nervios salir a flote cuando, contra todo pronóstico, el chico levantó la mirada para clavar sus ojos directamente en él, o más bien en el celular.

Sin pensarlo dos veces, Killua apuntó la cámara hacia otro lugar, rogando internamente por que aquel chico no haya notado lo que estaba haciendo. Aún apuntando su cámara a otra dirección, miro al desconocido por el rabillo del ojo... Había vuelto su mirada a su celular, entonces se permitió volver a enfocarlo.

Error.

Tan solo un segundo después de volver a dirigir su celular hacia él; su mirada volvió a alzar, esta vez con sus labios curvados en una sonrisa y alzando una ceja con cierto toque de diversión. Killua sintió su corazón paralizarse y sus mejillas arder de vergüenza pura.

—Deja de hacer estupideces, Killua —susurró para sí mismo mientras apartaba su celular, intentando concentrarse en lo que sea que no fuera esa expresión divertida y quizá algo de burla.

Planeaba huir lo más rápido que podía de aquella que ahora considera su peor vergüenza hasta ahora y empezó a buscar entre sus bolsillos el dinero necesario para pagar la cuenta. Pero, cuando se volteó listo para irse, jamás se esperó encontrarse con aquellos ojos color miel tan de cerca junto con la misma sonrisa que apreció hace un rato.

—Hola —articuló con tranquilidad y sin cambiar de expresión.

—Ah... —Killua sintió sus mejillas arder y su corazón desbocarse—. Hola... —murmuro desviando la mirada a donde sea que no fuera la silueta del chico.

—¿Vienes seguido aquí? —lo miro con interés.

—No y ya tengo que irme. —Dejando el dinero correspondiente en la mesa, se levantó con la intención de irse. Prácticamente estaba usando toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo.

—Está bien, pero antes de que te vayas —sonrió mostrando su blanca dentadura—, ¿sali bien en la foto?

Killua empezó a emitir una serie de balbuceos incomprensibles intentando decir alguna excusa válida.

—¿Y si mejor me dejas verla? —con diversión, intentó agarrar el teléfono del albino que yacía aferrado fuertemente entre las pálidas manos.

—¡No! —Rápidamente lo apartó de su alcance.

El chico volvió a reír. Killua distinguió en aquella risa cierto aire coqueto combinado con una tierna gentileza.

—Es que... si la vas a conservar, al menos quiero asegurarme de salir decente. —Se encogió de hombros con fingida inocencia—. Tú te ves bien en mis fotos, no te preocupes.

Killua finalmente había encontrado una excusa pero aquellas últimas palabras lo dejaron sin habla.

—¿Qué, qué? —Lo miro notablemente sorprendido.

—Sí, mira. —Tecleo breves segundos en su celular para luego ponerlo frente a los ojos del albino.

Killua jadeo de sorpresa al reconocerse a sí mismo en la imagen que mostraba la pantalla del celular. Su silueta estaba de perfil, sonriendo mientras contemplaba su dulce intacto. El dedo del moreno se deslizó por la pantalla, haciendo pasar la siguiente imagen: en ésta estaba dándole un sorbo a la taza de leche.

—T-tú... —Apartó la mirada para enfocarse en las orbes miel, que ahora estaban acopladas a un tenue rubor rosa que se apoderaba de las mejillas del moreno.

—Me parece que es normal querer tomarle una foto a las personas que te parecen lindas ¿no? Digo, tú lo hiciste. —Se encogió de hombros—. Ah, por cierto. Soy Gon, ¿y tú?

Killua inspiró aire profundamente sin quitarle la mirada de encima.

—Tú callate. No vuelvas a mencionar esto. No nos conocemos de nada y yo ya me voy. —Nuevamente intentó irse.

—De acuerdo, pero antes... —Le extendió su celular—, ¿Agendas tú número?

Esa simple pregunta y esa expresión de aparente inocencia dejaron paralizado a Killua. Fueron varios los segundos en los que se mantuvo quieto mientras la mirada expectante de Gon seguía sobre él.

Suspiró. Se dio una cachetada mental en el momento en que agarró el celular de Gon y registró su número.

—Killua, eh. —El moreno sonrió ladino al ver el nuevo nombre entre sus contactos.

—Sí, sí —murmuró evitando mirarlo directamente. Dejó el dinero de la cuenta sobre la mesa.

—Te llamaré hoy, no me ignores —advirtió con cierto deje de burla en su voz.

—Yo decidire eso. Ahora sí, me voy —dijo para luego marcharse de la cafetería lo más rápido que pudo, ante la divertida mirada color miel.

Ese día Gon sí lo llamó... Y Killua sí atendió su llamada, teniendo perfecto conocimiento sobre quien se trataba.

Esa fue la primera de muchas llamadas más.









Holii~~

Como están? :3

Esta idea la tenía desde hace mucho, incluso lo publique en mi tablero y estoy feliz de subirla ♡

Gracuas por leer~

Beshitos <3











Por una foto | GonKillu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora