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Luego de los dos desastres continuos en la tienda, tres días relativamente tranquilos en los que los disturbios espontáneos se escuchaban lo suficientemente lejos al igual que el motor irritante de las motocicletas y muchas razas de café de intermedio, finalmente había llegado el tan ansiado fin de semana.

Pero de todas formas Kai debía trabajar.

El dinero para pagar el alquiler no se ganaba solo.

Suspiró mientras se miraba en el sucio espejo que llevaba días jurando limpiar, unas claras bolsas violáceas se hacían notar bajo sus ojos y sus labios habían perdido algo de color, parecía cansado, agotado tanto mental como físicamente, por poco y podría ser extra en la segunda parte de "Train To Busan". Simplemente no había podido dormir tranquilamente un par de semanas y eso afectaba drásticamente su imagen de inmediato, colocándole demasiados años encima que aún no poseía.

Inhaló y exhaló con lentitud, buscando algo de calma mientras que se dictaba unos cuantos ánimos con la voz de su cabeza para tener alguna mínima motivación pqra salir y finalmente iniciar su nueva jornada laboral, aquella a la que se estaba obligando a acostumbrar y rezando a todos los santos conocidos por su mente para que aquel pelirrojo no llegara aquel día a su lugar de trabajo.

Pero como todos sabemos las plegarias del pobre pelinegro nunca son escuchadas adecuadamente.

O algo así.

Kai estaba camino a la tienda luego de haberse gastado unos diez minutos de su tiempo en cubrir sus ojeras con algo de maquillaje, puedo que no hubiese clientes usualmente a esa hora, sin embargo, el maquillaje no era porque los demás pudieran verlo de esa manera, era porque no le gustaba saber que se veía así. La noche cayó rápido la ciudad, estaba yendo algo antes, pero aún así ya estaba oscuro cuando salió de casa. Mientras que él caminaba distraídamente, a lo lejos un chico de cabellos blancos le seguía con la mirada, tomándolo como un nuevo objetivo.

(...)


一¿Soobin Hyung? —Llamó Kai en cuanto entró en la tienda, curioso por la ausencia del pelimorado que usualmente esperaba su llegada para retirarse.

A Kai le pareció raro no encontrarse con el mayor, pero al notar que se había pasado unos cuantos minutos de su hora de entrada simplemente supuso que se debió haber ido a casa. Algo irresponsable de su parte haber dejado la tienda vacía durante ese tiempo, aunque fueran unos cuantos minutos nada más.

Lo primero que hizo fue encender la televisión, una pequeña manía que tenía debido a su poca tolerancia al silencio absoluto, lo hacía sentir demasiado solo. Se sacó su chaqueta, disfrutando de la próximamente inservible calefacción que hacía su trabajo a lo mínimo, después pasó a su lugar tras el mostrador, buscando el chaleco que lo identificaba como trabajador para así comenzar a laborar.

Pero —para la sorpresa del azabache—la prenda no estaba en su respectivo lugar, algo que le resultaba extraño siendo que Soobin había demostrado ser alguien exacto y organizado con respecto al trabajo, tal vez era un caos con sus propias pertenencias, —no obstante— cuando de la tienda se trataba todo siempre estaba en perfecto estado.

Al final, luego de inspeccionar los alrededores con su mirada y desde su lugar, encontró el chaleco en el suelo tras la barra, por alguna razón.

Sin cuestionarse mucho se agachó para tomar la prenda entre sus manos, sacudirla, tirar cualquier rastro de suciedad en la superficie y volver a levantarse.

Pero tuvo que detener cualquier movimiento en seco para quedar completamente inmóvil cuando el filósofo borde de una navaja se posicionó muy cerca de su garganta, provocando que su corazón diera un vuelco y sus ojos se abrieran en su totalidad.

「 𝗖𝗼𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗲𝗻𝗰𝗲 𝗌𝗍𝗈𝗋𝖾 」» TyunningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora