Poesías de una mente patética y enredada que traza el amor, el odio y la vida en versos. Porque la manera más valiente de enfrentar el miedo, cambiar de piel, subir escalones y enfrentarse al espejo, para este intento de persona, es en poesía.
Créd...
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Tengo en la boca, el grito de derecho. El golpe en la mejilla que me dejó la libertad.
Creí que sería suficiente poner un alto, alzar la voz, declarar una revolución. El poder está en mí, el desprecio en ellos.
Soy intolerante, intolerante al derecho de matar. No crecí en un altar, fui declarada propiedad. A plena luz del día mientras el sol aún no se ponía, sus manos en mi cuerpo, las palabras de un degenerado.
Dejé de protestar en voz baja, de no mirar donde no me tocara. Le di la cara a quien se creyó mi dueño. Grité y no lloré por la sangre que mancha el suelo. Dejé de sentir lástima por las faldas rotas y los cuerpos de mujeres aún más rotas. Grité, grité de ira porque esta es mi vida.
Necesito un mundo donde mostrarse es valor y no volverse exhibición. Quiero ser yo misma dejar de ser minimizada, dejar de ser callada, dejar de ser dominada. Quiero ser dueña de mis propias palabras.
Sigo caminando en estas calles, las calles de la intolerancia. Chapoteo la sangre y las lágrimas de mujeres despreciadas. ¡No, no voy a fingir que no es nada! Dejé de bajar la mirada, de apretar los labios y creer que no fui apartada.
No puedes mirar debajo de mi falda, no puedes creer que seas mi única esperanza, no puedes esperar que sea tu esclava. Te diré qué merezco, merezco más que tus miradas. No soy sólo un cuerpo y no eres mi dueño. Soy mujer y este es mi derecho.
Dejé de protestar en voz baja, de no mirar donde no me tocara. Alcé la voz porque hay valor en mis palabras. Escúchame porque dejé de ser dominada. Dejé de sentir impotencia por los golpes y los moretones. Y luche, luche enrabiada porque esta es mi batalla.
Sigo caminando en estas calles, las calles de la intolerancia. Choco con tu espalda y debajo de tus pies, hay bolsas con historias jamás contadas. ¡No, no voy a fingir que no es nada! Te creo inalcanzable, temo tus verdades. Pienso que jamás voy a derribarte. ¡No, no voy a fingir que no es nada! Pero soy mujer y este es mi derecho.
Necesito un mundo donde gritar respeto es obligación y no privilegio. No mires debajo de mi falda, no encontrarás alabanzas. Quiero ser yo misma, dejar de ser tu amada. Voy a luchar mis propias batallas.
Creí que sería suficiente declarar una revolución, esperar devoción y no rencor. Soy intolerante, intolerante al derecho de asesinar. No seré quien golpees hasta matar. No seré quien pisotees por el gusto de intimidar. Dejé de bajar la mirada, voy a hacer más que temerte, voy a imponerme.
Tengo en la boca, el sabor del respeto. El golpe en la mejilla que me dejó el "Sí puedo".
Soy mujer y este es mi derecho.
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