Hades y Persefone

En jardines de Deméter

  Era un dia hermoso, el sol brillaba radiante, seguro Apolo estaba de buen humor. El perfume de las flores que crecían a las afueras del Olimpo era tal vez el aroma que la hacía sentir en casa. Su madre, la diosa de la agricultura, Deméter, solía decirle con frecuencia "mi pequeña, tu lugar siempre será junto a mi". Ella decía que el Olimpo, hogar de los dioses, no era un lugar para ellas. Por ese motivo vivían entre los mortales, lejos de todos los problemas que arrastra el que una encantadora joven se relacione con promiscuos dioses carentes de moral. Bien lo sabía Deméter.
    Como cada tarde, Persefone jugaba en los jardines de su madre, los cuales parecían no tener fin, con sus amigas, las ninfas. Corrían y seguían mariposas. Su madre le tenia prohibido estar sin compañía, por eso las ninfas siempre estaban junto a ella, o su madre tomaba el puesto de guardiana.
   Persefone, quien ya no era una niña, era hermosa. Una larga cabellera rojiza enmarcaba su rostro, de ojos verdes tan brillantes como las estrellas y labios tan rosados y frescos como un capullo de rosa recien florecido. Estaba cansada de no poder disfrutar de un momento sola, ella entendía la preocupacion de su madre, pero encontraba que era excesiva.
   Un deseo de poder estar a solas se extendió por todo su ser, aprovechando que las ninfas estaban mirando como una mariposa salía de su capullo, pudo esconderce tras unos arbustos y se puso a correr. Descalsa y agotada llegó a orillas de un estanque, se sentó sobre una piedra y contempló su reflejo. Paz.
    Disfrutaba de estos pequeños momentos, en los cuales podía imaginar que era dueña de su vida y que su madre le daba la livertad que merecía. Persefone notó movimiento a sus espaldas, seguido de unos pasos acercandoce.
- veo que me encontraron mas rapido esta vez - dijo, pensando que de las ninfas se trataba.
-no se a lo que se refiere, señorita, pero si, creo que la encontré- respondió una voz masculina.