1

541 33 3
                                    

"Es un mundo cruel, pero no nos importa. Porque lo que tenemos lo tenemos para compartir"


🌱


El grupo de altos hombres sudorosos acomoda la última pieza de su recámara con sumo cuidado. Cuando contrató el servicio de mudanzas pidió trabajadores que fueran, en efecto, cuidadosos, pero no se imaginó que tan pulcros serían realmente. La propina será buena, hasta quería ir a comprar unos refrescos e invitarlos a comer algo, se lo habían ganado. ¿O tal vez prefieran café?

Estaba pensando si sería mejor eso o tal vez hacerles unos emparedados cuando uno de ellos carraspeó.

"Ya terminamos".

"¡Oh! M-muchas gracias". Tobio se sintió un poco incómodo cuando ellos se dieron la vuelta y empezaron a recoger sus herramientas, ignorando su reverencia "Eh... ¿T-tienen sed? ¿Quieren algo para beber?"

No le contestan hasta que terminan de guardar todo. Los hombres miran al chiquillo que les observa con la espalda curvada en una pésima postura desde el marco de la puerta.

"Muchas gracias, Kageyama-san". Dice el más joven "Agua está bien".

Él los guía alegre hasta la cocina y sirve unos vasos, con mucho hielo pues ese día de mayo ha estado particularmente infernal. Y Tobio, siendo como es, intenta hacer plática con los hombres. Es incómodo, preferiría no hacerlo, pero el señor mayor le recuerda a su abuelo y justo ahora está extrañándolo mucho.

Ellos terminan con el agua y agradecen con una reverencia que hace a Tobio querer que la tierra se lo trague. Nunca le ha gustado que la gente se reverencie ante él, menos las personas mayores.

"Muchas gracias por ayudarme con la mudanza. Agregué el veinte por ciento de propina a la cuenta".

"Nos vemos". Se despiden.

Entonces él se da cuenta de lo raro que se siente estando solo en ese departamento. No quiere darse la vuelta para entrar, no aún. Faltan muchas cosas por desempacar, sus plantas necesitan agua, tiene que hacer su cama antes que den las tres de la tarde y ya después simplemente sea absurdo hacerlo... Está consciente de todas las cosas que tiene que hacer, pero no quiere entrar ahí.

Tal vez está exagerando.

Se da la vuelta para al fin entrar, pero escucha un golpeteo en el pasillo. Alguien carga algo pesado y arrastra los pies.

Olfatea el aire. Huele dulce, mucho, como cuando un Omega ha sudado. Porque es un Omega, él sabe, siente a su Alfa con las orejas bien altas mientras observa.

Se da la vuelta y es precisamente eso lo que ve: un chico aferrándose con sus dedos a la pared mientras arrastra sus pies. Lleva consigo un montón de bolsas llenas con ropa y otras cosas que no puede identificar pero cuando él se mueve hacen mucho ruido. Mira al suelo, un momento, y jadea cansado antes de seguir caminando.

Y no es que Tobio fuera un chismoso, quedándosele viendo en medio del pasillo afuera de su departamento, pero pareciera que el chico va a desmayarse en cualquier momento. Entonces se detuvo justo frente a él, en la puerta del otro lado del pasillo. Saca sus llaves y empieza a maniobrar para poder encajarlas en la cerradura.

Tobio no sabe qué hacer. Se hubiera metido en el departamento de no ser porque sus piernas no respondieron a tiempo, tal vez le hubiera ofrecido ayuda pero tenía un nudo del tamaño de su puño en la garganta. Tal vez sólo debía irse de ahí, a cualquier lugar realmente no importaba.

Pero se quedó quieto mientras el chico entraba al departamento, olisqueando discretamente. Era la única puerta que tenía llaves, todas las demás estaban protegidas con contraseña. Crujía además, como si nunca le hubieran puesto aceite a las bisagras desde que la instalaron.

Él ya estaba adentro, a punto de cerrar, cuando Tobio se armó de valor y avanzó unos pasos en el pasillo.

"B-buenos días".

La puerta se cierra.

Tal vez no lo escuchó, por eso no le responde. La gente no es así de grosero porque sí. Menos un Omega. Los Omega son amables, no dudarían en saludar.

Tal vez él está mal y está pensando de más.

Ya sin más, se da la vuelta y entra.

El departamento se siente vacío. Tiene todas sus cosas, incluso pintó las paredes del mismo color que su cuarto en la casa de su abuelo, pero... Le falta algo. No puede decidir en qué pensar; si en lo abrumador que es empezar otra vez desde cero o en el Omega que se veía tan frágil como la ramita de un árbol.

La Ira del Tirano | Haikyuu!! FF (KGHN | Omegaverse!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora