Es junio y Manhattan está ardiendo bajo el sol. El aire húmedo cubre la ciudad y carga un olor a gas y granos de café. Louis pasa el día caminando alrededor de la ciudad, tomando el sol y atrayendo las miradas de los extraños. Es un poco después de las doce del día cuando Louis entra a una pequeña clínica ubicada en una calle muy transitada.
Hay un aroma limpio que flota en el ambiente, el blanco de las paredes y del piso es cegador junto con las brillantes luces. Varias personas están sentadas en la sala de espera, hay una Omega con un pequeño infante en su regazo, la mujer tiene los ojos cerrados y se balancea ligeramente con una expresión solemne. Hay dos Alfas, ambos están leyendo el periódico con un ceño fruncido.
—Tamera,— Louis llama a la Beta elegantemente vestida que está frente al escritorio. —¿Cómo estás?
—Louis.— La mujer lo saluda con unos anteojos recargados en la punta de su nariz. Sus labios rojos se estiran hasta formar una sonrisa amable. —Estoy bien, ¿y tú?
—Solo vengo a recoger mi paquete usual.— Sus palabras son vagas para evitar llamar la atención. Se inclina sobre el escritorio y con su cabeza señala hacia el pasillo. —¿Está el Dr. Conroy?
Tamera se pone pálida, pasa saliva con nerviosismo y las comisuras de sus labios caen. —Por supuesto, te esta esperando.— Hay un misterioso miedo en sus ojos, Louis lo ignora y sale del vestíbulo.
Las luces rebotan en las paredes amarillas claras. Sus zapatos hacen eco en el piso de linóleo mientras pasa por afuera de las puertas cerradas que tienen los nombres correspondientes de cada médico. Cuando llega a la última puerta, toca suavemente.
—Pase.
Louis camina dentro de la oficina, el Dr. Conroy está sentado detrás de su escritorio con unos anteojos posados en su tabique nasal. Sus ojos azules se suavizan cuando ve a Louis y se levanta para sacudirle la mano a modo de saludo.
—¿De nuevo regresas tan pronto?— El Dr. Conroy tiene una voz profunda enlazada con un acento británico. El hombre se sienta y se cruza de brazos. —Ésto se volverá demasiado sospechoso si sigues viniendo seguido.
Louis no contesta. Él sabía los riesgos que estaba tomando en el momento que le robó al primer Alfa y fue la ola de adrenalina y la satisfacción de finalmente hacer algo bueno por la sociedad lo que lo impulsó a seguir haciéndolo. Está ayudando a los olvidados, a los Omegas vulnerables de Manhattan. Prefiere cargar con el peso de hacer cosas crueles para ayudar a los ciudadanos inocentes. Prefiere ser el culpable de los inocentes que el inocente de los culpables.
El Dr. Conroy suspira cuando Louis no responde. Se levanta de nuevo y busca dentro de uno de los gabinetes inferiores, sus movimientos son indecisos. —¿No estás asustado? Ha habido una gran cantidad de investigaciones por toda la ciudad. La policía ha estado vigilando los clubes nocturnos como halcones.
—Soy consciente de en lo que me estoy metiendo.— Louis responde con tranquilidad. Sus hombros se mantienen relajados. —Si no lo hago yo, nadie más lo hará.
—Es peligroso, Louis.— El Alfa le da lentamente la bolsa de papel. Las botellitas de cristal resuenan en el momento que el castaño las mete dentro de su chaqueta.
—Lo sé.— El Omega tiene una expresión vacía en el rostro. —Por eso lo estoy haciendo.— Louis camina hacia la puerta y toma la perilla.
—Solo te estoy ayudando con ésto por lo que hiciste por mi hija.— El Dr. Conroy confiesa, incluso si Louis ya sabía eso. —Gracias.
Louis apenas si asiente con reconocimiento. —¿Ella aún carga la pistola taser?
—Nunca sale sin ella. Está pensando en regresar a la escuela y en ser más cuidadosa con su dinero.— El Dr. Conroy dice. —Mantenerse alejada de los préstamos y todo eso.
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Don't Call Me Angel; larry stylinson [bottom!louis] [traducción]
أدب الهواةManhattan es un patio de juegos peligroso para los Alfas ricos y poderosos de Nueva York. A esos mismos Alfas adinerados les roban después de pasar una noche junto a un Omega de ojos azules. Al oficial Styles le es asignado el caso. Todos los crédit...