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Nieve, eso era lo que más recordaba de aquél día.
La nieve cayendo con suavidad en el cielo nocturno, cubriendo con su manto a la aldea mientras niños corrían por ahí, jugando con el material granular, tomándolo y haciendo distintas cosas con él.
Tú estabas frente a mí, jadeando con una bufanda rodeando tu cuello, parecías estar cansado de correr, aunque no sabía la razón de porqué te apresurarías tanto.
—Hinata— mi nombre salió como una dulce caricia de tus labios, sonando tan bien si viene de tu parte.
Lo había aceptado hace mucho tiempo ya, los sentimientos que tenía por tí nunca cambiarían, pero sé que muy probablemente tampoco serían correspondidos. Mis sentimientos corrían detrás de tí, pero tú nunca me notaste, ni una sola vez en todos estos años que han pasado.
Pasé tantos inviernos suspirando por tí, tantos que ya ni siquiera puedo contarlos, mucho menos decirte con exactitud durante cuánto tiempo ha sido así.
Siempre me pareció que jamás lograría alcanzarte, y probablemente nunca lo lograré, pero seré feliz simplemente intentando. Sólo con eso yo soy feliz.
Verte frente a mí ahora, luciendo tan desesperado y con un brillo de frustración en tus ojos hace que mis ojos quieran comenzar a llorar, por lo que aprieto mis manos sobre el mango de la canasta que está bajo mis palmas. Mis labios se fruncen e intento no romperme frente a tí, solamente no quiero hacerlo delante de tí.
Sé que no soy correspondida, sé que no se cumplirá, entonces ¿Por qué duele tanto? ¿Por qué mi corazón se estruja y aprieta dentro de mi pecho? No me gusta esta sensación, no quiero ser débil.
—Naruto-kun— finalmente mi voz salió en un murmullo, sin levantar mi mirada del suelo cubierto de la suave y blanquecina nieve. Estaba avergonzada.
No quería que todo terminara así, de verdad que no, pero fue inevitable, no pude hacer nada para que no te enteraras y ahora aquí estamos, uno enfrente del otro antes de que me rechaces y todo se vuelva incómodo. No quiero eso, aunque me quede como una amiga tuya, prefiero eso antes que perderte completamente, no lo soportaría.
—Hinata... ¿Es verdad lo que dijo Ino?— preguntaste en un susurro, en ese momento no fui capaz de identificar el sentimiento expresado en tus palabras, aunque tu voz parecía buscar una respuesta, anhelante.
Subí mi mirada por unos segundos, mis ojos aperlados conectando con tus azules por tres segundos antes que la cobardía me inundara y mis ojos voltearan hacia otra dirección.
Un nudo se formó en mi garganta, pues me había dado cuenta. Me dí cuenta, que ya no hay una vuelta hacia atrás, ahora lo sabes, y no importa lo que diga, si te miento será mucho peor, pero si lo digo me rechazarás y mi corazón no está listo para romperse. Aún no.
Si tan sólo te hubieras enterado por mí misma y no por alguien más, mi corazón estaría un poco más preparado que ahora, y el rechazo tal vez no me dolería tanto.
