Capítulo 29. La novena sinfonía.

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-¿Estás bien?- Pregunta Adrián después de que conseguí calmarme y mis hermanos se alejaron un poco

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-¿Estás bien?- Pregunta Adrián después de que conseguí calmarme y mis hermanos se alejaron un poco.

-Sí, estoy bien solo que desde que me embaracé parece que solo sé llorar y desmayarme.

-¿Qué? ¿Antes no llorabas?

-No, quizás de mis infames ojos brotaban una que otra lágrima como cualquier protagonista de novela romántica, pero no, antes de esto nunca lloré así.

-¿Por qué?

-Una falsa fuerza diría yo... O rebelde, no estoy muy segura al respecto. Ya sabes como que si lloras entonces demuestras que eres más débil o el hecho de que mi orgullo nunca me permitió dejarme hacerle ver a mi madre que en realidad era una niña cuando me golpeaba, nunca pedí que se detuviera, y jamás le dejé ver lo profundo que llegó a lastimarme.

-Hasta que casi te mata a golpes.

-Nada como hacer culpable a otro de tus decisiones.

-¿Tus decisiones?

-Desde que murió mi papá, solo he querido morirme, pero dijo el artista... Para ser cobarde también hay que ser valiente, y esa virtud yo no la tengo, la tiene mi hermana.

-Sé que es muy egoísta, pero gracias a Dios que eres cobarde... Porque pude conocerte, porque pude amarte, porque aún puedo hacerlo...

-Quizás es por eso que ahora lloro... Porque por primera vez que me siento amada y protegida después de la muerte de papá, y eso hace que me pueda sentir débil, frágil.

-¿Te sientes débil a mi lado?

-No se trata de eso... Solo que no quiero perder lo que tengo. No quiero perderte, le tengo miedo, pero no uno prudente, sino un miedo pavoroso de perder el hombre que tengo hoy frente a mí y no porque sea asesinado, sino porque mi pasado te devore sin ninguna misericordia, y con ello se pierda todo... Mis hijos, mis hermanos, mis sobrinos... Me aterra perderlo todo, en el fango de donde procedo y los dañe a todos.

-No tengas miedo. Yo siempre estaré para ti.

-Eso es lo que me temo. Temer es de inteligentes, quien no sienta miedo es demasiado estúpido por no reconocer la realidad.

-Déjame ser tu realidad.

-Ni siquiera puedo decirte que Eliza es tu hija ¿Cómo podría pedirte siquiera que seas mi realidad?

-Porque también es bueno vivir de fantasías, como los niños... Ellos son felices soñando despiertos, es difícil, pero no imposible creer, tener fe. Y yo he decido creer que Eliza es mi hija, y que tu me perteneces, tu alma, tu corazón, tus fantasmas, toda tu me perteneces, quiero creer en ello y me voy a aferrar a ello.

Su promesa me hace sentir una calidez en mi interior, no estoy segura de lo que se propone, pero tengo una idea, creo que la hará una prueba de paternidad a mi pequeña para tener algo más de que aferrarse o que porqué mentir. Siento que lo conozco de toda una vida, aunque apenas lo haya visto por tiempos, en épocas diferentes.

¿Eres Mi Perdición O Mi Salvación?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora