Recuerdos Irreversibles

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—Pensé que habías dicho que me harías una lasaña esta noche —comentó Levi sentándose a la mesa, con un deje de diversión en el tono.

—¿Lasaña? No, jamás te dije algo parecido —evadió segura la única mujer a la que amaba en su vida.

—No importa. Si se te olvidó solo dilo, mocosa —probó del corriente estofado que sustituía la pasta prometida.

—Hm, no uses ese truco —Mikasa enarcó las cejas, amenazando a su esposo con el tenedor—. No me harás sentir mal haciéndome pensar que lo olvidé para que mañana te recompense con una, enano pillo.

Él la observó escéptico, era demasiado orgullosa, hasta para aceptar que pasó por alto una promesa tan banal.

Levi nunca imaginó que ese sería el comienzo del fin. 

✻ ✻ ✻

—No seas perezosa y acaba de levantarte, mocosa de mierda. Vas a llegar tarde al trabajo —el azabache zarandeó los hombros de la fémina durmiente.

—Deja que duerma un poco más —balbuceó aún entre sueños.

—Mikasa, despierta —insistió algo más serio.

—Levi, detente —exigió un poco enfadada al incorporarse en la cama, frotando sus párpados—. ¿Qué quieres? ¿Por qué me levantas tan temprano?

—Guárdate tu mal genio y alístate, se te hace tarde para el trabajo —ordenó protector, obviando el malhumor de la chica.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —inquirió la de orbes plateados confusa, pero notoriamente activa al fin—. Yo no trabajo. 

Mikasa agarró los confines de las sábanas y cubrió su cuerpo entero nuevamente con ellas, molesta con su esposo por haber interrumpido su descanso desde tales horas, sin justificación.

✻ ✻ ✻

Levi introdujo su ancha y viril palma en el enjambre de hilos cortos de seda negra que eran los cabellos de su cónyuge. Atrajo su cabeza con pasión hacia él, sintiendo una necesidad insaciable de contactar con sus labios, de hacerle saber su incondicionalidad, a pesar del problema que estaban afrontando.

Mikasa rió con timidez, alejándose de él de manera sutil, para no plasmar con creces el rechazo.

—Tranquilo, Levi, despacio. Aún no somos una pareja formal siquiera, me encanta que me beses, pero vamos con calma, ¿está bien? —alegó sosteniéndole las muñecas, sus frases acompañadas de un leve sonrojo.

El pecho de Levi fue oprimido por un pesar insoportable; la observó atónito, con los párpados alzados como nunca. Asintió, recordando las recomendaciones de la neurocientífica que la atendía, seguirle la rima era lo mejor.

—Está bien, disculpa —cedió y la rodeó en un abrazo. Se acomodaron en el césped. 

✻ ✻ ✻

Mikasa despertó siendo víctima del resplandor matutino que se filtraba por el delgado tragaluz de las ventanas de la habitación. Sintió un peso en su costado y una presencia a sus espaldas, entrando en estado de alarma. No lograba entender por qué unos dedos masculinos reposaban sobre su cintura. Se volteó y halló parte de las respuestas.

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